Sábado, 14 de enero de 2006 | Hoy
CONCURSO
Por Matías Gigli
Como último concurso de 2005, el llamado a anteproyectos para la plaza y museo en homenaje a las víctimas de la tragedia de Cromañón motivó a un pequeño grupo de participantes a interpretar cómo debe ser la transformación del espacio adyacente a la discoteca, en el barrio del Once y en un predio de propiedad del Estado. Los jurados del concurso fueron Raúl Morales por los padres de las víctimas, Pablo Beitía por los participantes, Juan Manuel Borthagaray por la SCA, Laura Nasi por el ONABE, Enrique García Espil por FADEA. El trabajo ganador fue el de Pablo Suárez y Mariano Orlando, del estudio G29 arquitectos, que con este premio cierran un año brillante en que ganaron el Centro Cultural y espacios públicos en General Lavalle, Mendoza y una mención en el edificio para la Magistratura porteña. El segundo premio fue para María Eugenia Rodríguez, Juan Pablo Rodríguez y María Julia de Keravenant. El tercero fue para Gastón Funes, Julián Genesio y Guillermo Villanueva. Hubo una mención para Gastón Flores y otra para Leonardo Buffa y Diego Suárez.
El proyecto, definen Suárez y Orlando en la memoria, se compone de un gran solado que unifica la calle Bartolomé Mitre, sus veredas, el espacio de la plaza y el del museo, hasta el acceso Perón, constituyendo una gran alfombra urbana que define esta promenade del recuerdo. El proyecto elimina el muro ferroviario logrando una integración espacial y materializando una banda de piso negro con los nombres de las víctimas. Esta banda remata en un faro de 25 metros de alto, recubierto de chapas de cobre con una luminaria. Se incorpora un árbol de la vida en el extremo opuesto y se propone cambiar el nombre del tramo de la calle Mitre por “pibes de Cromañón”. El muro hacia el andén ferroviario sirve de soporte a un plano verde, donde las madreselvas y su perfume caracterizarán los sectores de estar, y la medianera adyacente define un plano de granito negro con el nombre de la plaza equipada con cubos de hormigón revestidos en venecita de color.
El acceso al museo desde Bartolomé Mitre se define con un portón de cobre, una marquesina de vidrio y metal, y con un mural concursado. Otro portón similar abre la plaza de acceso.
El jurado en su crítica subrayó en la idea del ganador que “se apoya sobre la superficie asignada, sin exceder sus límites dimensionales, aunque la utiliza como plataforma de despegue para un vuelo sobre el espacio urbano adyacente, tanto en el plano como en la tercera dimensión, donde la propuesta de una torre con faro proyecta al sitio a las visuales desde distintas perspectivas urbanas”.
Por el lado de los autores, señalan que “este proyecto busca testimoniar la tragedia, partiendo de reconocer que lo del 30 de diciembre de 2004 simboliza un fuerte proceso de desamparo social. Este no es el dolor de 194 familias, es el dolor de toda una sociedad y se niega a ocultar el dolor detrás de un muro, buscando trascender en un hecho urbano, que nos involucre a todos”.
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