ROBERT “3-D” DEL NAJA, EL CEREBRO DE MASSIVE ATTACK
“Tengo buenas razones para mantenerme inquieto”
El festival BUE propone un nutrido cartel de figuras y figuritas electrónicos, en donde destaca largamente Massive Attack. Todo un acontecimiento: una banda-proyecto decisiva en el desarrollo de la música electrónica, de los ‘90 para acá, viene finalmente a Buenos Aires. Motivo válido para que su mentor, hoy líder de opinión antibelicista, diga lo que piensa. Aquí y ahora.
POR EDUARDO FABREGAT
Es una cita esperada durante varios años, incluyendo aquellos en los que parecía que cualquier deseo musical podía hacerse realidad. Sábado 29 de mayo de 2004, a las 22.45, en el escenario central montado en el Club Ciudad de Buenos Aires para el festival BUE: ésas son las coordenadas de tiempo y lugar para, al fin, dar testimonio directo de cómo suena Massive Attack sobre el escenario. Una revancha bien dulce por lo tardía, porque el grupo de Bristol siempre se tomó larguísimos tiempos para concretar sus obras (léase: cuatro discos en quince años), y porque a eso hubo que sumarle las complicaciones argentas de siempre. Y sin embargo, Massive Attack llega a este país en el momento menos pensado, lejos del 1 a 1 y con una escena en la que las apuestas más rockeras tienen la taquilla asegurada, pero nadie daría dos mangos por una propuesta tan llena de deformidades. Dulce revancha y cita de honor, entonces: no estará el histórico Andrew “Mushroom” Vowles, pero sí Grant “Daddy G” Marshall y Robert “3-D” Del Naja y, aunque en la charla con el No Del Naja quiera mantener cierto misterio sobre las particularidades del show, también Horace Andy, el jamaiquino de voz inconfundible que forma parte del clan desde el debut con Blue Lines.
¿Y qué se puede esperar de la cita? Según las crónicas del show ofrecido en el Palacio de los Deportes mexicano, el domingo, el grupo desgrana en algo más de hora y media el material que ningún fan argentino dudaría en colocar en la lista de los infaltables, incluyendo Karmacoma, Future Proof, Safe from Harm, Mezzanine, Better Things, Inertia Creeps, Five Man Army y Teardrop, en un cóctel de Blue Lines, Protection, Mezzanine y 100th. Window que asegura voladuras de cabeza a diestra y siniestra. Eso que la prensa mundial se empecinó en etiquetar como trip hop o el sonido de Bristol, y que provocó reacciones enfurecidas por parte de los protagonistas. “Solíamos enojarnos mucho, pero ya no”, dice ahora 3-D. “Más o menos al mismo tiempo, aparecimos artistas como nosotros, Portishead, Tricky, Roni Size... nos unía la intención de buscar una identidad, ser únicos, individuales, especiales, no conectados con una cosa o etiqueta general. Por eso odiábamos todo lo que nos sacara de esa individualidad. Ahora estoy más grande y sé que me molestaba mucho y por qué, pero ya no es un problema para mí.” También ocurre que Del Naja encontró un tema algo más serio, que lo convirtió en un militante de asuntos extramusicales: “Las imágenes que vemos en estos días de Irak demuestran otra vez que ésta es la ocupación más ilegal, la guerra más ilegal. No hay nada que justifique lo que está pasando. Los iraquíes fueron demonizados por la administración Bush y los británicos están acompañando eso, cuando el colonialismo, del cual nosotros fuimos responsables, debería ser algo del pasado”, dispara.
–¿La actitud del nuevo gobierno español podría abrir otra perspectiva para Tony Blair, o ya llegó demasiado lejos como para volver atrás?
–Hay muchas cosas cuestionables, que confunden a la gente. Bush tiene propósitos claros, asuntos pendientes con Medio Oriente que tienen que ver con la guerra anterior, con cuestiones de la economía y el petróleo. Blair o el gobierno de Aznar no parecen ver estas cuestiones, se embarcan en esto como una campaña personal, sin prestarle demasiada atención a la opinión de la gente, sin someterlo a verdadera consideración del Congreso. Parecen embarcados en una cuestión de ego, de gloria personal.
¿Charlando de política con el gurú de, perdón, el trip hop? Al cabo, no es tan raro: después de todo, lo de Massive Attack viene de aquella primera guerra del Golfo con Bush padre, e incluso hubo una época en el que el grupo dejó caer el “Attack” para despegarse de tanta sangre. “Sí, puede ser que el mundo sea un lugar cada vez más peligroso”, concede. “Pero yo tengo suerte, tuve una crianza segura, una educación segura, en un país que, a diferencia de generaciones anteriores, no estabainterviniendo en una guerra a gran escala. Tengo un hogar en el que me puedo sentir a salvo y no debo lidiar con cuestiones muy, muy difíciles, como en otros lugares del mundo. En todo caso, uno trata de reflejar ese estado de las cosas, es una buena razón para mantenerse inquieto, reflejar cosas, provocar un impacto.”
–¿Todavía se puede creer en que la música puede cambiar cosas?
–No, no creo que la música tenga el sentido que tenía en los ‘60, que todo era como más espontáneo. Hoy la gente dispone de mucha más información. Sabe lo que está pasando, sabe de los abusos en Irak: en toda guerra se sabe que hay abusos, por más que sean ingleses o americanos. Pero estas torturas y humillaciones quedan expuestas porque existe la posibilidad de tenerlas por mail, en el teléfono, donde quieras, inmediatamente: es la era en que vivimos. En esta era, la información es clave, y esa información tiene por lejos mucho más impacto que la música. Por otra parte, la dirección que ha tomado el mercado comercial, que parece concentrarse únicamente en generar música descartable y no en desarrollar proyectos, no es precisamente la mejor.
Massive Attack, claro, es uno de esos grupos en los que la palabra “desarrollo” es clave. El mismo 3-D señala que “es más un proyecto que una banda”, y que su carácter perfeccionista hace que le sea imposible estar totalmente satisfecho con lo que hace. Pero a la vez tiene muy claro el lugar que ocupa, y hasta se permite un dejo de nostalgia cuando enumera los artistas que se estaban “desarrollando” en el arranque de la década del ‘90: “Sonaban Radiohead, Blur, Primal Scream, Prodigy... lo que se le ofrecía a la gente era bien diferente de lo que se le ofrece ahora”, dice, y vuelve a la carga. “Me saca de quicio el modo en que las compañías discográficas empaquetan y le venden las cosas a la gente. La música se ha convertido en un proceso oscuro, chato, que sólo tiene que ver con el dinero”.
–La semana pasada se conoció una noticia por lo menos llamativa: un fiscal de Nueva York descubrió que los cinco grandes sellos, los mismos que dicen combatir la piratería para defender los derechos de los músicos, habían “olvidado” pagar 50 millones de dólares en regalías...
–No me extraña. Nosotros cobramos regalías una vez en septiembre y otra en marzo: ellos ingresan dinero todo el tiempo, pero nos pagan dos veces al año. Mientras tanto mantienen el dinero en el banco, generando intereses. No invierten ese dinero en producir, en hacer cosas. Son ricos y nos les interesa cambiar nada. Estamos hablando de mucho dinero, dinero que ingresa por difusión en radio, televisión, películas, performances en vivo, venta de discos.
Las cifras y las verdades por debajo de la superficie juegan todo un rol en la actualidad de Massive Attack: tanto en su sitio de Internet como en su pantalla de escenario, el grupo dispara en tiempo real números sobre muertos de hambre en el mundo, deforestación, incremento de la deuda de los países tercermundistas y de la brecha entre ricos y pobres, y bellezas por el estilo. Pero, afortunadamente, en escena termina primando la música y no el mitin concientizador: el Massive Attack 2004 se basa en los pilares vocales de 3-D, Daddy G y Horace Andy, acompañados por otras dos cantantes (Deborah Miller y alguien que dice llamarse “Dorothy Allison”, que es el nombre de una escritora y militante feminista estadounidense) y una banda que incluye al guitarrista Angelo Bruschini (ex integrante de Blue Aeroplans, también de Bristol), el bajista Winston Blissett (presente desde Mezzanine y ex colaborador de Robbie Williams y Boy George), Andrew Small (baterista de Moloko en I’m not a Doctor), el tecladista Arden Hart y el director musical Kerry Hopwood, programador e ingeniero que trabajó en el pasado con Depeche Mode, Björk y Sinead O’Connor, la misma que participa en tres canciones de 100th. Window. ¿Y qué es, a fin de cuentas, esa centésima ventana que en el arte del disco revela cuerpos de vidrio destrozados y oscuras canciones como A Prayer for England y Special Cases (“El más mortal de los pecados es el orgullo/ te hace creer que siempre tenés razón”)? Del Naja ya dijo que la versión más extendida, que refiere a un libro sobre la seguridad de las computadoras, no es exacta. “Lo que realmente sentí cuando vi escrita la frase 100th. Window es que es un lugar más espiritual. Como el tercer ojo, una ventana al alma, donde te podés comunicar sin pensar, sin que tu personalidad se meta en el camino.” El concepto le calza bien a la música de Massive Attack, climática, llena de matices, personalísima, capaz de sugerir viajes a un paisaje impredecible.
Y de este paisaje, el de Buenos Aires, ¿sabrá algo el señor Robert Del Naja?
–No demasiado. Estoy al tanto de la enfermedad de Maradona, y sé que es una ciudad grande, con aire clásico, avenidas, chicas hermosas y bares con buena música. Y quiero conocer la Bombonera: en 1999 fuimos a tocar a Brasil, pero nos quedamos con las ganas de ir allá, y dijimos: “Bueno, quizás no somos populares en la Argentina”.
Quizás no, quizás los melancólicos de Bristol no sean lo que se dice “populares”, en el sentido de encontrarse en el show con un trapo que diga “Aguante Massive - Los pibes darkosos de Ezpeleta”. Aun así, lo de este sábado es la oportunidad para saldar la deuda histórica, agregar al álbum una de sus figuritas más difíciles, cuando más de uno ya la había dado por perdida. Massive Attack en Buenos Aires. Era hora.
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