Jueves, 14 de abril de 2005 | Hoy
MIRANDA! Y ENTRE RIOS, UNIDOS Y DOMINADOS
Esta no es una nota de Caras, ni de Pronto, ni de E! Es de música, donde dos músicos –que son pareja y están por tener un hijo– hablan de cómo retomar cierta estética inspirada en Virus, con el compromiso de “hacer algo nuevo”. Juliana Gattas –vocalista de Miranda!– y Sebastián Carreras –cerebro de Entre Ríos– se influyen (y fluyen) mientras alrededor absolutamente todo crece a pasos agigantados.
Por Yumber Vera Rojas
Preciosos y modernos, Miranda! y Entre Ríos conforman en estos momentos el principal frente del pop electrónico que desde el ocaso de los ‘90 peregrina en los confines del under porteño. Descendientes directos del bululú que se concentró en torno al sello Indice Virgen y del Frágil Discos del Leo García post-Avant Press, y herederos de las inflamables noches de Morocco y del destape de Belleza y Felicidad, en realidad constituyen los dos extremos de esta avanzada taciturna de texturas musicales aterciopeladas y actitudes desfachatadas. Los primeros hicieron del dance canción y la gestualidad de los vivos se volcó en su documento de identidad. Los otros se ajustaron al minimalismo del beat e institucionalizaron todo un discurso mediante una discográfica que agolpó expresiones y actores afines locales e internacionales. En apenas tres años, el subsuelo les quedó chico. Su sumo elitista reventó y ahora es aire de todos. Miranda! hará este fin de semana su primer Gran Rex y Entre Ríos, de gira por México, próximamente presentará su nuevo disco.
Pero a Miranda! y Entre Ríos no sólo los une la escena. Juliana Gattas -vocalista de la banda– y Sebastián Carreras –cerebro del trío de inspiración litoralense– también son pareja. Juntos hacen la fuerza. De hecho, los chicos quisieron posar como en una histórica foto de David Lynch e Isabella Rossellini en 1986. Advierte Juliana: “Todo es como muy rápido. Siempre que pensé en una carrera musical veía en muchos años la posibilidad de tocar en un teatro como ése o incluso la posibilidad de viajar. Y lo hicimos enseguida. Antes de que saliera el primer disco estábamos en Mendoza. Eso era muy raro para nosotros. Fue todo tan veloz que me sobrepasó. Lo del Gran Rex no lo puedo creer, pero tampoco me sorprende”. Sebastián recuerda: “Me pasó acompañarlos a un concierto y quedar shockeado de la sorpresa con lo que ellos pueden causar en el público. La capacidad de asombro se te va limitando porque ya lo nuevo no es nuevo. La gran sorpresa pasa la lógica. Lo del Gran Rex es motivo de alegría. Es simplemente tratar de hacer tu propia música, pasarla bien y que la gente también lo pase bien con vos”.
La imposición de una estética artística por parte de ambas bandas consiente toda una lectura generacional. Explica Carreras: “Representamos esa camada post-2000. Nosotros empezamos en el 2000 y Miranda! en el 2001. Ese es todo un corte. La coincidencia está en las herramientas de trabajo sobre la estética pop. Trabajamos con música electrónica aplicada a la canción. Cada uno con su particularidad. Hoy bandas como nosotros o Adicta se pasan en la radio. Forma parte de una lógica que también permite que Indice Virgen –sello encabezado por Sebastián–, desde el indie, permanezca conteniendo a sus artistas. A Indice le excede Entre Ríos. De hecho, un sello nos distribuye en Europa y otro en Norteamérica. Miranda! era lo que la gente estaba esperando. Trascendió el indie porque se arriesgaron a mostrar más de lo que éste pide. En el caso de Entre Ríos, el riesgo lo buscamos con sonidos nuevos. Uno aprende y desaprende, como dice Melero. Quizá nosotros retomamos la estética y el discurso de Virus y Los Encargados porque era lo que más nos gustaba y se trata de una cuestión filosóficamente académica. Hay un compromiso por hacer algo nuevo”.
Mientras Miranda! acude al recurso del melodrama en sus performances, Entre Ríos se apoya en la construcción de una fineza sensorial. Vislumbra Gattas: “Hubo un crecimiento visual importante en Entre Ríos. Desde la sutileza lograron un impacto muy fuerte. Por ahí permanece en el público algo visual más tranquilo que la furia que ponemos nosotros en divertirnos y que se diviertan los demás o en que suenen bien los temas”.
Tras la apatía de los ‘90, ambas agrupaciones coincidieron en el uso de la canción como herramienta para la difusión de un discurso. “La canción se representa en el momento de su interpretación, no cuando está escrita en un papel. Por eso ambos entendimos su importancia. En los ‘90 se renunció a la canción. Pero en el 2000, no sé bien por qué, se sintió la necesidad de ser parte de esa letra”, cuenta Sebastián. En torno a Miranda! circula una sensación de liberación. Señala Juliana: “Justo nos tocó a nosotros como a la escena dance, donde también se dio una libertad generalizada. Pasás la puerta del boliche y es una fiesta donde no importa nada. Nosotros nos metimos por ese lado a tocar. Pero el descontrol no fue una propuesta nuestra. Buscaba algo más inocente como teatralizar una canción o divertirme mientras toco. No teníamos la ideología de que la gente tenía que venir a los shows a ser gay o no. No me hago cargo de eso. Una constante en nuestros conciertos es la diversidad, sigo viendo gente grande, y cuando no vea eso y vea a todo el mundo uniformado, ahí sí me hago cargo”. Los únicos que se pierden el fenómeno Miranda! son ellos mismos. Retoma Sebastián: “No hay otro similar en la Argentina. Si no están ahí, no ocurre. Eso es muy fuerte. Es un punto de riesgo que desgraciadamente en la cultura rock es más fácil de manejar”.
El tiempo que viven como pareja, padres de una futura nena y colegas, influyó en el proceso de composición de Onda, el nuevo disco de Entre Ríos. Ya se verá con Miranda! “Hace un mes que terminamos un disco que tardamos tres años en hacerlo, no haciéndolo propiamente sino tomando la decisión de hacerlo. De Miranda! aprendimos a divertirnos cuando salimos a tocar. Es importante y sano. Si te creés la solemnidad hacia adentro, terminás aburriéndote. Se vuelve tenso, y la tensión la tenés arriba del escenario y abajo también. Por eso es importante conservar la capacidad de divertirnos. Lo que buscamos es que nos divierta tocarlo, que nos haga vibrar. Para mí el click es importante, quizá por una cuestión generacional porque estoy muy pegado a los ‘90. En esa época había muchos dogmas y autoimposiciones. Y me parece que lo que ellos produjeron en escena es importante. También pasó este cambio porque estoy con ella, implicado en la situación Miranda! Ella también está involucrada con Entre Ríos porque me acompaña, porque está cuando hago las canciones o cuando ensayamos.”
Juliana trata de vivir con simpleza esta conjunción. “Del Gran Rex vamos a hacer un DVD y estamos poniendo mucha atención en eso. Hice bastante shows ya embarazada, y después de esto voy a parar. Supongo que también en ese tiempo me sentaré a reflexionar sobre Miranda!, porque hasta ahora nunca paré. Estoy pensando en la beba, en el grupo, en lo que pasa y en lo que pasó. La idea de hacer el próximo disco está. Por ahora, las canciones las está haciendo Ale. Luego veremos qué estética tendrán.”
Pese a los ajetreos, hay espacio para lo extralaboral. “Cuando nos vemos en la noche, hablamos de lo que hacemos. Cada tanto nos juntamos, y ahora que tenemos una pancita extra comemos más. Mientras que Juli esté concentrada con la bebé, me gustaría hacer música que no sea para Entre Ríos. También durante algunos meses voy a parar. Pero Entre Ríos recién tocará en agosto porque en julio nace Juana. Me gustaría estar en casa y brindarle música a la nena, aparte de los cuidados que merece”, cuenta Sebastián. Más allá del encanto que pueda encerrar este momento, tratan de vivirlo con privacidad y cautela. Concluye Juliana: “Por más que al grupo le esté yendo como le está yendo, todavía me siento una cantante. No entiendo que alguien quiera saber de mi vida, no me parece que esté sucediendo eso porque lo que pasa con las revistas es que la gente quiere saber qué pasa con la vida íntima de algunos. Aun con el mayor de los respetos, cuando se te acerca alguien es raro”.
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