Jueves, 16 de junio de 2005 | Hoy
ROCK-POP ESPAÑOL EN BUENOS AIRES
Si bien en la Argentina el pop es una tarea pendiente que imprudentemente dilató su definición luego de los mejunjes en los que se involucró desde la segunda mitad de los ‘90, en España ya perdió el sentido de la razón. Tras Operación Triunfo, la mediocridad de David Bisbal ahora tiene parangón con el prejuiciado pop electrónico de Parade. No obstante, sin el propósito de asentarse en los –a veces– tortuosos caminos del kitsch, La Buena Vida traslució la naturaleza del pop como concepto para posicionarse en la beatitud de lo sencillo y lo rotundo. Y es que este sexteto, que debutará el sábado 18 y el domingo 19 en Buenos Aires en el ND/Ateneo, sin ahondar en el mainstream sobrevivió a las numerosas asonadas sonoras de la Península para convertirse en uno de los grupos referenciales del pop español. Pedro San Martín, bajista del grupo, señala: “Pese a que tenemos repercusión, no nos fijamos en si somos abanderados de alguna movida. Sólo nos concentramos en seguir un patrón de trabajo. Existen las fronteras entre el under y el mainstream en España, el problema es que ahora no se sabe dónde están”.
Sigue Pedro San Martín: “Nuestras presentaciones son largas. Hacemos un repaso bastante amplio desde el primer disco, que data de 1993, hasta lo más reciente de la banda. Lo que pretendemos es un recital que sugiera vigencia”. La Buena Vida continúa el sendero que trajo hasta acá, aunque ya disueltos, a los también vascos de Le Mans hace ya algunos años. “Comenzó una correspondencia interesante entre la Argentina y España. Es increíble que muy poco se sepa acá de lo que sucede allá. Sin embargo, Andrés Calamaro es un auténtico maestro. Su obra es increíble. Y a partir de las visitas de Entre Ríos se abrió una brecha hacia lo más nuevo.”
Después de más de 15 años de trayectoria, Album, su nueva producción discográfica publicada este año en la Argentina, se convirtió en el disco que finalmente los constituyó en un hito en España. Las canciones de este sexto trabajo se ofertan como imágenes de tres minutos y pico sobre el amor primaveral y sus variantes, aunque en realidad contienen una serie de códigos estéticos que deambulan por estados emocionales aunados a circunstancias sociales o que incluso se refieren a situaciones puntuales, como la etapa mexicana de la filmografía de Luis Buñuel. “Nos gusta tratar bien a la canción, por eso nuestra ironía no es explícita. Exponemos la tristeza y el hartazgo o la asunción y la queja a través de otras formas. Se trata de la desilusión personal. Es la parte escondida que llevamos cada uno de nosotros, y que la reflejamos mediante la metáfora.”
La puesta sonora del grupo de San Sebastián, que se distingue por la dinámica vocal de Irantzu Valencia y del guitarrista Mikel Aguirre, consigue lugares comunes con la emoción y sensibilidad de Stereolab, The Divine Comedy, The Pastels, la obra de Mancini y Morricone, y hasta el erotismo de Gainsbourg. “Pasamos por diferentes fases. La novedad es lo que marca cada disco. Podrás encontrar producciones de La Buena Vida que apuntan hacia el pop, otras hacia la electrónica, algunas más guitarreras y hasta referencias a la canción francesa. Transitamos por etapas de decaimiento y otras de resurgimiento. Es la perseverancia ante la insistencia lo que marcó nuestra estampa. El pop inglés es muy influyente en nuestro trabajo, pero también el cine norteamericano de los ‘50 y ‘60.”
La Buena Vida apareció en la transición del cóctel que significó la efervescente movida madrileña de los ‘80 a esa suerte de borrachera de yeites sónicos en la que se transformó España en los ‘90. En esa estampida, el País Vasco contribuyó con tres movimientos: el Rock Radical Vasco, representado por Negu Gorriak; el Getxo Sound, asociado a El Inquilino Comunista; y el Donosti Sound, protagonizado por La Buena Vida. “Hay que desmitificar la filosofía del indie, el mercado cambió todo. Vistos desde fuera podríamos ser una isla. Si bien todas las bandas no cantaban en inglés y determinados grupos eran buenos, no teníamos que ver con ellos. Lo que sucedió es que el crecimiento de laescena de San Sebastián coincidió con esa época. Lo nuestro se acercaba al pop de los ‘60 y la cultura rock de los ‘80. No nos interesaba hacer grunge. Pese a que el boom de los ‘80 pasó, no dejamos de ser fans de Alaska o de Family. Durante esa época, bandas y músicos de San Sebastián probaron suerte en Madrid. Finalmente, el trabajo de esa generación fue reconocido.”
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