CHARLIE 3 EDITO “DESAMOR”
› Por JUAN MANUEL STRASSBURGER
La voz en el teléfono llega junto a un audio en castellano neutro y a intermitentes pero airados pedidos de silencio. Pablo Florio, baterista de Charlie 3, se apresura a explicar: acaba de terminar Francia 1 - Italia 1 (apasionante final del Mundial que rivaliza con la también infartante Brasil 0 - Italia 0 de EE.UU. ‘94) y en el micro que los trae de Tucumán apagan las luces para poner una película. Al parecer, un pasajero muy interesado en el desarrollo del film pide y exige silencio. “No importa. Ya le dije que estoy trabajando”, detalla Pablo al tiempo que baja el tono y cuenta que Esteban Zunzunegui (bajo y voz) y Martín Dócimo (guitarra y coros) duermen plácidamente. “Mejor, porque están cansados y reafónicos”, informa susurrante. Se sabe: la giras en el rock son exigentes. Y el descanso, sagrado.
Por eso, en su quinta visita a Tucumán y tercera a Jujuy (en esta ocasión para presentar el flamante Desamor, cuarto disco en el historial del trío), no es de extrañar que la banda haya buscado mantener la modalidad de shows bien tempraneros y puntuales que implementa desde hace un tiempo. “Hacemos recitales matiné más que nada por los trenes: muchos chicos vienen del Oeste o de la Zona Sur y no llegan con los horarios de vuelta. Pero también (y esto pasa más en el interior) porque podemos hablar con los pibes después del show y porque si alguno quiere bolichear o conocer la movida del lugar, puede hacerlo.” Los Charlie 3 experimentan en carne propia los beneficios de esta modalidad porque –cuenta Pablo– ellos mismos aún siguen yendo a ver bandas del estilo. “Para nosotros ir a un show es como ir al club: encontrarse con amigos, tomar cerveza barata. No importa que estemos más grandes, nos sigue gustando como antes.”
Una particularidad es que este trío emopunk (teloneros de Bad Religion en el 2001) encuentra en los shows del interior con respecto a los de Capital cierta inocencia en el público. “Además de ser agradecidos porque saben que no hay shows todos los fines de semana, el público en general es mucho más abierto”, define el batero. Y relata una anécdota: “Una vez, en Neuquén, invitamos a que trajeran mochilas, remeras, skates, lo que sea, para pintarles gratis un stencil de la banda. ¿Conclusión? Vino un montón de gente con remeras de Los Piojos, de la Bersuit que también le gustaba Charlie 3. Nos dimos cuenta de que ahí la TV no afectaba tanto, que se pueden englobar los públicos para que no haya prejuicios”. Con respecto a Desamor, Pablo sostiene que la banda lo vivió “como una emancipación, un grado de madurez”. Y puntualiza: “El disco no sólo habla del desamor sentimental sino del desenamorarse de los espejitos de colores. Creer que sale el disco y ya está, cosas que sólo pasan en yanquilandia”.
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