Jueves, 5 de enero de 2006 | Hoy
VICTORIA MIL, BIEN BIEN BIEN
Su nuevo disco es otra prueba de esa curiosidad llamada Adrogué Sound. Julián Della Paolera y Miguel Castro hablan de la orquestación del delirio: “Le abrimos la puerta a la locura”.
Por Yumber Vera Rojas
En contraposición al aparato panóptico que establece una sociedad tan mediatizada como ésta que, según un reciente informe del PNUD, prefiere profesar el culto por los ídolos rotos de la televisión que rendirles loas a las deidades colgadas en las Iglesias, desde hace una década Victoria Mil se transformó en un cable generacional hacia el ensimismamiento. Paladines del under, en el cierre de 2005 se tomaron una pausa en el indie discográfico que los cobijó durante tanto tiempo y decidieron subirle el volumen al altavoz de su discurso. Su sexto disco, Estoy bien bien bien. tantea el almíbar del mainstream a través de su edición con el sello Art Music (filial de Popart Discos). Julián Della Paolera, guitarra y voz del cuarteto bonaerense, señala: “Para mí el underground es como una parte natural. Siempre hicimos lo que quisimos. El disco lo tuvimos listo antes de que nos ofrecieran un contrato. Camilo Lara, quien trabaja en Emi México (este productor posicionó a artistas como Babasónicos, Miranda!, Los Látigos y Entre Ríos dentro del mercado mexicano, y es frontman del proyecto Instituto Mexicano del Sonido), financió nuestro álbum con su propio dinero. El no nos exigía nada, cree en lo que hacemos. La verdad es que, por la naturaleza de cómo es el disco, está bueno que la gente lo pueda escuchar y tenga mayor difusión”.
Invocando el ensueño pop de Of Montreal, la calaña retrofuturista de Luke Vibert y la sensibilidad lo-fi de The Apples in Stereo, Estoy bien bien bien sigue la senda abierta por Este cielo de estrellas caerá (2003), el álbum anterior de Victoria Mil. Miguel Castro, vocalista y tecladista del grupo, explica: “Si bien Armas (2000) significó una transformación porque salieron el bajista y el baterista, Este cielo de estrellas caerá es como el comienzo de otra cosa, porque es compositivamente mejor que los anteriores. Hay gente que nos escuchó por primera vez con ese disco o que nos conoció mediante la canción ‘Esta época’ y no supo más nada. No somos un grupo pop, nuestra música es bastante rock. Todos estos años de trabajo nos ayudaron a tener claro qué es lo que hacemos y hacia dónde estamos llegando”. Sobre esta reciente producción, que será editada en México, Chile y España, Della Paolera apunta: “Nuestros discos son importantes en el tiempo y el lugar. Aunque es un poquito más experimental, siento que la opinión que damos sobre las cosas normales que abarcan otros grupos está buena. Eso, aunado a un montón de experiencias con distintos tipos de sonido, marcan la personalidad de la banda”.
Sus canciones son una opción ante el choque verborrágico del rock argentino. Y con la ironía como envoltorio deluxe. Julián reseña: “Al igual que el sonido, la lírica se dio naturalmente así. Jamás nos planteamos qué tipo de disco íbamos a hacer. Siento la ironía como algo serio. A veces escucho las letras como oyente y me parece que hay cosas realmente serias”. Miguel expone: “Refleja nuestra gracia. No lo cómico, sino lo opuestas que pueden ser las cosas. Es un intento de generar a partir de la locura algo que sea aceptado. No estamos en la boludez de la boludez. Estamos tratando de darnos cuenta de lo que está pasando con la gente. Creo que es un buen momento para hablar de otros asuntos. Por ahí hay gente que se hace la boluda y le da la espalda a lo que está pasando. El entretenimiento está sobrevalorado. No apoyamos la mierda ni lo malo que está sucediendo. Estamos en otro lado”.
Desde su primer disco, Todos los días hago eso (1997), la apología al delirio se convirtió en el manifiesto de Victoria Mil. Della Paolera revela: “Nuestra locura es orquestada. Generalmente, a través de las letras y el sonido, es desafiante. Asumimos riesgos”. Y Castro establece: “El delirio lo practicamos en todo sentido. Abrazamos la locura y el miedo, y no es que no tengamos miedo o no estemos locos. Estamos en contacto con eso porque es algo que a todos nos pasa. Creemos en la psicodelia. Empezamos a conectarnos con ella de otra forma. Me parece quela entendemos y la podemos mostrar de una manera apacible. Vos escuchás el disco y lo notás. Es todo un trabajo que venimos haciendo desde hace años. La locura es consciente. Hablamos desde ahí porque sentimos que proponemos una música que en cierto aspecto es también así. ¿Sabés lo que pasa? Que no se sabe tratar con la locura. A la locura se le encierra, nosotros le abrimos la puerta. Nos referimos a la locura de la música. Hablamos de una locura sana, de algo lindo, no de una locura fea ni de estar cortándose las venas”.
Estoy bien bien bien contó con la producción de Gabo Manelli y Diego Tuñón de Babasónicos. Pero no es la primera vez que éstos se interrelacionan con Victoria Mil. El bajista participó en el disco No cantes Victoria y el tecladista fue el productor de Este cielo de estrellas caerá –que apareció bajo el sello del sexteto de Lanús, Bultaco Discos–. A su vez, los Victoria intervinieron en el álbum de remixes Mezclas infame. Pese a la camaradería, Julián y Miguel no se sienten arrastrados por la ola impulsada por Jessico. Julián expone: “Cuando nos fuimos de gira con ellos, con el disco anterior, hacíamos la prueba de sonido, tocábamos nosotros y luego era su turno. Así fue como conocimos Jessico. Me parece que ahora que tenemos una relación más personal y más divertida con ellos, sentimos que transmitimos cosas como amigos. Nosotros no tenemos ninguna influencia de ellos ni nunca estuvimos cerca. Pero las veces que nos encontrábamos siempre hubo buena onda. Si coincidimos es en la insistencia. Ellos triunfaron en un momento en que nadie se lo esperaba”.
Y es que la Zona Sur tiene un no sé qué que agita los giros de la modernidad en el rock local. Originarios de la localidad de Adrogué, Victoria Mil, otrora Victoria Abril, estableció junto con Emisor y Travesti un sonido de avanzada en el país: el Adrogué Sound. Della Paolera indica: “No sentimos que el lugar nos haya afectado mucho. No obstante, creo que ahí la vagancia es distinta. Ahora vivo en Capital y hay muchos días que paso sin salir de casa. Y te lo digo en el mal sentido. Acá tenés que tomar taxis y colectivos. Allá caminás, estás vagando y no tomamos un colectivo nunca. Si no podés ir a lo de tu amigo caminando, es que vive en otro lugar. Pero todo sucede acá, siempre fuimos muy conscientes de eso. No es que por estar allá estábamos lejos. Teníamos data y veníamos siempre acá. A mí me gusta la noche y puedo salir a cualquier lado. En Adrogué salís a la 1 de la mañana y no hay nada”.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.