BUENOS AIRES, CADA VEZ MAS, SEDE DEL DANCE
Groove, big beat, funky breaks, breakbeat, rock, soul, hip hop y siguen los estilos. Las bandejas del mundo piden pista en esta ciudad.
› Por Yumber Vera Rojas
Este fin de semana se conocerá el nombre del DJ que representará a América latina en el desenlace de la tercera edición del Heineken Music Thirst, a celebrarse en Sudáfrica en enero próximo. En esta parada porteña, durante la primera fecha se producirá la final nacional y al día siguiente se realizará la regional, donde el exponente local deberá medirse frente a los ganadores de México, Puerto Rico, República Dominicana, Brasil y Chile. Y qué mejor que cuatro plenipotenciarios del dance global para decidir quién será el vencedor. Roger Sanchez, BT, Erick Morillo y Tom Findlay de Groove Armada son las voces autorizadas dentro de este proceso de escogencia. Tras cada eliminatoria, ofrecerán sendos sets. Mañana lo harán en Mint Sanchez y BT y el sábado le tocará a Morillo y Groove Armada en Pachá. Si bien el grupo inglés vendrá en plan de DJ set, esta vez habrá chance de ver por lo menos a uno de sus dos creadores en acción –Andy Cato no participará en esta actividad–. A diferencia del año pasado, cuando el crew apareció en el escenario central de la Creamfields sin sus líderes. Findlay lo justifica: “Sé que fue algo muy raro. No discriminamos ni a la Argentina ni al resto de América latina. Esa misma performance se produjo en Estados Unidos, Francia y Alemania. En el único show que estuvimos fue el de Londres. Lo que pasó es que tanto mi señora como la de Andy estaban por dar a luz”.
La combinación de ritmos de origen afroamericano y jamaicano con el techno y el house se volcó en la principal estampa de Groove Armada, que encontró en las propuestas de Audio Bullys y The Streets dos lenguajes afines. Tom asegura: “Pienso que tenemos algunos puntos en común, especialmente con The Streets, con quienes compartimos el sonido del reggae londinense”. Nativo de la capital británica, este dúo participó de esa tez del under que desde el ghetto esboza la actual vanguardia electrónica inglesa. “Hay tantos grupos en este momento que sólo tenés dos opciones: o te quedás en el under o mirás hacia el mainstream. Vos decidís qué es lo mejor para tu música. En los suburbios es donde pasa lo más interesante. Es el mejor espacio para la creatividad.” Después del disco de grandes éxitos publicado el año pasado, y luego de este show en Buenos Aires, Andy -quien lanzará pronto su primer trabajo como solista– y Tom entrarán nuevamente en los estudios para preparar el quinto álbum de la banda. Hasta ahora se les hizo difícil superar el éxito de una producción como Vertigo o de un himno como Supertilylin. Findlay, quien se trae para esta sesión a un MC invitado, señala: “Es muy complicado, pero hay que intentarlo”.
Además de Nortec Collective, Supervielle, Thievery Corporation, Medicine 8, Felix Da Housecat y del cortejo de artistas nacionales, la segunda edición del Personal Fest ofrece a The Crystal Method. Este dúo se transformó a mediados de los ‘90 en el símbolo estadounidense del big beat y el funky breaks, géneros que en el Reino Unido promovieron The Prodigy, Fatboy Slim y The Chemical Brothers. Desde entonces, surgieron las comparaciones entre Manchester y Las Vegas. Scott Kirkland, quien junto a Ken Jordan lleva este laboratorio, recuerda: “Si bien tenemos muchas coincidencias, la gente nos asociaba porque somos un dúo y porque trabajamos big beat y breakbeat, pero nosotros representamos la combinación de la música electrónica con el rock, el soul y el hip hop”. Conformada en 1993, la dupla se estableció en Los Angeles en plena irrupción de las raves. Su himno Keep Hope Alive (Mantén viva la esperanza), de 1994, describe su experiencia en estos eventos. “Cuando nos mudamos de ciudad, comenzamos a tocar en pequeños clubes y en raves, y eso nos inspiró mucho. La rave era la mejor manera de comunicarse con tu comunidad, no tenías imposiciones, podías bailar y pasarla bien.”
Si bien su disco Vegas (1997) acercó al público del rock norteamericano a la pista de baile, su álbum Tweekend (2001) los introdujo en el mainstream. Pero fue con el tercero, Legion of Boom (2004), con el que consiguieron una nominación al Grammy de este año en el renglón “Mejor álbum de electrónica y dance” –finalmente lo recibió Basement Jaxx por su trabajo Kish Kash–. Y en el 2005 concibieron la banda de sonido del largometraje London, que salió a la venta a mediados de noviembre.
Kirkland marca la diferencia entre éste y su antecesor: “Tras hacer Tweekend, giramos por tres años. Eso nos permitió darnos cuenta de los cambios que queríamos practicar y del sonido que nos entusiasmaba. Legion of Boom es un trabajo dance hecho por gente del rock. En cuanto a London, es un soundtrack. Aunque fue divertido componerlo y tocarlo, no representa totalmente lo que hacemos”. En su primera visita al país, The Crystal Method intervendrá en plan de DJ set. “Durante los dos últimos años presentamos diversos formatos. Este es uno de ellos. Tenemos muchas ganas de mostrar en la Argentina el poder de nuestros grooves.”
* Crystal Method toca el sábado en Personal Fest, Dique 1, Puerto Madero.
En contraposición al concepto de la fiesta Moonpark, cuya última edición del año se celebrará el 9 de diciembre en Costa Salguero con John Digweed y Hernán Cattáneo, el próximo miércoles Niceto Club servirá de escenario para la primera versión argentina del prestigioso festival canadiense Mutek. Este evento con sede en Montreal, que ya se celebró en otros países latinoamericanos como México, Colombia, Brasil y Chile, tiene como objetivo acercar al público al desarrollo y la difusión de formas emergentes de la música electrónica y presentar nuevos artistas de vanguardia. Entre los invitados foráneos a esta experiencia inédita en el país se encuentran los canadienses Akufen, Deadbeat y Crackhause y el alemán Monolake, más el argentino norteamericanizado Ernesto Ferreyra. La delegación local estará constituida por Pablo Reche, Sr. Replicante, Flavius E, Gustavo Lamas, Leandro Fresco y Emisor. Si bien los cuatro últimos intervinieron en las realizaciones mexicana, colombiana y chilena del festival, Emisor, cultivador de la electrónica experimental, del minimal ambient y del IDM, también presentó su obra en el Mutek canadiense de este año.
Leonardo Ramella, el nombre que se escuda tras este proyecto unipersonal, describe cómo fue seleccionado: “Los organizadores vinieron hace un año e hicieron un casting en Boquitas Pintadas. Fuimos casi el ciento por ciento de los artistas electrónicos locales. Nos tomaban fotos y les dábamos música. Después me ofrecieron ir a la edición mexicana junto con Gustavo y Leandro Fresco, que fue increíble, y luego se hizo la central, donde llegan artistas de todo el mundo. Creo que les interesó mi carácter. Tiene que ver con su búsqueda, que va dentro de una línea muy minimalista”. Para Ramella, lo importante de este evento es que, así como el festival catalán Sónar –que en abril del año próximo cristalizará su primera edición argentina–, tiene el valor de ofrecer un punto de vista artístico y estético. “En Creamfields puede tocar cualquiera. Nunca lo hice porque no conozco a sus dueños, ni ellos a mi música. La selección de los participantes está en la madurez de los productores. Una cosa es el armamentismo y otra la sensibilidad.” Luego de su maravilloso disco Formosa, Emisor, quien tuvo un año importante para su exposición internacional participando en compilados estadounidenses, europeos y japoneses, prepara la salida de su nuevo trabajo. “Se llama Paranormal y creo que en él me vuelvo más preciso y esencial. Y si uno está de acuerdo con eso, es más contundente. Pero es el mismo delirio de siempre.”
Paul van Dyk llega a la Argentina en su mejor momento. No sólo viene al país para presentar su reciente disco, The Politics of Dancing 2, sino que este sábado en La Rural lucirá su chapa de DJ número dos del mundo -escolta nada menos que al imbajable DJ Tiësto–. Y es que la primera visita del productor y disc-jockey alemán, quien no esconde su emoción por esta presentación, se vislumbra como una saludable alternativa a las propuestas del progressive inglés que no dejan de azotar esta vera del Río de la Plata –aunque el principal atractivo de su obra radica en su acercamiento hacia el trance–. No obstante, y tomando en cuenta que procede de la capital del techno europeo, Van Dyk discrepa de los encasillamientos: “No soy un curador a ultranza del trance. Mis sets son bastante atípicos en ese sentido. Creo que hablar de progressive, trance, techno o house es ridículo a estas alturas. La música es una y sirve para disfrutarla. Incluso existen confusiones sobre dónde comienza un género y termina otro. Y es que realmente es bastante difícil decirte acá termina mi parte trance y acá comienza la progressive. Lo importante es tener los oídos y los sentidos atentos a los cambios. La música electrónica creció en todo el mundo y estoy muy feliz de participar en ese proceso”.
Originario de Eisenhüttenstadt, que perteneció a la antigua Alemania Oriental, Van Dyk es una consecuencia de la caída del muro de Berlín. Si bien en los ‘80 las radio occidentales berlinesas le permitieron acceder a la música de The Smiths y New Order –con quienes luego trabajó–, fue en 1991, tras establecerse en la capital del país, cuando entró en contacto con la pista de baile. Su obra mantiene cierto halo ideológico. Paul señala: “Es bastante difícil cambiar al mundo. El dance no tiene un carácter político, aunque ya la intención de trabajar un género o colocar cierto tipo de música encierre eso. Sin embargo, en temas como Times of our Lives expongo inquietudes personales como la desigualdad social”. Sobre los rasgos llamativos de la segunda parte de The Politics of Dancing, el DJ teutón explica: “Casi todos los temas fueron reescritos. El primer disco de este álbum doble es más melódico y el otro es una invitación al arengue. Quise destacar nombres del dance en ascenso como José Zamora, Whiteroom y Angello & Ingrosso”. Admirador de Sasha, creador del maravilloso álbum Seve Ways y de los hits Another Way y Tell Me Why (ambos de Out There and Back), concibió la banda de sonido del largometraje mexicano Zurdo. Y es que, aunado a las experiencias de Oakenfold y BT, el cine se convirtió en una veta para los productores de progressive. “Es divertido. En realidad, el proceso no tiene mucho que ver con lo que pongo en una fiesta. Pero se parece.”
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