Poco conocido, el Distrito Industrial del Mueble y la Madera de la pequeña ciudad de Esperanza, en la provincia de Santa Fe, es producto de una tradición de inmigrantes y un buen ejemplo de cooperativismo con implicancias para el diseño.
› Por Luján Cambariere
Mientras en Buenos Aires vivimos una efervescencia design de la que muchas veces no conocemos el trasfondo, en otros puntos del país se construye en pos del diseño desde un lugar más concreto. Este lunes, m2 fue invitado especialmente al lanzamiento oficial de Expodema, Feria Internacional del Mueble y la Madera organizada por la Cámara de Industriales Madereros y Afines de Esperanza, que tiene lugar del 7 al 11 de septiembre en esta ciudad del centro santafesino. Santa Fe es la segunda provincia productora de muebles del país, luego de Buenos Aires, y tiene 790 establecimientos activos. Y Esperanza es dueña de una tradición inmigrante y cooperativa.
Color Esperanza
Cuenta la historia que Esperanza fue la primera colonia agrícola organizada del país. En 1856 llegaron doscientas familias colonizadoras europeas (suizos, alemanes, franceses, belgas, italianos y luxemburgueses). Paradójicamente, estos europeos, ni bien pudieron organizar el trabajo para el que habían sido convocados –agricultura–, sacaron a luz su verdadero oficio. La mayoría de ellos eran eximios carpinteros y ebanistas que pasaron su legado a las generaciones actuales.
Sus descendientes, nucleados en una cámara, capearon los peores vendavales de la industria y vienen ensayando, con no pocos esfuerzos, desde hace un tiempo el trabajo cooperativo a la usanza de los distritos industriales italianos, que de hecho son quienes les transfieren parte de su know-how. Asesoramiento que cae en tierra fértil, porque si bien la mayoría de sus productos todavía resulta convencional o falto de diseño, estos industriales de la región apostaron a tecnificarse cuando pocos lo hacían. Así crearon un polo que se jacta de contar con siete controles numéricos, mantuvieron sus fábricas y empleados y hasta su feria, cuando muchos colegas de otras zonas sucumbían.
Otra paradoja en esta industria mayoritariamente masculina es que una mujer, Elizabeth Arn, sea uno de sus principales motores en Esperanza. Diseñadora con mucho empuje y fuertes convicciones, Arn ganó capacitación y vínculos en el posgrado en diseño de muebles Mercosur Design (un proyecto de la Cooperación Italiana con Uruguay) y varias especializaciones en Italia sobre distritos industriales. Además de sumarse a la organización de la feria y diseñar desde su estudio ACH Design para varias fábricas, coordina desde el 2002 el proyecto de distrito.
El itinerario de fábricas local da cuenta de este trabajo en conjunto para imponer la marca Esperanza. Cada uno muestra con orgullo maquinarias, presenta a empleados que los acompañan desde siempre, rescata fotos históricas y primeras herramientas, y sobre todo exhibe el orgullo de pertenecer a una tradición.
El camino de la silla
Fundada en 1953 por Gerardo Remigio Mehring como una pequeña carpintería, la historia de la fábrica de sillas Mehring es emblemática en la región. Padre de siete hijos (tres trabajan hoy en la empresa junto a dos cuñados) dejó su legado visionario. Enrique Mehring, actual presidente de Cimae yencargado del área productiva de la empresa, cuenta con orgullo cómo su padre fue todo un pionero (tuvo el primer secadero de madera, fue el primero en exportar en Santa Fe, fundador de la cámara y hasta el primero en idear un proyecto de forestación en los caminos rurales para devolver a la tierra lo que le sacaban). “Siempre estuvo obsesionado en ofrecer muebles de calidad y actualizarse tecnológicamente. Tan es así que en los ‘80, época de Martínez de Hoz, cuando otros especulaban con la tablita, él se tecnificó. Compró maquinaria que usamos al día de hoy y eso le permitió reconvertirse de una fábrica que sólo ofrecía esqueletos de sillas a la primera fábrica de sillas en serie de la Argentina”, relata orgulloso Mehring hijo.
Hoy hacen 1500 sillas por mes en más de cien modelos de distintos lustres y tapizados, mucho en estilo americano, porque producen para empresas de Estados Unidos y Europa. “La historia y el crecimiento paulatino de la fábrica puede medirse mirando los techos”, cuenta Hugo, otro hermano. Allí dentro puede verse todo el proceso, el camino que sigue una silla. Desde el primer tramo donde reciben la madera –guatambú, paraíso o lenga– y es secada en grandes hornos, hasta cuando pasa por las distintas sierras, sufre los primeros rebajes manuales o es encolada, también por manos expertas. “Cuando vinieron los italianos se sorprendían de ver en un mismo tiempo y lugar todos los procesos, cuando allá las piezas de una silla viajan por distintos caminos”, rematan.
Muebles de oficina
Vahume, la fábrica de muebles de oficina en madera y metal de Derio Bernardo Vaillard, nació también en los ‘50 como una industria metalúrgica fundada por su padre, Manuel. Todavía conservan en la entrada del local las fotos en sepia y los distintos logos que fueron teniendo cuando fabricaban cocinas a gas. En el ‘70 arrancan con amoblamiento de cocinas y, en el ‘72, Derio se inclina por los muebles metálicos para oficinas. En el 2000, Omar, segunda generación, hace una nueva apuesta convocando a dos diseñadores industriales –Fernando Pedrozo y Marcelo Schachner– para que crearan diseños propios para la fábrica. Había invertido en maquinaria y tecnologías nuevas y quería emplearlas de la mejor manera. “Para nosotros fue como una especie de mecenas”, cuenta Pedrozo. “Que te convoque un industrial para trabajar junto a él es algo muy interesante.” Así, a las líneas más tradicionales de aglomerado con melamina y chapa sumaron otras como la Evolución, en estructura en melamina sobre aglomerado y MDF de 18mm, tratamientos de cantos soft forming que los hace más suaves y ergonómicos, y bisagras y amortiguadores transparentes que suavizan golpes, además de interiores personalizados o el sistema Trez de múltiples configuraciones.
Especial mesas
El inicio de actividades de Michelini Mobili data del 2003, aunque opera en el rubro de la madera desde 1974. Daniel Michelini, su dueño, hoy se aboca a muebles de comedor y oficina. Sobre todo a una amplia línea de mesas en guatambú que hace para empresas o que produce con miras a la exportación. Además, Michelini es uno de los flamantes miembros de Nepam (Nueve Empresas Producen Amoblamientos Metal-madera), otro de los grupos que trabajan unidos.
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