Sillas de madera
Por Matías Gigli
Si hay algo que fue diseñado, rediseñado y vuelto a diseñar en la historia del mobiliario son las sillas. Antes que se inventara el diseño como disciplina y la producción en serie como metodología de trabajo, las sillas eran sin vueltas de madera y de cuatro patas. Hoy existen de formas diversas y fabricadas desde cartón corrugado a fibra de carbono.
Y aun así se siguen pensando nuevos prototipos de sillas y, por tercer año consecutivo, Viviana Botbol y Eduardo Iurcovich organizaron el Concurso Nacional de Diseño Santorini. La convocatoria fue la materialización de una silla en madera y se recibieron 128 trabajos.
El jurado estuvo compuesto por los diseñadores industriales Diana Cabeza, Alan Neumarkt, María Sánchez y Eduardo Simonetti y los arquitectos Viviana Botbol, Fernando Diez y Eduardo Iurcovich.
El objetivo del concurso fue premiar la innovación, la factibilidad productiva y la viabilidad comercial de las propuestas. La idea nace de incentivar la búsqueda de nuevos trabajos realizados en nuestro país y tiene el compromiso de la firma de materializar un prototipo de cada diseño seleccionado e incorporarlo a la lista de productos de la casa. El diseñador recibe un porcentaje de los muebles producidos.
La ausencia notoria de un primer premio puso de manifiesto el exceso de formalidad y la falta de búsqueda de desafío y osadía en muchos de los trabajos presentados. Por eso el jurado optó por otorgar dos segundos premios, uno a los diseñadores industriales Pedro Fernández Erramouspe y Carlos Arach con la silla Utrecht; el otro, al arquitecto Jorge Cerghetti con la silla Sweden. El tercer premio fue para el diseñador industrial Julio Alvarez con la silla Pen/17. Además se otorgaron sin orden de mérito las siguientes menciones: Patricio Rovere con la silla Listada; Pablo Vapore, Diego Vapore y Juan Manuel Vapore con la silla Paque+; Gustavo Destéfano y Diego Javier Soreira con la silla Tabula.