Jueves, 3 de marzo de 2005 | Hoy
POSTALES DE NORBERTO “PAPPO” NAPOLITANO
¿Qué más se puede decir sobre Pappo, después de todo lo dicho en estos días? El músico más visceral del rock nacional dejó una historia plagada de increíbles aventuras que perdurarán en el tiempo. Para homenajearlo, el No preparó un especial con anécdotas (conocidas e inéditas) de un hombre franco de sórdidas palabras, que se estaba viniendo viejo, pero no perdía vigencia. Fue preso por comer panchos, se peleó con Spinetta por una guitarra, alumbró un show con las luces de un fitito, se hizo el muerto, rompió todo, obligó a Botafogo hacer de él, trompeó a un músico y le tiró dos pesos: “Tomá, para que te compres una cara nueva”, le dijo. También gritó la frase de este título. ¿Qué más?
Rock & pancho
Un día de 1970, Pappo y Black Amaya estaban comiendo panchos en
Chacarita, cerca de la estación. Tenían el pelo largo y la vestimenta
desentonaba con esa época de Buenos Aires. La Federal los detuvo, en
la comisaría 26ª, por averiguación de antecedentes. “Tuvimos
que pagar lo que no comimos y nos dejaron 48 horas adentro del calabozo por
el pelo largo”, cuenta Black Amaya al No. En una pared del calabozo, Pappo
talló la frase que sería un clásico de su primer disco:
¿Adónde está la libertad?
Su primera banda fue Los Buitres y estaba compuesta por un tapicero, un médico
y un psicólogo de La Paternal. A Miguel Abuelo y a Litto Nebbia les taladró
el cerebro para rockerizar a él y a Los Gatos. Según Pappo, Miguel
Abuelo lo terminó echando. Litto Nebbia pasó de sus furiosos riffs
(Mamá Rock, Mujer de carbón, Rock de la mujer perdida) a distanciarse
del Carpo cuando machacó con el R&B. Pappo se fue en 1970. “Litto
quería seguir con su línea. Me voy de este barco, está
todo bien. Seguimos siendo amigos”, sostuvo en Rolling Stone del 2000.
Entró en Manal: pero el piano –¿cómo reemplazar a
Claudio Gabis, su primer ídolo argentino?– no era lo suyo.
Billy Bond y Jorge Alvarez vieron su futuro en el blues. Siguió un fugaz
paso por La Pesada del Rock and Roll, zapadas con Luis Alberto Spinetta y una
duradera amistad con el baterista Black Amaya. Con Pappo's Blues su primer bajista
fue Vitico, aunque quedó pegado a David Lebón, recién llegado
de Estados Unidos. “Me decían ‘el Yanqui’, nadie me conocía.
Una noche toqué en Manzana, un boliche de Billy Bond, me escuchó
Pappo y me dijo: ‘¿Querés tocar conmigo?’. Dije: ‘Bueno,
conseguí laburo’”, cuenta Lebón.
Con Amaya y Lebón, Pappo grabó Volumen I (El viejo, El hombre
suburbano y Algo ha cambiado). Debutó en un cine Metro colmado de firestones.
Uno de esos fieles, un tal Cacique, oriundo de una villa de Quilmes, fue el
primer plomo del grupo. A mediados de 1971, el trío dio un recital en
el Teatro Astral, cuyo telón era de un bellísimo terciopelo verde.
Cacique pasó el show con un ojo en la guitarra de Pappo y el otro en
el telón verde, pero cuando terminó el recital nadie advirtió
lo que sucedía: “A los 20 días, Cacique nos invitó
a un boliche cerca de su casa y, cuando llegamos, tenía un pantalón
tipo Oxford ¡de terciopelo verde! Con Pappo y David nos reímos
tres horas sin parar”, cuenta Amaya.
La guitarra de Spinetta
En 1970, Spinetta se hizo amigo de Pappo. Un tiempo, el Flaco tocó
el bajo en zapadas caseras, pero el Carpo desistió de incorporarlo a
su proyecto porque Spinetta tenía “otra idea” musical. “Era
cultivado y le gustaba la poesía de Rimbaud, aunque con el Carpo leíamos
Patoruzito o El Tony”, cuenta Amaya. Pero Spinetta y Pappo no se pelearon
por música. A diferencia de Sui Generis, Pappo aceptó a Almendra.
Con el ‘Flaco Mamadera’ vagaban por la calle y compartían zapadas”,
dice Amaya. De ahí surgió El parque, que Spinetta grabó
con Pappo, Pomo y Black Amaya para el primer disco de La Pesada.
También incluyó en su disco Spinettalandia y sus amigos (1971)
dos temas del Carpo: Era de tontos y Castillo de piedra. Los había unido
una guitarra y eso los distanció. En busca de nuevos horizontes, Spinetta
se fue a Francia y, como gesto de amistad, le regaló su guitarra a Pappo.
El Carpo la dio como parte de pago por una Les Paul con la que se había
calentado en Madrid, durante su primer viaje a Europa. “Con un regalo podés
hacer lo que quieras”, respondió. Treinta y tres años después,
en junio del 2004, dijo a Página/12: “Spinetta hizo rock cuando
empezó. Pero ahora tiene su propia música. Solamente lo hizo con
Black y David. El siempre fue así: lo conozco desde que nació”.
El fitito de Las Flores
En 1972, luego de editar el genial Volumen II (Desconfío, Llegará
la paz, Tren de las 16 y Solitario Juan), Pappo viajó fugazmente a Europa
y, además de vender la guitarra de Spinetta, perdió a Lebón
y a Amaya en el camino. Amaya y después David se integraron a Pescado
Rabioso. Al regreso, Pappo no dijo nada. Convocó a un viejo amigo de
sobrenombre Pomo, que había conocido en los primeros Abuelos de la Nada,
y a Machi Rufino, con quienes grabó Volumen III, que pasó a la
historia con Sucio y desprolijo, Sandwiches de miga y Pájaro metálico.
“Cuando terminábamos los shows, nos juntábamos a comer con
los de Pescado Rabioso y Aquelarre, en un restaurante tipo bodegón en
Belgrano. Pappo hacía un personaje que llamaba ‘Sospechoso’
y era muy gracioso”, cuenta Machi.
La formación fue tan intensa como efímera. Cuando Pomo y Machi
se fueron, Pappo debió improvisar formaciones para cumplir con los shows
pactados: una fue con Pablo Fernández en batería y un plomo jovencito
que tuvo que trocar guitarra por bajo para salvar al Carpo: Miguel Botafogo.
Debutó en mayo de 1973 en Las Flores de Lanús, un cine de barrio
muy cerca de Valentín Alsina, que en los ‘90 sería devorado
por los shoppings. “El cine se quedó sin luz en medio de un solo
de batería interminable y, para no cortar la onda, alguien entró
un Fitito a la sala para iluminar el escenario. Pappo dijo ‘sigamos’
y el solo duró hasta que la luz volvió”, contó Botafogo,
en Página/12. Poco después, Lebón y Amaya, Alejandro Medina
e Isa Portugheis –ex La Pesada– grabaron, en Volumen IV, Con Elvira
es otra cosa y Fiesta cervezal.
Cuando Botafogo fue Pappo
En 1975, después de Triángulo (Malas compañías,
Hubo distancias en un curioso baile matinal), Napolitano se fue a Suiza, Italia,
Alemania, Inglaterra, España y Holanda. Zapó en pubs lúgubres
de Londres con Peter Green, fundador de Fleetwood Mac que estaba de regreso
de un viaje místico con Jeff Beck, y con Lemmy Kilmister y Fast Eddie
Clark, en los albores de Motorhead. Cuando volvió, quiso aplicar un plan
pesado, pero no salió: ni en Pappo’s Blues VI, ni en Aeroblus (zafan
Sofisticuatro o Completamente nervioso) pudo tornar su música más
pesada. “Mi expectativa era sudar alegremente.
Lamento decir que escuchar
este disco de Aeroblus me dejó terriblemente deprimido”, dijo Pappo
al Expreso Imaginario en 1977.
Luego de editar Volumen VII protagonizó en Europa dos situaciones
insólitas. Un día, en el baño de un pub inglés,
vio venir a Miguel Abuelo –en su largo exilio– y se desparramó
en el suelo como si estuviera muerto. Miguel lo reconoció, rodeado de
personas que intentaban socorrerlo. Empezó a gritar desesperado: “Es
Pappo, se está muriendo. ¡Es Pappo!”, sin que nadie entendiera.
A los cinco minutos, Pappo se levantó y le pegó un abrazo tremendo.
Miguel permaneció blanco unas cuantas horas.
Tiempo después, Pappo giró por varios pueblos de España,
pero se cansó y se aprovechó de Botafogo. El Carpo “se escapó”
a Barcelona y Botafogo... ¡tuvo que hacer de Pappo para cumplir con el
contrato! “Tenía un terror enorme de que algún argentino
me descubriese. Medio de coté puse la jeta, porque era el único
que sabía tocar la guitarra y los españoles, por suerte, me gritaban
‘grande Pappo’”, cuenta Botafogo.
“Me voy. Chau loco”
A fines de los ‘70, la compañía de los últimos
discos de Pappo’s Blues lo intimó a grabar otro, pero el guitarrista
lo rechazó con un telegrama definitivo: “Me voy. Chau loco”.
Partió a Inglaterra donde escuchó AC/DC y retornó con furia.
El 14 de noviembre de 1980 debutó Riff en el IFT de Once y pronunció
una frase famosa: “Adiós Pappo’s Blues, bienvenido Riff”.
La gente insultó a Juan García Haymmes, el vocalista. Pero nada
sería igual después de Riff. “Todo estaba descontrolado.
Los milicos desaparecían gente. Riff salió para darles caño
a los militares. Yo tenía un amigo en el barrio que desapareció
y nunca se supo más de él. Por eso las letras hablan del apocalipsis
y las máscaras de gas. Riff fue una patada en los huevos para muchos”,
contó Pappo a P�gina/12.
El primer disco fue Ruedas de metal (Mucho por hacer, No detenga su motor),
el segundo Macadam 3’2’1’0 (La dama del lago, Profanador de tumbas)
y, previa internación de Pappo, hizo Contenidos (Pantalla del mundo nuevo
y Suzy Cadillac). “Creo en el más allá, y en el más
allá está el Dios del rock pesado. El emisario para toda América
latina soy yo: Pappo, el mesías del rock, (pero) acá a los únicos
que les dan premios y que salen en todas las revistas son los melódicos.
¿Y los de rock qué? ¿Somos los tarados? Yo soy un profesional.
No hago otras cosas y lo que gano me da para comprarme unas pilchitas, unos
disquitos y algún equipo, pero nada más”, dijo Pappo a la
Pelo en 1982.
“No deje que su
hijo vaya a ver a Riff”
Riff era un grupo de rock popular, enfrentado a Seru Giran. Las diferencias
se vieron en el B.A. Rock IV de 1982. Pero la bronca contenida de sus fans,
tras años de represión, la convirtieron en una banda de las páginas
policiales. En invierno (apenas terminada la guerra de Malvinas) tocaron en
Unión de Santa Fe con un foso en el medio, bomberos y policía
con perros; en La Falda –según Boff– había francotiradores
en los alrededores “por si las hordas metálicas bajaban de las montañas”,
y en Jujuy una asociación de padres hizo rodar folletos que decían:
“Señora, no deje que su hijo vaya a ver a Riff”. “Si seríamos
un grupo de folklore hablaríamos de la baguala, de la salamanca (sic),
del diablo, de mandinga, de los ríos, de la luz mala; pero no somos un
grupo de folklore sino de rock, y por eso hablamos del apocalipsis y de mujeres,
pero no avalamos la violencia”, contó Pappo. Riff se disolvió
por primera vez en 1984, según Pappo, porque le tocaron el culo a la
mujer del manager.
Con el traje del rey
(desnudo)
Hasta 1991, la carrera de Pappo fluctuó entre reapariciones espontáneas
de Riff (Riff VII con Vitico, Oscar Moro y JAF), detenciones por desórdenes
en la calle –patear tachos de basura, por ejemplo– y algunas formaciones
como Hoy es Hoy, que editó Pacto diabólico en 1986 o The Widows
Makers, que formó en Los Angeles en 1989 y presentó aquí
en el boliche Satisfaction. Reapareció en 1991, cuando BB King lo invitó
a tocar en el Luna Park. King lo conocía de cuando Pappo le regaló
la horma de queso en Buenos Aires y alguna vez, hacia fines de los ‘70,
lo había invitado a Las Vegas. Al final de su show, Pappo, muerto de
calor, se tiró a la pileta de Obras y alguien le avisó que King
lo estaba llamando. Salió de la pileta, se quiso poner los pantalones
de cuero, pero como estaban mojados no le subieron. Se puso una camisa larga
y fue a tocar ¡en culo!, pero contento.
Nadie se atreva
El ‘92 fue un gran año para Pappo. Pegó el hit Mi vieja
(de Sebastián Borensztein), compuso Blues local y resucitó al
Riff original con Zona de nadie (El forastero, Sube a mi voiturette). Al año
siguiente se subió al Madison Square Garden con BB King, llenó
dos Obras, formó la Juanse Pappo Roll Band, cuando un camión de
soja lo detuvo en Ruta 9. Manejaba rumbo a Villa María con el baterista
Gustavo “Bolsa” González, Roxana Santorelli y el bajista Sebastián
Link, cuando se tragó un camión “sin luces” que frenó
delante suyo. Un reflejo milagroso le salvó la vida al pegar el volantazo.
El coche se incrustó en las gomas del camión y no debajo. Terminó
en el hospital con la nariz fisurada y la pelvis fracturada. “De pedo no
me metí abajo. A mí no me gusta hacer juicios, pero a éste
se lo voy a hacer”, dijo a la revista Under Stone. Recuperado, tocó
con Edgar Winter en elGran Rex y fue invitado por Carmine Appice y Tim Bogart
para reemplazar a Jeff Beck en el trío formado en Los Angeles.
Algunos deslices
“Yo no puedo ser fashion nunca. ¡Si soy una bestia! Hasta me
quisieron dar el Martín Fierro por Carola Cassini. ¡Una payasada!”
A poco más de un año de Caso cerrado (Algunos deslices, Tomé
demasiado) y de regresar con Riff para ser telonero de Motörhead en el
Rock & Horses del Hipódromo de La Plata, Pappo intentó ser
actor. Tentado por Adrián Suar, hizo de músico y fierrero en Carola
Cassini, pero se pudrió. “¿Cómo me van a premiar por
hacer de mí mismo?”, dijo. Nunca más se lo vio en un set.
Pero la farándula y la política lo engolosinaron: no sólo
el ex de Susana Giménez (Corcho Rodríguez) le bancó Buscando
un amor (su último disco); también coqueteó con el Tata
Yofre, director de la SIDE durante el menemismo. Pappo contó a la Rolling
Stone en el 2000 que lo había conocido por Tito (viejo plomo de Pappo’s
Blues) y que le interesó trabar relación porque tenía una
gran colección de blues. Cuando visitó por primera vez su casa,
Pappo se encontró con paredes cubiertas por CDs de blues y dijo: “A
éste lo voy a cagar”. Pidió un disco raro de Muddy Waters.
Yofre agarró una escalera, subió unos metros y lo encontró
enseguida, sin dudar. “Qué hijo de puta”, dijo. “Después
salieron a decir que me había juntado con el poder; un montón
de boludeces hablaron”, dijo Pappo.
Pappo y DJ Deró
La mejor intervención televisiva de Pappo fue en el 2000 en Sábado
Bus, conducido por Nicolás Repetto. En un rincón él, en
el otro DJ Deró. En el medio, Repetto. Deró brindó: “Por
toda la gente que sale los fines de semana a bailar y porque la escena dance
siga triunfando en el mundo”. Pappo: “Yo brindo porque la música
tocada en vivo por seres humanos triunfe”. Repetto: “Bueno, Pappo,
los DJ’s también tocan”. Pappo: “¿Ah, sí?
Ahora resulta que uno se pasó toda la vida estudiando un instrumento,
viene otro, enchufa todo y te quiere hacer creer que toca”. Deró
(a Repetto): “Así como yo respeto que él toque la guitarra,
yo toco los discos”. Pappo: “Conseguite un trabajo honesto. Vos tocás
lo que otro grabó. Ojalá que pierdas el auto”. Días
después, cuando en la desaparecida FM Supernova le preguntaron por qué
había ido, Pappo respondió: “Porque quería ganarme
el auto y porque las minas que bailan están bárbaras”.
Trompadas, Spinetta y
Charly
“Me pasó a mí como le pudo haber pasado a cualquiera.
Ni estábamos hablando, fue una cosa de matoneo. No le hice nada, fue
una jugada del destino. Típico: estás en un bar, mirás
a un tipo, él te mira, vos lo volvés a mirar, y ya estás
en problemas. Así matoneó. No le perdí aprecio en lo artístico,
pero se mandó una re-cagada.” Lucas Martí relató al
No hace tiempo la noche en que Pappo le pegó una trompada en el bar Concepto
de Palermo Viejo, en septiembre del 2002. Cuando efectuó la denuncia,
el entonces líder de A Tirador Láser agregó que, después
de la trompada, Pappo le dio dos pesos. “Tomá, para que te compres
una cara nueva”, le dijo.
Pappo lo negó, después lo aceptó. Pero se llevó
el enojo de Spinetta –padrino de Lucas–, cuando lo de la guitarra
había quedado en el tiempo. Hubo tensión entre ambos en La Falda
ese año: Spinetta tenía que cerrar la última jornada, pero
hubo un cambio de horarios para evitar que se cruzaran y terminó cerrando
Pappo. Una paradoja del destino hizo que Charly García –a quien
Pappo había tildado siempre de blando– terminara más cerca
no sólo por haber compartido un set de antología en el Cosquín
Rock sino por el sentido testimonio de Charly aparecido en este medio días
atrás, más cerca que del Flaco, aquel viejo amigo que había
estado a un paso de tocar el bajo en el primer Pappo’s Blues, cuando las
cosas eran distintas.
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