Jueves, 6 de abril de 2006 | Hoy
¡BOOM BOOM KID EXISTE! ¡Y TIENE OTRO DISCO!
Por Roque Casciero
La traducción al español del título del nuevo disco de Boom Boom Kid es algo así como “los muy variados estados de ánimo” del artista en cuestión. Y es más que certero, porque The Many, Many Moods of Boom Boom Kid, planteado como una compilación de lados B, instrumentales, hardcore positivo, versiones acústicas en vivo y hasta canciones registradas en grabadorcitos, funciona como un muestrario del mundo interior del ex Nekro. El lo confirma con una frase risueña, que anuncia más proyectos similares: “Este disco es el principio de una gran locura”. Según BBK, cuando cerró la etapa Fun People y comenzó con su proyecto en solitario, la idea era lanzar singles hasta tener la suficiente cantidad de canciones como para un “elepé” (¿hay que aclarar que es fan de los vinilos?). “En el disco hay muy buena vibración de todas las personas que colaboraron”, explica. “Y, a la vez, es como un resumen de lo que hago con Boom Boom Kid. Porque, por ejemplo, a veces Boom Boom Kid se va a Europa. Y se va solo, como Chuck Berry, consigue los músicos y arma los combos así. En Estados Unidos y en México también hice eso. Incluso hice shows con una consola que tiene como un karaoke, elimina casi totalmente la voz. Una vez me encontré en una situación de que estaba bueno tocar en un garage, había mucha gente que tenía ganas de escucharme, así que puse un disco y me puse a hacer tipo soundsystem. Y fue salvaje.”
Boom Boom Kid se lo pasa viajando por el mundo, fiel a su espíritu nómade, y tal vez por eso sus conciertos en Buenos Aires se han hecho cada vez más espaciados (la presentación del nuevo disco será el 16 y el 23 de abril en Niceto). Y como sus canciones tampoco suenan por la radio, como antes, a veces da la sensación de que perdió o abandonó la presencia que tenía en el panorama rockero a comienzos de la década. “El primer disco lo saqué en conjunto con DBN y ellos se encargaban de ponerlo en la radio, yo no lo hice nunca”, asegura. “Quizá no estoy porque tengo muy poco que ver con lo que está en la radio ahora. Pero no lo sé bien...”
–¿Es una cuestión musical o del negocio?
–De las dos cosas. No sé, mis discos no están en las cadenas, salvo los que hicimos con DBN. Se los ofrecimos, pero no los motiva. No me hago mucho problema tampoco: los vendemos en los conciertos, en las pequeñas tiendas... Y está bien así.
–También en las disquerías los discos están a 30 pesos y vos vendés uno con un simple de vinilo incluido a 20.
–Y bueno, soy feliz haciendo las cosas de este modo. Me gustaría que los discos estén en todos lados, pero si las condiciones son éstas, todo bien. Es ridículo, porque vas a Tower en Estados Unidos y conseguís la edición americana de Smiles from Chappanoland (segundo álbum de BBK), pero acá no está en ninguna cadena. Pero no es una negligencia mía. Tampoco creo que sea un complot ni nada de eso sino que las condiciones están dadas como para que en el mainstream se manejen ciertas cosas. No me quejo, estoy en otra movida, haciendo lo mío.
–¿En algún momento te sentiste cercano al mainstream?
–No sé, no me pongo a analizar esas cosas. Soy un músico cuyas canciones son pensamientos. Trato de tirar buena onda y hago discos que son el reflejo de un montón de mala vibración que uno recibe y hace canciones para neutralizar eso. En Ugly Records (su sello independiente) fallamos en el departamento de comercialización (risas). Tengo que aprender un poco más, quizás.
–Pero llevás muchos años sacando discos independientes.
–A mí me asusta el hecho del desarrollo. Soy medio tardío: el pelo en el pecho me salió muy tarde. Tardo más que los otros pibes para acostumbrarme a los cambios del crecimiento. Y no es que lo hago a propósito: soy así y me cuesta un montón la manera en que se dan las cosas a medida que uno va creciendo. No tengo una mentalidad comercial y no pienso que lo más importante es pagar el alquiler. Mientras viajaba por el mundo con Fun People, vivía en un squat. Y no era porque fuera rebelde sino porque notenía lugar donde ir a parar. Porque había que juntar para pagar la grabación de un disco, para la camioneta, para los pasajes... Entonces elegía.
–Entre esas elecciones, ¿también estuvo el final de Fun People? Porque eras el único miembro de la banda que estuvo siempre, podrías haber seguido con el nombre.
–Cada persona que estuvo en Fun People puso lo suyo. Capaz que yo tenía cosas para decir y ellos las decían con la rabia para tocar la batería o la guitarra... Cuando había una nota iba yo porque era el que siempre estaba enojado (risas). Ellos me daban el lugar para hablar, no era que yo quisiera encanutar el micrófono. Cuando Gori dijo que no tenía más ganas de seguir tocando, decidí no salir a buscar otro violero sino cerrar un ciclo y empezar otro. Eramos cuatro personas, seguimos cuando se transformó en dos, pero ya en una... No me gustó más. Y acá estoy. Las cosas en el mundo no están mejor que cuando empecé a tocar, en ningún aspecto, así que tengo muchas cosas por las cuales salir a tocar. El 25 de diciembre del año pasado anunciamos un show de Boom Boom Kid, pero salimos a tocar con Fun People sin que nadie lo supiera. Podría haber sido un suceso comercial, haber hecho varios Obras... Lo sé, porque los discos se siguen vendiendo, los chicos usan las remeras, en los shows de Boom Boom Kid piden canciones de Fun People... Pero ya está, ya se hizo.
–Para alguien que trabaja desde la independencia, ¿cómo es la situación después de Cromañón?
–Se complicó para cualquier banda underground, pero no me gusta la comodidad, por eso busco otros lugares para tocar. Pero si mi proyecto solista tiene cuatro años, vengo de una banda que tenía cierta popularidad y las cosas no me resultan tan difíciles como si recién empezara.
–¿Por qué nunca tocás en los festivales masivos?
–Lo primero que no me gustan de los festivales son los sponsors. Además, todo esto que pasó con lo de Cromañón les vino al pelete a muchas personas, dentro del poder y del negocio de la música, para tener todo más controlado. ¿Por qué van a ser ellos quienes me digan dónde, cuándo y con quién tengo que tocar? Además, el rock actual que suena por la radio, salvo por un par de excepciones, me parece pobrísimo. Por eso tampoco estoy dentro de lo que me preguntabas: la radio, los festivales, ir a ciertos lugares, relacionarme con ciertas personas... No tengo nada que ver con todo eso. La escena rockera vieja nunca nos brindó nada, ni con Fun People ni con Boom Boom Kid. Siempre nos hicieron todo difícil: se quejaban cuando poníamos los tickets baratos, nos puteaban porque poníamos el precio del disco en la tapa. Para mí, cuanto menos cerca esté del rock nacional, mejor. Con el tema de los festivales, además, ¿por qué tengo que subirme a un escenario con bandas que no me gustan, con personas que tienen otra visión? No tengo nada que ver con lo que pasó en Cromañón. Nunca toqué en ese lugar, desde el primer momento no me gustó cómo se manejaban las cosas ahí. Y duermo súper tranquilo porque jamás hice algo para generar lo que se generó ahí. Lo que pasó, en cierta manera, fue por culpa del esnobismo de muchas bandas cuya onda es el agite barrial, la bandera, la bengala... Y sólo porque la onda era así.
–No tocaste en Cromañón, pero sí en Cemento.
–Sí, pero cuando pudimos decidir las cosas por nuestra cuenta, como en qué lugar tocar, lo primero que hicimos fue generar otros lugares. Igualmente, para mí Chabán es un chivo expiatorio. No creo que haya sido algo casual. No sé si no fue algo pensado por una mente malévola. No digo que Chabán sea un santo, nadie lo es, pero esta situación les sirvió a las grandes productoras y a los sellos discográficos que se llenaron de oro gracias a las regalías de la banda que se hizo súper famosa por una desgracia, como le sucedió a los Redondos en su momento con Bulacio. Si voy a un show en un lugar cerrado y usan bengalas, la culpa es mía. ¿O voy a decir que no sabía que era peligroso?
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