Desde el diseño, siempre se habla de la responsabilidad con el medio ambiente, el planeta, y básicamente con las personas. Un ejemplo concreto llega desde la indumentaria, más precisamente de una etiqueta de ropa interior. No es una megacompañía con campaña de responsabilidad social que sume imagen y abone al área de marketing, sino una diseñadora con un emprendimiento propio que a raíz de una circunstancia personal quiso, en lo que le toca, que su etiqueta fuese un instrumento de concientización para los demás.

Ana Hechtlinger, de Bienes Gananciales, es de Bahía Blanca. Vino a la capital a estudiar diseño de indumentaria y a trabajar en la industria textil (Yves Saint Laurent, El Corte Inglés, Guilford) en producto y a cargo de los sistemas aplicados al corte, hasta que en el 2001 decide independizarse. ¿Por qué ropa interior? “En esto no hay mayores secretos. Básicamente por ser un nicho posible por una cuestión presupuestaria. Algo creativo, con una buena propuesta estética, pero poca tela, pocos avíos, poca mano de obra. Además era un segmento que estaba bastante adormecido, muy estático, donde no se salía del blanco, negro y marfil. Yo tengo 31 años y recuerdo mi época de adolescente cuando me moría si se me veía el bretel del corpiño o marcaba el calzón”, señala.

Así, se lanzó con unos primeros moldes. Empezó con una producción de cincuenta “bombis”, como ella las llama, y ahora produce cinco mil. Siempre con materia prima local, todo industria nacional, otra de sus apuestas y principios de trabajo para una línea de estética pop plagada de corazones, lunares y rayas.

La comunicación

“Con respecto a la marca algo estuvo muy claro en mí desde el comienzo: como no quería dedicarme sólo al segmento mujer, necesitaba una propuesta que llegara a ambos. Por eso me gustó jugar con el logo de la pareja de las puertas de los baños. Lo tomé, lo hice más amoroso, más petacón, a mi gusto.” ¿El nombre? “Una ironía. Todo lo que he hecho desde algún lugar es para provocar algo en la gente. Me parecía irónico pensar que un calzón se puede convertir en un bien ganancial. Mentalmente uno disputa otro tipo de cuestiones y me divertía lo que podía disparar y de hecho desde que empecé he escuchado las cosas más desopilantes”, detalla.

Así, siguiendo el mote jurídico, a los Gananciales les siguieron los Bienes de Familia, la colección de niños, y desde hace unos meses, el Bien Propio. “Una situación personal que tiene que ver con la salud y fue un cimbronazo para toda mi familia me hizo darme cuenta del cuidado que tenemos que tener de nuestra persona y nuestro cuerpo. Y necesité hacer algo catárquico. Yo amo mi trabajo y fue mi posibilidad de expresar eso que me pasaba. Así, pensé, que antes de convertir algo en un bien ganancial es un bien propio, entonces me pareció que ‘por el bien propio’ era un excelente juego de palabras para expresar eso que quería. Da la casualidad que me dedico a hacer ropa interior. Mis prendas tienen que ver con aquello más íntimo de nuestro cuerpo y entonces pude aportar mi granito de arena a esa causa del cuidado. Pero lo hice desde mí. Escribí una leyenda y, sin pensar mucho, la imprimí en un cartoncito. Entonces pensé que el cartoncito lo vas a tirar, entonces decidí ir más allá y desarrollar otra etiqueta, que además de la de composición y talle, también estuviera cosida a la prenda y que te advirtiera, cosa que cuando estés lavando tus calzones recuerdes, ‘uh, tengo que ir al ginecólogo’. Si esto tan sólo te lo hace recordar, mi misión está más que cumplida”.

Así, la frase “¿Cuándo fue tu última visita al ginecólogo?” resuena para las chicas, mientras que con los productos de hombres regala un preservativo y aconseja: “Preservativo, condón, profiláctico, globito, llamalo como quieras, llevalo siempre” n