Sábado, 4 de febrero de 2006 | Hoy
UN POLO MUSICAL EN LA USINA DE LA ITALO-ARGENTINA DE LA BOCA
Por Matías Gigli
Despues del reciente anuncio de transformar el Palacio del Correo en un Centro Cultural dotado con una gran sala para orquesta sinfónica, vuelve a ponerse en primera plana el viejo proyecto de la Secretaría de Cultura porteña de refuncionalizar la gran Usina de la Italo-Argentina en La Boca y transformarla en Ciudad de la Música. Con la reciente venta de la mayoría del inmueble (75 por ciento) al Gobierno de la Ciudad, y destinado a convertirse en sede de la Sinfónica Nacional y la Filarmónica de Buenos Aires, este estudiado proyecto vuelve a la palestra. Superposiciones del gobierno nacional con el de la ciudad al margen (o a estudio, mejor dicho), parece que a Buenos Aires le está llegando la hora de la música.
El edificio industrial de fines del siglo XIX siempre destiló un halo de misterio y de encanto, con lo que dolía explicar su abandono. Fantásticas paredes de ladrillos de máquinas con contrafuertes y torres, pesadas herrerías, balaústres y basamentos de bloques de piedras materializando escaleras y accesos aportaron dignidad a la generación de energía eléctrica. Otros barrios tuvieron pequeños edificios que reflejaban la misma grandeza de la central. Sin embargo, la de La Boca es la madre de todas y la de mayor audacia proyectual. Volverlo a instalar y permitir el acceso masivo será un paso importante en la expansión del circuito del casco histórico de Buenos Aires.
Encarado desde la Subsecretaría de Infraestructura dependiente de la Secretaría de Cultura de la ciudad, el proyecto abarca la construcción de dos salas de conciertos, salas de exposiciones, museos, salas de ensayo y áreas afines al complejo. La Usina tiene a Alvaro Arrese como director de proyecto, a Rodolfo Gassó como coordinador y a Juan Ignacio Meoz, Sergio Richonnier, Juan José Vicario y Pablo Moyano como proyectistas que vienen trabajando desde el inicio del programa que data del 2000.
La espectacularidad de este edificio no reside solamente en las trabajadas fachadas de ladrillos de máquina a la vista, lo que verdaderamente entusiasma es el gran espacio interior. Articulado por una calle interior, el complejo está dotado por un edificio principal y un cuerpo secundario. El principal está compuesto por dos grandes naves y dos cuerpos anexos destinados a usos complementarios. Para tener una noción de la escala, la nave principal mide 23 metros de ancho y 101 metros de largo, y es ahí donde se alojarán las tres salas principales aprovechando los 22 metros de alto. La capacidad será de 1600 personas para la sala de música sinfónica, 500 para la sala de cámara y una sala de ensayos para 250 músicos y coreutas. Además se contará con un anexo que alojará en sus cinco niveles funciones comerciales, administrativas del complejo y servicios para el público.
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