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Sábado, 28 de agosto de 2004

En el Tigre

La semana pasada se inauguró Villa Julia, la casona que construyó en 1913 el ingeniero Maschwitz como su quinta veraniega, ahora como hotel. Una restauración notable que abre las puertas de una casa bella y con muchos, muchos detalles de época.

 Por Sergio Kiernan

La original cadena hotelera NA acaba de inaugurar a un nuevo socio, la Villa Julia del Tigre. NA tiene como socios a hoteleros que abren sus negocios en casonas históricas y las reciclan respetando su carácter y belleza. A las tres de Salta y a la de San Isidro –en pleno casco histórico– se sumó la semana pasada la del Paseo Victorica, en la margen del Luján.
Villa Julia es la casona de lo que fue la quinta del ingeniero Masch-witz, hombre próspero y de buen gusto que la creó para sus veraneos. La villa se completaba con un estupendo garaje-vivienda para carruajes y caballos que hoy es la casa de al lado, y una casa de cuidadores ya perdida. Maschwitz no se quedó corto: la casa tiene sus 600 metros cuadrados y hoy en día aloja siete habitaciones o departamentos para huéspedes, un restaurante, varios ambientes para simplemente estar y servicios completos de hotelería.
El flamante hotel toma una esquina y está precedido por un gran jardín dominado por viejas palmeras en el que crecen canteros nuevos. La casona pasó por muchos años de maltratos y descuido, con la habitual falta de inversión pero sin las remodelaciones que pulverizan este tipo de edificaciones. Excepto por la pared que separaba el living principal de la recepción, que voló para crear un ambiente mucho más amplio, la casa está básicamente como fue.
Es un diseño bonito y complicado, con techos a muchas aguas, muros texturados, apliques de mayólica marrón y crema y un aire italiano nórdico. La fachada principal, que es la más angosta, está dominada por una galería de panzonas columnas toscanas que sostienen un balconazo que vira la esquina, y por un volumen alto de aguas agudas. La fachada lateral, más larga, muestra dos impecables vitrales, uno ovalado y el otro en una notable elipse, que estaban destruidos y fueron restaurados por el catalán Struch.
La casa no necesitó ningún trabajo estructural de importancia, pero sí un par de años de nuevas instalaciones, limpiezas, revoques y ajustes. Además de renovar cables y cañerías, hubo que inventarle una calefacción moderna: Maschwitz sólo usaba la casa en verano y, alemanamente, no le puso ninguna fuente de calor excepto un par de hogares. Los inviernos en Villa Julia se hacían largos.
Lo más notable del nuevo hotel es la cantidad de accesorios y pequeños objetos originales que contiene. Como para recordar qué tan truchos son la mayoría de los reciclados, en la villa se encienden las luces de la galería con las llaves originales –palancas giratorias de bakelita con anchos marcos redondos de bronce–, se sube por una escalera con sus sujetadores de alfombra –bellísimas barras de bronce con complejos remates decorativos– y se abren las puertas con picaportes casi centenarios. Hay baños en esta casona que son para el infarto, con decoraciones de mayólica policroma estilo romano y cada uno de los artefactos originales de época: aquí uno puede ducharse en una estupenda bañera con patas de león y el agua cae por caños de cobre a la vista.
Tanto cuidado valió la pena. Hay metros y metros de pisos de madera restaurada y se formó un equipo de tres personas para que limpiaran y repegaran miles de mosaicos pompeyanos en los pisos, reconstruyendo el panal en varios colores. El departamento loft, un espacio doble altura con cocina, sala y dormitorio, que nació aprovechando el altillo, tiene una escalera especialmente diseñada, construida y adaptada que alegra por cómo se funde en el estilo de la casona y por su practicidad.
El hotel tiene un par de espacios nuevos, como la pileta y el solarium construido bajo una pérgola armada con herrerías originales de la casa y las amplias cocinas hoteleras, que nacieron de la nada mezquina cocina original y de un cuarto de trastos y despensa.
En resumen, Villa Julia es una nueva atracción para el Paseo Victorica –cuya remodelación con plazoleta y luces ya le está llegando– y una chance de visitar y usar una casona evidentemente patrimonial, de esas que raramente podemos ver, y menos en este estado n

Villa Julia está en Paseo Victorica 800, Tigre. Informes y reservas al 4700-1332, www.newage-hotels.com

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La casona fue inaugurada en 1913, casi no fue remodelada y contiene una sorprendente cantidad de accesorios originales.
 
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