Jue 08.11.2007
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THE RAPTURE INCITA A LA FIESTA EN EL GRAN REX

“Vengan para adelante”

Vito Roccoforte invita a “saltar barreras” en Buenos Aires y repasa aquellos tiempos entre San Diego, San Francisco y Nueva York. El baterista recuerda la explosión de su agrupación e involucra a James Murphy de LCD Soundsystem (quien a su vez habla sobre The Rapture en la página 4 de este suple).

› Por Roque Casciero

Quizás alcance con decir que The Rapture salió de gira con The Cure y Daft Punk para entender el amplio abanico de influencias que este cuarteto neoyorquino demostró en sus dos álbumes, el llamativo Echoes de 2003 y el notable Pieces of People we Love del año pasado. “Es fantástico poder saltar las barreras”, le dice al NO el baterista Vito Roccoforte, principal vocero del grupo, que formó en 1998 con su gran amigo de la infancia, el cantante y guitarrista Luke Jenner. The Rapture se consolidó con la llegada del bajista y cantante Matt Safer, y más tarde con el tecladista Gabriel Andruzzi, y de la mano del dúo de productores DFA (ver página 4) incendiaron las pistas de medio planeta con el single House of Jealous Lovers: rock y baile en un cóctel explosivo, o una banda con formación típicamente rockera y un groove seco, aséptico e inquietante. El 15 habrá oportunidad de bailar en el Gran Rex, aunque las butacas molesten un poco: “Vengan para adelante y muévanse tranquilos”, invita Roccoforte, que no conoce a los muchachos de traje que “cuidan la seguridad” durante los conciertos en teatros argentinos.

–¿Fue una decisión crear una banda de música bailable?

–Sí, en cierto sentido. Luke y yo crecimos en San Diego, donde directamente no había nada de música bailable. En realidad, funcionaban algunas discotecas, pero no eran algo habitual para dos pibes de los suburbios. Después nos mudamos a San Francisco, donde sí había una escena dance, especialmente en los clubes gay, pero fue recién cuando fuimos a Nueva York que nos encontramos en una ciudad con una importante historia de música bailable, donde hay montones de discotecas. Ahí conocimos a dos DJs, Don y Marcus, que tenían una súper disco en Manhattan a la que llevaban a los Chemical Brothers y a Felix Da Housecat, y nosotros bailábamos toda la noche. Eso nos amplió el panorama y nos hizo interesarnos en la música bailable.

–¿Eso te cambió como baterista?

–Sí, sin dudas. Antes nunca había tocado esos beats y descubrí que eran muy interesantes. Fue por eso que decidimos que intentaríamos hacer música dance como banda de rock. Al mismo tiempo, era muy aburrido tocar en el circuito de indie rock en ese momento: los chicos se paraban a mirar y como mucho movían la cabeza, pero casi no se movían. Y si ibas a los grandes shows de rock, la gente se golpeaba entre sí en el moshpit. Estábamos hartos de eso y nos pareció que hacer música bailable era una buena forma de que la gente se moviera e interactuara. Entonces hicimos House of Jealous Lovers intentando que fuera como una canción del house de Chicago de los ‘80. Como no teníamos una máquina de ritmos, traté de tocar la batería como imaginaba que lo hacía una máquina.

–¿Cuál fue la importancia de que DFA trabajara en su primer álbum?

–Cuando conocimos a James (Murphy) y a Tim (Goldsworthy), recién nos mudábamos a Nueva York, y no habíamos conocido a nadie como nosotros, que viniera de un background rockero y que tuviera interés por la música bailable. En ese momento eran escenas separadas: bandas por un lado y DJs por el otro. Encontrarnos con ellos fue muy excitante porque compartíamos muchas ideas y gustos musicales. Ellos querían empezar su sello y, desde su punto de vista, éramos la banda ideal para eso. Y entre todos logramos armar una escena en Nueva York, sin pensar en salir a conquistar el mundo: era todo bastante inocente. Fue un gran momento y fue muy importante porque sentimos que no estábamos solos, que teníamos apoyo como banda. Supongo que nosotros significamos algo parecido para ellos.

–En una nota publicada en este mismo suplemento, James Murphy asegura que casi los destruyó cuando trabajó con ustedes. ¿Qué pasó?

–(Se ríe) No nos llevamos muy bien, éramos tipos difíciles como banda. Creo que ahora todos crecimos mucho, pero en ese momento nos peleábamos por cualquier cosa. Teníamos fuertes opiniones acerca de partecitas estúpidas y perdíamos mucho tiempo discutiendo. Fue un disco divertido de hacer por momentos, pero en otros se tornaba muy difícil. Y no tuvimos tiempo de sentarnos a reflexionar sobre lo que había pasado, porque de inmediato House of Jealous Lovers y Losing my Edge (de LCD Soundsystem, la banda de Murphy) empezaron a sonar en todos lados.

–Dos temazos.

–A mí también me encantan. Además salieron en el momento justo y le llegaron a gente diferente. Muchos DJs y gente de la comunidad dance las tomaron como propias, supongo que porque estaban esperando que apareciera algo nuevo desde hacía rato, y algo similar pasó en el rock. Cuando nosotros sacamos House of Jealous Lovers, pensamos que quizá no iba a gustarle a nadie, aunque James adoraba la canción y estaba seguro de que iba a funcionar. Un mes más tarde nos invitaban a tocar en Europa y nosotros pensábamos que el mundo había enloquecido.

–¿Qué te parece que se los compare con bandas como Gang of Four, ESG, Liquid Liquid o algunas de la no wave neoyorquina de fines de los ‘70?

–Por supuesto que escucho algo de eso en nuestra música, porque son bandas que nos gustan mucho, pero creo que ya no tenemos influencia directa de ellas. Incluso cuando estábamos escribiendo Echoes nunca nos sentamos a tratar de hacer canciones como las de Gang of Four.

–¿Y qué hay con The Cure? Porque mucha gente los ligó a ellos, pero más que nada por la voz de Luke en el primer disco.

–Es cierto, no tenemos tanta influencia en términos musicales. Como decís, la relación fue por la voz de Luke, pero ni siquiera suena parecida a la de Robert Smith todo el tiempo. Creo que lo que pasó fue que en el primer tema de nuestro debut, Olio, la voz de Luke sí suena muy parecida a la de Robert Smith (se ríe), y ésa fue la primera impresión que tuvo la gente sobre nosotros. Ahora Luke suena a Luke.

–El dijo que antes pensaba que tenía que sentir dolor cuando cantaba y que después se dio cuenta de que estaba bien divertirse.

–Ese fue un gran cambio para el segundo disco... y para Luke como persona: ahora es mucho más feliz.

–¿Qué más cambió entre los dos discos?

–Entre otras cosas, intentamos reforzar la composición, así que escribimos como treinta canciones. Y también queríamos ampliar el rango de influencias, porque a todos nos gustaba el pop norteamericano contemporáneo, del cual buena parte es hip hop y R&B. Para el segundo disco tratamos de ser una banda de R&B; cuando alguien nos pregunta qué música hacemos, contestamos “R&B”.

–¡Pero no tienen nada que ver con ese género!

–(Se ríe) Y bueno, nos sale así. Es como lo que decía de House of Jealous Lovers: quisimos hacer un track tipo house de Chicago de los ‘80 y definitivamente nos salió otra cosa.

–¿Qué intentarán ser en el próximo disco?

–Ni idea, recién estamos empezando a trabajar. Tenemos un puñado de riffs que nos gustan y supongo que de eso saldrán algunas canciones nuevas. Para ser honesto, son muy diferentes entre sí, así que no sé qué resultará.

* The Rapture toca el 15 de noviembre en el teatro Gran Rex, Corrientes 857. A las 21.

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