INVESTIGACION: JOVENES PROCESADOS POR CONSUMO DE MARIHUANA
De los 14 mil detenidos por “infracción a la ley de drogas” en los primeros seis meses del año pasado, más de 10 mil fueron apresados por “tenencia” de drogas y no por tráfico. De ellos, la gran mayoría son jóvenes que tienen causas abiertas por consumo de cannabis, que en algunos casos llegan a ser detenidos. ¿Qué hacer cuando eso sucede?
› Por Facundo Di Genova
Art. 14.- Será reprimido con prisión de uno a seis años y multa de trescientos a seis mil australes el que tuviere en su poder estupefacientes. La pena será de un mes a dos años cuando, por su escasa cantidad, sugiere inequívocamente que la tenencia es para uso personal. (Ley 23.737)
“¡Trajiste dos más! Dejate de hinchar las bolas, ahora tengo que llenar otra ficha”, le dice un policía de la comisaría 31ª a su compañero, que acaba de ingresar con dos nuevos detenidos. “Lo que pasa es que los vio el comisario, son los últimos”, se disculpa. “Ustedes son unos boludos, ¿qué hacen acá? ¿Por qué no se van a fumar a la provincia, que no pasa nada?”, grita un tercero. La secuencia, que recuerda y no se la olvida más Matías F., sucedió luego de caer preso por ocultar en su mochila un par de cogollos durante la última marcha por la despenalización de la tenencia de estupefacientes para uso personal. El, un amigo y otros doce desprevenidos fueron presos por las mismas razones, hasta por una miserable tuca. Los liberaron al otro día. “La verdad no tengo ni idea si me abrieron una causa, espero que no”, dice, y no piensa averiguarlo.
Usuarios clandestinizados, algunos pocos militantes, muchos desinformados; legisladores que se hacen los tontos, policías avivados, jueces que declaran la inconstitucionalidad del artículo 14 de la Ley 23.737 y jueces que la siguen a rajatabla son los actores de un debate que al fin llegó, que parece que pronto tendrá un final, que quizá nunca lo tenga. Si de los 13.744 detenidos por infracción a la ley de drogas en los primeros seis meses del año pasado, exactamente 10.486 fueron apresados por tenencia y no por tráfico, según cifras de la Secretaría antidrogas de la Nación (Sedronar), entonces queda claro que el hábito de transportar drogas para uso personal es, inequívocamente, una costumbre social.
“La ley tiene tres figuras –explica Luis Osler, asesor legal de la revista de la cultura cannábica THC–. ‘Tenencia para consumo’, donde se ve la cantidad mínima y objetivo inequívoco de consumo, ‘tenencia para comercio’, vinculada con todas las figuras del tráfico, y en el medio tenés una zona gris nefasta que se llama ‘tenencia simple’, o aquella que no podés probar ni que era para vender ni para consumir. En esta zona gris entra toda la gente: podés tener 50 gramos de marihuana que para cualquier consumidor es nada y ni siquiera entrás en la figura del consumo personal, entrás en la figura de la tenencia simple, con lo cual sos un delincuente y tenés que cumplir con las obligaciones de un delincuente.”
Nadie quiere convertirse en un delincuente por fumar un porro, antes bien se hará lo imposible por zafar. Las historias del amigo de un amigo que se tragó una piedra para evitar ser detenido, que descartó un 25 y tuvo la suerte de que el perro que paseaba se lo comió todo sin dejar una semilla, que lo descubrieron y tuvo que arreglar, que no pudo arreglar y entonces pasó una noche en el calabozo, recorren la ciudad.
“En provincia me agarraron varias veces, pero siempre se arregla; te comés el garrón, pero con cincuenta pesos se arregla”, dice Matías F., que no piensa volver a fumar en la ciudad luego del flashazo que se comió en el Planetario. Sebastián L. también se asustó y mucho cuando fue sorprendido dándole las últimas pitadas a una tuca cerca de la vía, en Florida. Un auto de civil frenó de golpe. Escuchó: “Quietito, dejá eso ahí”. Era la policía. No tenía ni diez pesos para la coima. “Tenía 25 gramos en el bolsillo y no sé cómo hice para descartarlo, antes de que bajen lo tiré para el lado de la vía, pasó por el alambrado, cayó en el terraplén. El policía estaba re caliente porque vio que hice un movimiento raro, pero no lo pudo encontrar; me revisó todo, hasta las medias me hizo sacar. En un bolsillo me encontraron polvito de marihuana. ¿Viste cuando guardás un porro empezado y medio que se desarma? Bueno, ese polvito. Por eso y la tuca me llevaron.” En la comisaría de San Martín y Panamericana, Sebastián les imploró por su libertad y hasta les ayudó a arreglar la computadora de la comisaría. A cambio no lo metieron en un calabozo y a las pocas horas quedó en libertad, pero igual informaron al juzgado.
“Después averigüé en los tribunales de San Isidro y me dijeron que la causa no siguió porque era muy poco.” Hace unos años, Ramiro P. no tuvo la misma suerte, y la policía bonaerense encontró su compra del mes: los 25 gramos de buena marihuana, o pinito riquelme, que tenía ocultos debajo del fueye de la palanca de cambios de su auto. Esta vez, los bonaerenses no informaron al juzgado, pero Ramiro debió olvidarse del pinito y dejar unos cuantos billetes con la cara de Roca. Ahora fuma de su planta.
El artículo 14 de la ley rige para todo el país, pero hay ciertos distritos que, de la mano judicial, lo han echado por tierra. Por caso, el titular del Juzgado de Garantías Nº 6 de Lomas de Zamora, Daniel Viggiano, que declaró “la inconstitucionalidad de la norma que pena la tenencia de droga para uso personal, en tanto conculca (quebranta) el artículo 19 de la Constitución Nacional al invadir la esfera de libertad individual que ella consagra”. El joven había sido detenido y procesado por un bagullito de 4,8 gramos de marihuana, antes conocido como un cinco pesos. “De la General Paz para afuera dejó de ser un delito federal, y como en provincia están tapados de delitos de verdad, dijeron ‘vamos a sacarnos de encima todo este laburo al pedo’”, reseña Osler.
Las causas abiertas por tenencia para consumo son una incógnita para quienes fueron detenidos: la mayoría prefiere no averiguar nada y olvidar el mal rato. Según el asesor legal de THC, “muchas prescriben, muchos juzgados ni te avisan y las cierran, pero hay otros juzgados que sí las continúan, el chico ni se entera hasta que lo llaman para decirle que si no acepta un tratamiento se come una condena, con lo cual se generan tratamientos hipócritas que no existen”.
El artículo 19 de la 23.737 dice que el tratamiento de desintoxicación “se llevará en establecimientos adecuados que el tribunal determine”; pero cuidado: si se es reincidente y el azar o los planetas están mal alineados, o el juez no está en un buen día, y sobre todo si no se tiene dinero, no es difícil ir a parar por unos meses, por ejemplo, a la cárcel manicomio dentro del Borda, como le pasó a Javier Sánchez (ése no es su nombre), quien en 2003 compartía pabellón de mediana seguridad con locos de verdad por haber caído por segunda vez con una pequeña piedra de 50 gramos de marihuana, tal como comprobó este cronista en una visita a la cárcel psiquiátrica en donde ahora está detenido Martín Ríos, el tirador de Belgrano. Cuando el procesado es “principiante o experimentador”, la pena puede ser sustituida, dice el artículo 21, “por una medida de seguridad educativa” o rescatín, como le dicen los pibes en el barrio. Esta medida, “con una duración mínima de tres meses”, será comunicada al Registro Nacional de Reincidencia y Estadística Criminal. Entonces, el usuario deberá rezar para que nadie le pida un certificado de reincidencia criminal. Dice Osler: “Nadie va a decir ‘prefiero que me condenen’; hacen el tratamiento y mejor que tengan guita para que un psicólogo les firme algo porque, si no, terminan en un hospital haciendo cualquiera. Es absolutamente azaroso dónde terminás”.
“De desde el punto de vista real –explica Ricardo Paveto, de ARDA–, hoy una persona que porta un cigarrillo de marihuana por la calle puede ser detenida y procesada, puede que se sustancie la causa o que prescriba, y por lo tanto va a estar vinculada con un delito por un cigarrillo de marihuana.” Para reducir problemas al ser detenido, Paveto recomienda “exigir un testigo y evitar que se coloquen falsas pruebas”. Algunos especialistas indican que nadie puede ser detenido sin una orden de un juez si no está cometiendo un delito, y mucho menos ser revisado, pues sería contrario al artículo 19 de la Constitución. “¿Pero quién te avala para que vos le digas ‘no me revises los bolsillos porque son parte de mi intimidad’? Si te dicen “te voy a revisar” y bueno, “revisame” –dice Matías F.–. No te vas hacer el guapo con el policía, capaz que por eso te quieren inventar otra cosa y te rompen más las pelotas. Uno lo que quiere de última es zafar.”
Zafar es una cuestión de suerte. Ahí está el caso de Sergio E., quien las tres veces que fue detenido por la Federal con no más de dos cigarrillos de marihuana, en las tres pasó la noche en la comisaría. “Todavía me acuerdo de lo que me decía el policía: ‘Si te querés falopiar, falopiate, pero adentro de tu casa’”, dice. No sabe si le abrieron una causa, no quiere saberlo, cree que no. Del otro lado de la suerte está Martín C., que con 23 años ya ni se acuerda las veces que lo detuvo la Federal. Nunca fue preso. La primera vez, cuando lo sorprendió un patrullero fumando un finito con un amigo, arregló al poli con “un billete de diez pesos, otro de cinco y algunas monedas. No teníamos más nada. La imagen que tengo es la del patrullero yéndose y el poli adentro contando las monedas”. La última vez dijo basta. Había juntado plata con amigos para hacer una compra por mayor: 500 gramos de porro paraguayo. Fue con un baqueano a una villa de Soldati, y cuando salía con el medio lote un patrullero lo estaba esperando. “Me pidieron 400 pesos y no los tenía, zafé porque se querían quedar con el pedazo, dejé todo.” El susto hizo que Martín no haga más historias.
“No pasa por Capital o provincia, pasa por la personalidad del que te para, sea de la Federal o de la Bonaerense –dice con conocimiento de causa El Teta, 22 años, quien pasó una noche en la comisaría de Retiro por dos porros que tenía bien guardados en los huevos una noche de Copa Libertadores–. Si el chabón te quiere joder, te jode; si te quiere sacar plata, te saca plata; y si te quiere hacer pegar un flashazo y después irse, también lo hace.”
“Mis compañeros no piensan igual que yo: no te voy a levantar un pibe en la esquina por un porro cuando sé que a una cuadra de mi parada están vendiendo como animales y nadie hace nada”, le dice al NO un suboficial de la Federal de 24 años, algo cansado de que en la comisaría le digan: “Muchachos, empiecen a levantar más de leyes”, con relación a la 23.737. El suboficial, cuando no está de servicio, muy de vez en cuando, se fuma uno. “La Policía Federal tiene instrucciones muy precisas de parte del ministro del Interior de perseguir a quienes comercializan y no a los consumidores. La idea no es llevar detenido a quien está fumando un porro, lo cual no significa que no esté penada la tenencia”, dice al NO una alta fuente de la Federal, quien remarcó la frase instrucciones muy precisas cinco veces. “¡Loco, sácame de acá! –gritaba El Teta en la comisaría de Retiro–. ¡Si creen que por fumar estoy enfermo, éste es el último lugar donde debería estar!”
1 Debería evitarse el fumar en la vía pública. Si bien el consumo no está penado, sí la tenencia de lo que se está fumando. Además van a alegar que estás afectando la moral pública.
2 Si uno no está fumando, ni cometiendo delito alguno, y la policía lo detiene, se debe esgrimir el derecho al tránsito, protegido por el artículo 14 de la Constitución Nacional. Es probable que se te rían en la cara.
3 Si los agentes del orden persisten y pretenden revisar, pelar la Constitución de bolsillo y recitar el artículo 19: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados”.
4 Si aún así quieren revisar y van a vulnerar la intimidad de la persona, porque se presume que uno es un delincuente, se debería exigir un testigo para evitar que se coloquen falsas pruebas.
5 Si sos menor de 18 años y te detienen por cualquier motivo, de ningún modo pueden llevarte a la comisaría. La policía deberá informar al Consejo del Menor del distrito que corresponda. Tenés derecho a que se les comunique de inmediato a tus padres.
6 Si finalmente la policía encuentra una mínima cantidad, que se presume para consumo, no estás obligado a declarar en tu contra.
7 El uso de la fuerza o cualquier maltrato policial es un delito, y debe ser denunciado.
8 Si el policía te quiere detener porque te encontró una mínima cantidad de una sustancia ilícita, que sugiere inequívocamente el uso personal, y no hay forma de hacerlo entrar en razón, mostrale el recorte de esta nota, y señalá el párrafo donde dice “el jefe de policía tiene precisas instrucciones para no perseguir a los consumidores”.
9 Si aún así vas a parar a la comisaría, tenés derecho a hacer una llamada.
10 Si te pasó todo esto, pero en lugar de dos porros te encontraron con medio kilo de prensado paraguayo para repartir con los pibes, estás hasta las manos. Como consuelo, debés saber que tenés derecho a un abogado gratis.
“Amigos, público, gente: quien me conoce, sabe que esta banda es mi vida y, si yo hoy no puedo estar, es por algo. Sí. Por fumar y tratar de conseguir faso para que no me falte, alguien me denunció y la estoy pagando. Les pido a todos los que me conocen que apoyen esta etapa de la banda sin mí, porque sin los demás músicos yo no soy nada, ni nadie. Hasta pronto. CHACA. 28/05/05.”
Al momento de escribir estas líneas en la página web del grupo Gente de Barrio, el Gordo Chaca, su cantante y líder natural, llevaba cinco meses detenido en el Pabellón 12 de la cárcel de Villa Devoto, cumpliendo una pena de cuatro años y tres meses por tenencia y venta de marihuana, gracias a la denuncia de un vecino poco copado. ¿Camiones descargando a medianoche? ¿Plantaciones clandestinas? Nada de eso. En su casa sólo encontraron 70 gramos de cannabis, valuado en unos ciento setenta pesos. Atentos: una simple compra mensual puede tener un costo demasiado alto. “Ese es el precio que estoy pagando”, reconoce Chaca ante el NO, quien asegura que lo único que le queda es “aguantar los trapos, poner el pecho y bancar la que venga”.
Hasta aquella desafortunada jornada del 22 de diciembre de 2004, Gente de Barrio era una combo rockero en ascenso, con un disco autogestionado (Por el camino en el que vamos) y una historia que llevaba siete años de patear el under y compartir escenario con algunos amigos como Los Cafres y Mancha de Rolando. Y gran parte de lo aceitado de aquel circuito de ensayo–asados-shows-ensayo se centraba en la figura del cantante, que aun hoy, imposibilitado de participar activamente, se las ingenia para no perder un día sin trabajar: “Acá adentro hice un montón de canciones. De hecho pude meter una viola y escribí muchas cosas que quisiera hacer cuando salga, porque lo que me mantiene vivo es el sueño de lo que queda. Creo que si no tuviera la guitarra me hubiera muerto de pena”, confiesa.
La única vía del Gordo de comunicarse con el mundo exterior es un solicitado teléfono semipúblico –que comparte con más de 200 narcotraficantes y estafadores–, a través del cual los internos realizan llamadas con tarjeta que rondan los veinte minutos. Así, Chaca habla con el manager, ofrece entrevistas y le quema la cabeza al resto de la banda con planes abrumadores. El pibe no para. “Te juro que me acuesto todas las noches pensando en lo que nos falta y me imagino cómo va a ser el primer show que demos, al menos conmigo afuera, porque ellos siguen tocando sin mí. Tienen que seguir porque Gente de Barrio no soy yo solo”, comenta.
Desde su encierro –que finalizará a comienzos de octubre– hasta la fecha, este señor de 36 años, barba tupida y sonrisa fácil se las arregló para que todos sus compañeros estén al tanto de sus composiciones intramuros. ¿Cómo? A la antigua: “Cuando vienen a visitarme, les muestro los temas que compuse y se los paso con la boca (simula una guitarra), así les voy adelantando algo. Eso nos mantiene más juntos”. Su condena no se cumplirá de manera efectiva, por lo que la sentencia de cuatro años y monedas se redujo a dos y nueve meses. Un amargo consuelo para un tipo que, desde adentro, intenta descifrar los criterios de la Justicia argentina, ante el vacío legal de una problemática (el consumo de marihuana) que ya no conoce de estratos sociales. “¿Cómo puede ser que a un violín le hayan dado 16 años de cárcel domiciliaria y a un chabón que tenía 35 kilos de faso le den casi lo mismo que a mí? ¿A quién jodo?”, se queja Chaca. “No tengo problemas en decir por qué caí en cana, porque me parece una pelotudez. Además, si piensan que no voy a seguir fumando cuando salga, se equivocan. Mientras no joda a los demás, yo con mi vida hago lo que quiero.”
Pero él sabe que no está solo. Lo esperan muchos seguidores, canciones nuevas, su mujer (detenida en el mismo allanamiento y ahora está en Ezeiza) y un puñado de nombres que remiten a un sueño inconcluso: Darío, Gastón, Alejandro, Adrián, Fernando, Matías y Martín: Gente de Barrio. Desde un texto colgado de su site de Internet, ellos le hacen el aguante: “Hoy estamos los que estamos por el mismo motor que al mismísimo Chaca le mueve el alma y le hace vibrar el corazón; el rock, el reggae y las otras yerbas que dan vueltas por la esquina de cada barrio”.
Cuando octubre amanezca sin estandartes, el Gordo de sonrisa amplia, que dice sentirse “oxidado por la inactividad”, pisará las calles y volverá a su vida de siempre, aunque su temporada en el infierno le haya dejado un racimo de términos tumberos. “La verdad es que perdí todo. Y hoy la única luz de esperanza que tengo es mi banda de rock, que es lo que me motiva para salir a ver qué carajo nos puede deparar el destino. Hay gente que a mi misma edad ya está entregada, cansada. Pero yo todavía no empecé.”
* La web de la banda es www.gentedebarrio.com.ar
En noviembre de 2003 ingresó al Congreso un proyecto para la “despenalización de la tenencia de estupefacientes para uso personal” que preveía suprimir la pena a quien tuviera drogas “cuando por su escasa cantidad y demás circunstancias, surgiere inequívocamente que la tenencia es para uso personal”. El proyecto llevó la firma de quince diputados de las más variadas fuerzas políticas. No prosperó. Un año después, la diputada Diana Conti presentó un proyecto similar, sólo que esta vez también iba contra el artículo 5º de la ley, que reprime “con reclusión o prisión de cuatro a quince años” a quien, por ejemplo, tenga semillas de marihuana, o las germine para cultivo, o las plante en su propio jardín. El proyecto decía que “cuando por la escasa cantidad sembrada o cultivada y demás circunstancias, surja inequívocamente que ella está destinada a obtener estupefacientes para uso personal, el hecho no será punible”. Se trató del primer proyecto de legalización del cultivo para uso personal. Ni siquiera fue tratado. “Hay que anular la figura de la tenencia simple y decir que la tenencia no es punible, y el Estado deberá probar si lo que tenés lo estás usando para una finalidad distinta que para el consumo”, se enoja Osler. “Al estar penalizada la tenencia para uso personal, los usuarios van adquiriendo formas semiclandestinas de consumo y sólo se hacen visibles para aquellas agencias del Estado que están dedicadas a la represión, no para las áreas sanitarias”, arremete Paveto. En el próximo número de THC se publicará el proyecto de ley de Osler, que pugna por “despenalizar la tenencia y el cultivo de cualquier sustancia”, entre otras cosas. “Si quieren agarrar narcos de verdad, no alcanza ni siquiera con los peruanos de la 1.11.14. Hay que agarrar a quienes manejan la estructura económica del sistema”, cierra Paveto.
Sólo cuatro de cada diez condenados por infracción a la ley de drogas fueron sentenciados por comercialización.
De más de 2 mil condenas, unas 897 fueron condenados por “tenencia” y “consumo”.
En 2005 hubo 22.378 delitos vinculados con las drogas, de los cuales 8220 son de la provincia de Buenos Aires, 7861 ocurrieron en la Ciudad de Buenos Aires y 1447 en la provincia de Santa Fe.
Se condena el 10 por ciento de los delitos por infracción a la ley de drogas registrados por la policía.
En 2006 hubo 31.258 detenidos por infracción a la ley de drogas.
De una encuesta a 62.700 estudiantes de 13, 15 y 17 años del
secundario de todo el país (2005), el 8,7 por ciento fumó marihuana alguna vez, el 5,3 por ciento lo hizo el último año, el 3,1 por ciento durante el último mes.
De una encuesta (2006) a los estudiantes universitarios del interior del país, el 17 por ciento fumó porro alguna vez, 10,7 por ciento fumó durante el año, 5,3 por ciento lo hizo durante el último mes. La marihuana es la droga más consumida luego del tabaco y el alcohol.
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