Sábado, 7 de mayo de 2005 | Hoy
Para los que la andaban extrañando, ya está despejada de sus andamios y devuelta a su belleza italianizada la fachada de la iglesia de Santa Catalina de Siena. Como se contó en detalle en M2 hace dos semanas, el frente del templo estaba siendo restaurado y consolidado en una etapa del continuo trabajo de preservación del histórico convento de San Martín y Viamonte.
Santa Catalina fue el primer convento femenino de nuestra ciudad, inaugurado en diciembre de 1745 y diseñado nada menos que por el maestro jesuita Andrés Bianchi, el ilustre italiano que nos dejó entre 1717 y 1740 edificios como el Pilar, la Merced, San Francisco y su capilla de San Roque, y la gloriosa catedral de Córdoba.
La fachada que vemos hoy no es realmente la que planteó Bianchi sino la que se “europeizó” en la ola de reformas de fines del siglo 19, que les cambió la cara a casi todas las iglesias viejas de la ciudad. En algún momento de los sesenta, el templo fue malamente intervenido, con materiales no aptos y pintura industrial para cubrir el símil piedra -criollazo y no muy convincente– que revestía la fachada.
La nueva intervención fue minuciosamente profesional. Financiada por la Fundación American Express, fue coordinada por el especialista Marcelo Magadán y supervisada por los arquitectos Susana Malnis de Bestani y Eduardo Ellis, del Centro de Atención Espiritual que funciona en el ex convento. La fachada, hoy, exhibe sus líneas más nítidas por el reemplazo y ajuste de sus ornamentos, sin manchas ni roturas. La noble cruz de su torre ya no está oxidada y sostenida por milagro y por una base de pararrayos, y la estatua de la santa tutelar se muestra en toda su belleza.
Basta pasar por la esquina y dedicarle un ratito. Si hay más tiempo, a no perderse el vitral interior, también restaurado por el especialista Pablo Subirat.
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