Sáb 18.12.2004
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En la ruta de Aalto

Un recorrido por las principales obras de Alvar Aalto en Finlandia y una demostración de cómo un país inteligente usa su patrimonio edificado como carta de presentación y atractor cultural.

Por Andrew Spooner *

nTratar de llegar al pueblo finlandés de Jyvaskyla presenta el problema de pronunciar semejante palabra. Lo que es más fácil de entender y expresar es la fascinación de los edificios creados en el siglo pasado por el gran arquitecto local, Alvar Aalto.
Los finlandeses reverencian a Aalto porque el buen diseño es una parte de su cultura tan esencial como la cocina para los italianos. Y Aalto fue una figura esencial para imponer esta idea en Escandinavia y, al popularizarse en todo el mundo el diseño de esa región, atraer con su arquitectura visitantes al lugar.
Por toda Finlandia hay obras de Aalto, de Jyvaskyla –en el enorme y bellísimo distrito de lagos– a Helsinki, la capital, que es también el sueño de los fanáticos de la arquitectura, llena de algunos de sus mejores trabajos.
Muy influido por el funcionalismo de la Bauhaus, la carrera de Aalto fue larga, de 1917 hasta su muerte en 1976, y logró fusionar el frío minimalismo de la Bauhaus con la calidez tonal de su tierra natal. Donde un típico diseño funcionalista utilizaría tubos de acero, Aalto usaba madera y cuero, creando vastas líneas llenas de movimiento para yuxtaponer sobre los estilos clínicos de sus contemporáneos funcionalistas.
Como diseñador, Aalto creó varias piezas simbólicas y hermosas, como los celebrados vasos Flor y Savoy, la silla Paimio y el banco Aalto, de tres patas, que nunca dejó de producirse desde su creación en los años treinta. Sus trabajos arquitectónicos reflejaron su compromiso con la agenda humanista, creando espacios iluminados y aireados que permiten la interacción humana. Aalto impuso una serie de recursos personales, como el de forrar con cuero las barandas para que nadie tuviera que tocar metal.
En Helsinki es posible ver en un día lo mejor de Aalto. En el Hall Finlandia, que él construyó, es posible contratar guías especializados. Es un edificio sobre la calle Mannerheimintie, llamativo, angular, modernista, vestido en mármol blanco, al borde de un lago en el corazón de la ciudad. El Hall fue parte de uno de los mayores desafíos en la carrera de Aalto: en los sesenta se le pidió que diseñara un centro urbano futurista, pero al final sólo se construyó el Hall, que tiene una historia problemática. La actitud elitista de sus directores, y las fortunas gastadas en mantener sus mármoles, que tienden a caerse, transformó al Finlandia en una suerte de elefante blanco. Aalto, que era un pragmático, se revolvería en su tumba. El edificio ofrece un ángulo imbatible para fotografiarlo, desde el lago que se congela en invierno. Conviene preguntar a los locales si el hielo ya está firme.
En la otra orilla, sobre una pequeña colina, está la Casa de la Cultura, sobre la calle Sturenkatu, una obra de los cincuenta creada como Comité Central para el Partido Comunista y hoy sede de varias entidades culturales. Es notable la cubierta curva del auditorio.
Todavía más impresionante es el Instituto Nacional de Pensionados, en la calle Nordenskioldinkatu, justo a la vuelta de la Mannerheimintie. Una de sus obras de los años cuarenta, aloja el corazón del creciente sistema social finlandés en el más clásico estilo Aalto. Los exteriores son de ladrillo rojo, los interiores están llenos de mármol blanco, detalles de cuero, tejas cilíndricas, muebles de Aalto y las famosas lámparas de varios planos. Los juegos de luz internos son realmente inspirados.
La casa particular del arquitecto está muy bien preservada en Riihitie 20, en Munkkiniemi. Allí creó en los años treinta un espléndido cubo de ladrillos y vidrio, y lo llenó de diseños clásicos y experimentales. La casa abre al público por la tarde.
Una amplia gama de las obras de Aalto está en Jyvaskyla, incluyendo la universidad local, el centro cultural y la comisaría. Pero el comienzo decualquier visita es el Museo Aalto, en Alvar Aallon katu 7. También hay obras suyas en Seinajoki, a cuatro horas de tren de Helsinki. Este pueblo es famoso por su festival de tango y por su colección de edificios municipales de Aalto. No hay que perderse la iglesia, la biblioteca, la municipalidad y el teatro, todos sobre las calles Kirkkokatu or Koulukatu.
En Rovaniemi, capital de Lapland, está una de las más famosas creaciones de Aalto, el Hall lappia, en la calle Jorma Etontie 8. Justo al lado se alza la biblioteca Rovaniemi. En el pueblo de Salo, también accesible en tren desde Helsinki pero a menos de dos horas, está el edificio que puso a Aalto en el mapa mundial de la arquitectura. Diseñado en 1929, Aalto diseñó desde los cimientos hasta las manijas de las puertas, un clásico modernista que hoy administra Helena Kaartinen.
Para los que ya sean fans de Aalto o para los que sean transformados por este recorrido finlandés, la última parada es Artek, la tienda creada por Aalto en los años treinta para su primera esposa Aino en la calle Etelesplanadi 18, en Helsinki, y que vende sus diseños. Muy cerca, en la Pohjoisesplanadi 25, está la tienda Iittala, que vende las creaciones en vidrio de Aalto y Aino.
Hasta se puede cenar en un restaurante creado por el gran arquitecto, que sigue siendo uno de los mejores de la capital finlandesa. El Savoy está en el octavo piso del edificio de oficinas de la calle Etelesplanadi 14, un lugar cubierto en madera, con asientos de cuero, luces suaves y una buena vista de la ciudad. Cada objeto en su interior –mesas, sillas, lámparas, muros– es original de Aalto n

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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