La SADE en plateado
La Casa del Escritor acaba de ser pintada como una gomería de barrio: la fachada italianizante de 1850 es ahora gris,con pilastras, arcos y decoraciones en plateado. Todo porque un concesionario quiere lanzar un restaurante.
› Por Sergio Kiernan
Una de las casas más valiosas de Buenos Aires acaba de ser ridiculizada. Es la colonial casona de los Guerrero, que por milagro sigue en pie en México al 500, con su fachada de 1850 ahora pintada de un patético gris con sus pilastras y decoraciones destacadas en... plateado. La estética de gomería suburbana que exhibe la Casa del Escritor, perteneciente a la SADE, se explica porque los nuevos concesionarios del bar que toma los ambientes del frente quieren lanzar el lugar como un restaurante. Al parecer, pintar el patrimonio de plateado resulta sofisticado.
El caserón de México 524 recibió su aspecto actual –menos el colorinche– hacia 1850, cuando su dueña, Felicitas Dueto de Guerrero, redecoró su hogar agregándole ornamentos italianizantes. La fachada es una viva muestra de la temprana presencia, en la Argentina todavía rosista, de albañiles italianos de buen oficio, que lograron una mezcla sin quiebres entre el español y el neoclásico. Rejas, pilastras, tímpanos y una ya perdida decoración interior le dieron lustre a la propiedad de dos patios, aljibe, ancho zaguán y pisos con damero. La fachada exhibe todo su sistema intacto, con una bonita baranda en herrería en la terraza y unas originales cornucopias florales sobre los ventanales, que hasta exhiben cubrecortinas en madera calada.
La propiedad está además cargada de historia. Allí nació Felicitas Guerrero de Alzaga, cuya trágica muerte en manos de un pretendiente conmemora la Iglesia de Santa Felicitas en Barracas, único templo porteño que pertenece a la Ciudad y está siendo restaurado en forma ejemplar.
México 524 es hoy una de las sedes de la Sociedad Argentina de Escritores y la Casa del Escritor, donde se realizan eventos culturales. El ambiente del frente, antiguo recibidor, era el Bar Tuñón, concesionado e independiente. Desde diciembre, hay nuevos concesionarios, que planean inaugurar un restaurante-bar que cubra todo el rango posible de actividades en San Telmo: de mañana, café para las oficinas cercanas, al mediodía minutas, y a la noche, cena-show.
Tanta actividad requiere espacio, y el nuevo restaurante tomó el patio del aljibe –el primero de la casa–, la sala Petit de Murat y el Auditorio, un hermoso ámbito que impactaba por su longitud y las altas bibliotecas que flanqueaban sus paredes. Algunas de las bibliotecas siguen ahí, otras fueron vaciadas y sus contenidos removidos a la biblioteca del primer piso. Al parecer, la sala Petit de Murat será el “salón vip” del nuevo restaurante.
El proyecto fue aprobado por la comisión directiva de la SADE, que preside Orlando Guzmán, e incluye el ridículo color de la fachada con los vergonzosos destacados en plateado. Que se le haga algo así a una pieza de indudable valor patrimonial –por su antigüedad, por su rareza, por la historia de sus dueños– no sólo muestra la indiferencia estética de concesionarios y directivos, sino la falta de armas en la defensa del patrimonio. No sólo no hay ningún elemento legal que impida pintar de plateado el caserón, sino que bien podrían haberlo remodelado sin ninguna consecuencia.
Mientras tanto, la SADE permite que un bien invaluable que tiene en custodia parezca una gomería, a cambio de un alquiler.
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