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Por primera vez, Cancillería se ocupó de enviar una muestra a la Bienal de Arquitectura de Venecia. Lo hizo a través de la Facultad de Arquitectura de la UBA. Con el título: “Argentina. De 1910 al siglo XXI” se enviaron obras construidas y proyectos que comprenden sólo producción porteña y de la última década. Queda para otra oportunidad un material que responda a las expectativas del título elegido y a una representación plural que abarque no sólo a estudios de Buenos Aires. La muestra se encuentra colgada en el Pabellón de Uruguay hasta el 7 de noviembre.
Desde Cancillería se decidió este año designar a la FADU como organizadora del envío. Es así que se hicieron cargo el decano Berardo Dujovne y Reinaldo Leiro, junto con Gastón Atelman como curador adjunto, según la información de Cancillería, o Jaime Grinberg en el mismo cargo, si se lee el catálogo impreso desde la Facultad.
El envío argentino a esta bienal es el resultado de algunas decisiones equivocadas y sobre todo de un conjunto de pequeñas miserias vinculadas con la vanidad que encierra el figurar en la Bienal en Venecia.
Esta bienal fue organizada por primera vez desde la Cancillería por un motivo puntual: ya no se encuentra en el Museo Nacional de Bellas Artes Jorge Glusberg, que por más de diez años dirigió el Museo y desde ahí insertó, a su manera, a los arquitectos argentinos en el mundo. Cosa, por otra parte, que hizo desde siempre.
Era de esperar que la era post Glusberg marcara un cambio y una apertura. Pero figuran siempre los mismos nombres, se seleccionan los arquitectos antes que las obras. Y sobre todo hay una enorme dificultad en tener una óptica diversa de acuerdo con cada circunstancia: entender dónde se está en un ámbito comercial, dónde en uno académico y dónde en uno de difusión general. El cambio no llegó, otra oportunidad que a nuestro país y a los arquitectos se nos va de las manos. Eso es el error y el enojo que produce. ¿Es que no se entiende la necesidad de una terceridad para convalidar una selección, para que la elección no se convierta en arbitrariedad, en un “yo elijo y yo me elijo”? ¿Cuándo serán convocados representantes del interior del país y las nuevas generaciones de arquitectos?
El repetir nombres continúa una línea de pensamiento: seleccionar lo ya seleccionado, elegir lo ya elegido. Faltó el coraje de entender que este envío debía ser distinto. Se perdió una oportunidad.