Pintorescos, rápidos, bien equipados, bonitos, los vagones reciclados brindan soluciones rápidas y en precio para casas de fin de semana, locales, show rooms y oficinas.
Son una solución pintoresca y rápida para los que necesitan resolver un espacio, sea una casa de fin de semana, una oficina, un quincho, una cabaña para huéspedes, una sala de juego, un local, bar o restaurante. El restaurador Julio Vázquez, de La Cochera de Gaona y Buen Ayre, se hizo especialista en el rubro por una vuelta lateral: Vázquez restauraba carruajes y antigüedades, un día decidió tener su propia oficina, quería hacer algo simpático y compró un vagón. “Me duró un mes –cuenta–, porque enseguida vino un cliente y me lo compró. Con el segundo me pasó lo mismo y así sucesivamente, hasta que decidí comenzar a restaurarlos para la venta.” Hoy, en la cochera se exhibe todo tipo de modelos, en todo tipo de estilos y reciclados.
Fuera de la vía
Los vagones son comprados en subastas públicas o remates ferroviarios. La mayoría son modelos de trocha ancha dados de baja por el Estado. Así llegan a sus manos alineaciones inglesas de entre 1890 y 1940. “Las más comunes son los vagones de pasajeros de ocho ruedas, que miden doce metros de largo por tres de ancho y tienen una capacidad de treinta metros cuadrados. Estos permiten armar distintos espacios, como dormitorio con baño, sala de estar con cocina o playroom. También llegan vagones paqueteros, los destinados a encomiendas, que como no llevaban peso era siempre más chicos, de cuatro ruedas, ocho metros de largo por tres de ancho y veintiún metros cuadrados, ideales para escritorios, bares u oficinas”, detalla Vázquez.
Cada tanto aparecen piezas más insólitas o figuritas difíciles, como un vagón blindado de caudales de 1906, que pesa veinticinco toneladas, ya que está todo hecho en gruesa chapa remachada en caliente, sin soldaduras. O los coches comedor de veinte metros de largo, tres metros de ancho y una superficie de 55 metros cuadrados, especiales para dar vida a restaurantes.
Todos tienen el mismo trabajo. En el exterior, madera o chapa pintada de verde inglés o bordó, una puerta corrediza y uno o más ventanales en los laterales o en el techo, para que tengan luz natural. En el interior, el piso generalmente es de madera de lapacho, las paredes están revestidas en pino y la iluminación dada por faroles originales de bronce o los que colgaban en las barreras de paso a nivel. Todas las instalaciones de luz y agua pasan por cañerías exteriores que se ubican en el piso del vagón, fuera de la vista. La calefacción ideal es la eléctrica, ya que con tanta madera, las a gas se vuelven más peligrosas. La plataforma de acceso –a menos que uno construya un andén, los vagones resultan altísimos– generalmente es un agregado que cumple las funciones de deck o terraza.
¿El costo? Desde 9000 dólares más IVA, sin el flete, que resulta una cuestión fundamental si se tiene en cuenta que el transporte de estos vagones necesita de una logística especial debido a su peso y altura. Además, Vázquez vende todo el kit típico de estación: columna de alumbrado, faroles, carretillas, campanas, relojes, carteles enlozados o de fundición, bancos, además de carruajes a caballo de 1850 a 1920. n
La Cochera de Gaona y Buen Ayre: Av. Gaona 279, Autopista del Oeste, Km 31, Moreno. 4602-0817, 15-4164-0774. Mail:
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Arquitecto Hernán Barbero Sarzábal: 4816-2324, 15-4403-6100.