Sobre el dibujo
Treinta años de expresión de ideas del arquitecto Cacho Soler.
Por Matias Gigli
Intuitivo, entusiasta, talentoso, Cacho Soler basa su oficio de arquitecto en el dibujo. Integrante, junto con su socio Miguel Angel Lama, de la muestra que el Museo Nacional de Bellas Artes enviará para representarnos en la Bienal de Venecia de Arquitectura, dedica su tiempo a la gratificante tarea de ordenar ideas en el espacio.
Repasa sus dibujos prolijamente pegados en un gran cuaderno de tapa negra. Explica: “son treinta años de dibujo, lo estoy volcando en un libro, será una narración no sólo de mi trabajo sino de una época. En él se verán reflejados mucha gente de mi generación, por haber trabajado conmigo, por haber participado en el mismo concurso o recordando técnicas de dibujo que usábamos hace años.”
Tan sólo cuatro años después de haber ingresado a la facultad, dibujaba perspectivas para los concursos del momento. Junto al estudio STAFF, en 1969 dibuja la perspectiva de la Escuela Bialik, obteniendo el segundo puesto, en ese momento la gran satisfacción fue estar su trabajo colgado junto al de Rafael Viñoly, integrante del equipo ganador. Ese era el camino que empezaba a recorrer.
Era la década del setenta, los concursos estaban en su máximo esplendor y era el pasaje que todo arquitecto debía atravesar.
Integrante de la Escuela de Buenos Aires, representó una forma de comunicación; perspectivas a lápiz y acuarela en un principio, fibras sobre copias baritadas después. Compartió ese momento con grandes dibujantes como Pájaro Vásquez Mansilla, Rafael Viñoly, Edgardo Minond, Sandro Borghini, entre otros. Expuso sus trabajos en Nueva York, París y Venecia.
Evoca el buen nivel que tenía la facultad en aquellos años. Hace hincapié en volver al oficio, al dibujo. “La arquitectura es pensamiento. El boceto rápido es la primera herramienta para concretar esas ideas”, explica.
Muestra los proyectos recientes: una impactante perspectiva nocturna de las oficinas que el estudio realizó para Daimler Chrysler, muestran a un Soler decidido a tomar el dibujo con todas las herramientas que existen en la actualidad: “empecé dibujando a mano y después volqué el trabajo en la computadora, todos los reflejos en el agua están hechos con fotoshop, es importante que el dibujo no pierda su condición de tal. La computadora se puede usar como un aerógrafo donde los trazos, las formas y las texturas no deben desaparecer detrás del uso digital”, señala.
“La Universidad de 3 de Febrero es el último concurso ganado y ya construido. Los primeros bocetos muestran un volumen tallando el vacío. El patio de esculturas es el nexo entre el edificio y la calle. La ciudad se mete dentro de lo construido, conformando una verdadera plaza de acceso. El espacio urbano socava al edificio logrando en esa operación un verdadero espacio de interacción social.”
Pregunto: Cacho, ¿qué viene primero? ¿Cómo es tu forma de trabajar? “Primero viene el manchón, vuelco rápidamente las imágenes que aparecen al comenzar un tema. Después, la discusión con los socios. Los dibujos son disparadores, abren caminos que se interpretan de manera diferente. Esto produce un intercambio de ideas. En estos trazos hay una inteligencia intuitiva puesta. Organizaciones de funcionamiento que hay que descifrar. Dentro de esas rayas y garabatos existe un espacio que es determinante del edificio.”
Años de trabajo lo han conducido por casi todos los lugares de nuestra ciudad en donde la arquitectura es nombrada: estudios, exposiciones, conferencias, publicaciones, revistas, la facultad que lo tiene como un profesor destacado. La razón es simple, como en algún momento dijo Cacho: “no pude ser otra cosa que arquitecto”.