Argentinos en Dublín
Por Matías Gigli
Fernando Abelleyro y Mauro Romero son dos arquitectos argentinos que lograron, a fuerza de intervenir en concursos internacionales, hacerse un espacio en Europa. Ganaron el año pasado un proyecto para un parque de veintidós hectáreas en Dublín, Irlanda, una inversión estimada en doce millones de euros.
Después de meses de negociaciones, Abelleyro y Romero ya organizaron la movida. Desde aquí se proyectará y documentará la obra y en Dublín se adaptarán los planos a las normas locales. Los argentinos se tuvieron que asociar con dos estudios irlandeses, uno dedicado al diseño de territorio y otro al gerenciamiento.
La idea que sedujo al jurado europeo es la de una cinta que recorre las veintidós hectáreas de espacio abierto dentro de la trama urbana, que para una ciudad del tamaño de Dublín es mucho decir. El programa abarca una cantidad de actividades deportivas, que convierten al parque en un gran polidepotivo cercado por un espacio verde, forestado con especies de árboles perennes y caducos. Esta diversidad enmarca diecisiete canchas deportivas, áreas de estar y juegos, una pista de atletismo, zonas verdes, áreas destinadas a gastronomía y sectores de mantenimiento y servicios.
El proyecto tiene la complejidad de resolver requerimientos deportivos, pero sobre todo la de recomponer las hectáreas fracturadas por el paso de una avenida, que divide el parque en dos. La cinta propuesta da unidad al conjunto, cosiendo longitudinalmente ambos sectores.
La idea es plegar la cinta generadora de edificios y miradores elevados, con la cual se organizan bahías y atracaderos para botes y kayacs. Entre los edificios y bahías se alternan áreas con equipamiento para descanso recreación. La cinta termina sumergiéndose en el agua en el otro extremo del parque. Otro punto importante del proyecto es promover la autosuficiencia energética del parque, mediante el uso de fuentes de energía alternativas, ecológicas y no contaminantes.
Ahora que ya están saneados los problemas legales, sólo falta firmar el contrato y que los arquitectos se pongan a trabajar.