En el centro de la tendencia
Casa Foa cumple los veinte y lo festeja con una muestra que nunca se desmarca de la cautela, del exacto centro de lo que se usa.
Por Sergio Kiernan
Casa Foa festeja veinte años con una exposición en lo que fue una tribuna del hipódromo de Palermo, un espléndido edificio que el inquieto Jorge Benstein busca relanzar como ámbito cultural. La feria de diseño, paisajismo, arquitectura y sobre todo decoración de este año es enorme, casi cinco mil metros cuadrados cubiertos y más de 3600 descubiertos. Pero hay que advertir al visitante que esta Casa Foa parece más chica de lo que es: los ámbitos son tan parecidos el uno al otro, tan cortados por la misma tijera y convencionales, que hay poca variedad.
“Decor is whim”, decía Diane Vreeland, mujer caprichosa que nunca se olvidó del toque fantasioso, fuera de lugar, adversativo. Es que Vreeland tenía terror a sólo una cosa, ser parte de “la tendencia”, ser una más. No es un miedo que compartan, está visto, sus colegas locales, que muestran en Casa Foa una cautela digna de diplomáticos.
Así, la receta es siempre la misma: un ambiente contemporáneo tiene que tener un televisor ultramoderno colgando en la pared, tiene que tener la cocina integrada, tiene que tener sofás de líneas rectas, tiene que tener colores claros, tranquilos –gris, beigecito, blanco–, algo de madera y luces dramáticas. Los vidrios son todos esmerilados, los baños spas escandinavos. Para cortar tanta frialdad, lo único que parece autorizado es un mueble chino de laca roja, avejentado y no muy grande.
En resumen: anonimato y un aparente temor a hacer algo que vaya a sobresaltar a alguien.
El color, por ejemplo, parece reservado a las habitaciones infantiles, que hay varias en Foa y muy originales, incluyendo una divertida fantasía múltiple de vestuario, spa y baño para clientes de hasta un metro de altura. Curiosamente, lo primero que se ve al entrar al pabellón es una suerte de escultura de muebles de Knauf, apilados y de un subido color colorado. Al salir, da ganas de volver a verlos, sólo para ver algo que no sea cauto y apagado.
Entonces, a disfrutar de los disidentes. Por ejemplo, Milagros Resta, que esta vez no creó uno de esos ámbitos algo abstractos que solía montar -francamente, inventados para mostrar sus líneas– sino una habitación pensada para hotel. Sería originalísimo el hotel que se animara a este lugar tan femenino y explosivamente floral.
Idem para el dormitorio de huéspedes de María Emilia Lobbosco, un lugar paquete conceptualmente cortado por sus colecciones textiles indígenas, tramadas, de textura muy presente. Lobbosco estrena, de paso, una idea que le venía rondando, tapizar muebles de estilo francés con telas altoperuanas. El resultado vale la pena verse.
El espacio de Tati Mancini también es un oasis entre tanto modernismo variante estéril. Su cubo tiene paredes tapizadas y moquete, buenos cuadros y un muy impresionante televisor –sí, también colgado– que se explica en este caso porque el ambiente es justamente una salita íntima para ver televisión. Debe ser la única instalación en toda Foa que tiene una lámpara colgada y no dicroicas, bipins o algo así. En una bell de bronce, muy digna.
De los espacios de diseño más grandes, se despega del pelotón el que crearon Jorge Muradas y Eliana Elesgaray. Primero, es un living comedor sin cocina, sin baño a la vista, sin heladera. Segundo, los muebles de línea recta –y colores claros, iluminados dramáticamente, etc., etc.– son dominados por una gran biblioteca negra con una desproporcionada escalera de madera. Es un objeto rotundo, agradable y personal, que parece realmente creado por alguien y no una imagen de revista de decoración.
En resumen, Casa Foa 2004 debe ser visto como un despliegue del centro exacto de la tendencia. Si es así, a disfrutarlo, sobre todo para los que gustan de ver lo último en tecnología y, claro, en televisores n
Casa Foa abre hoy y hasta el 28 de noviembre en Libertador y Ortega y Gassett. La feria puede visitarse todos los días de 12 a 21. Entrada general, 12 pesos. Informes en www.casafoa.com.