NOTA DE TAPA
“Hice que se separaran todas las bandas con las que trabajé”, cuenta el creador de LCD, quien mostrará parte de su segundo trabajo en la Creamfields de Buenos Aires. ¿La electrónica puede tener ironía? Con Murphy, parece que sí.
Cuando James Murphy empezó mezclar post punk con dance, su figura de oso simpático sobresalía en un panorama musical poco acostumbrado a esos menesteres. No hay más que recordar la primera visita de LCD Soundsystem (la banda y también el alter ego de Murphy) a Buenos Aires, en la que los clubbers extrañaban el éxtasis del bombo en negra mientras lo miraban gritar, hacer sonar su cencerro y sacudirse espasmódicamente frente al micrófono. O pensar en que nadie hablaba de dance punk antes de que Murphy, como parte del dúo de productores DFA, metiera mano en el Echoes de The Rapture (ver página 3). Hoy el panorama es diferente, con bandas como Klaxons o Justice acaparando titulares en el primer mundo, pero Murphy todavía se siente fuera de lugar. “Es más el tiempo de esas bandas que el mío”, le dice al NO por teléfono. “Yo hago lo que hice siempre y sigo disfrutándolo. Por supuesto que hay una conexión musical con esas bandas, pero no estoy tan involucrado como con The Rapture. En ese caso yo era el productor y estaban en mi sello, así que era diferente. Además soy un viejo (risas). No soy un pendejo que piensa en las escenas, sólo trato de hacer el mejor disco para no sentir vergüenza dentro de diez años.”
* John Digweed, LCD Soundsystem y 2 Many DJ’s se presentarán junto a Chemical Brothers, Dubfire, Carl Cox, Hernán Cattaneo y Craig Richards, entre otros, el sábado 10 de noviembre en Creamfields, Autódromo de Buenos Aires. Desde las 15.El sábado, Murphy llegará por tercera vez a Buenos Aires para ser parte de Creamfields, pero al cerebro y músculo de LCD Soundsystem no le preocupa mucho de qué festival se trata: “Para mí lo importante es que se haga en la Argentina, lo paso muy bien allá”, afirma. En esta visita podrá tocar los temas del excelente segundo disco de la banda, Sound of Silver, aunque anuncia que el show será balanceado con canciones anteriores. ¿Buena oportunidad para volver a escuchar Daft Punk is Playing in my House y Losing my Edge? “Ehhhh, vamos a tocar algunos temas viejos, no todos. Disfruto haciendo las canciones que generan un mejor show, no importa de cuándo sean”, responde el señor Murphy.
—En Sound of Silver grabaste todos los instrumentos. ¿Por qué no lo hiciste con la banda que te acompaña en vivo?
—Es porque las canciones no existen. Voy haciéndolas a medida que las grabo. Una vez que ya están grabadas, puedo mostrárselas a los músicos para que las aprendan, pero cuando todavía estoy haciéndolas tendría que explicarles demasiadas cosas y prefiero hacer a hablar.
—Pero en vivo casi lo único que tocás es un cencerro. ¿Por qué te gusta tanto?
—Me gusta toda la percusión, las panderetas, las campanas. Pero parece que la gente nota más cuando tengo el cencerro, debe ser porque tiene un sonido muy especial.
—En el primer disco habías escrito las letras justo antes de grabarlas. ¿Volviste a hacer lo mismo?
—Sí. Un par las hice la noche anterior, pero el resto fueron en el momento, porque de ese modo evito ponerme muy “inteligente”. Tengo la tendencia a pensar de más todo y cuando se trata de las letras eso se pone muy molesto. Prefiero que las letras sean más espontáneas porque eso me permite no quitarles sentido.
—Dijiste que North American Scum hablaba sobre la escena dance estadounidense, pero, ¿no te reís también de otras características de tus compatriotas?
—No es que me ría de la gente de acá o de la escena, es más lo que la gente piensa. Una parte es sobre la escena, otra es sobre lo que la gente piensa acá, y es bastante divertida, aunque no todo sea real. La mayor parte del tiempo estoy jodiendo. El título es fuerte, pero si escuchás la canción te das cuenta de que es graciosa.
—Otra canción en la que saliste a dar palos riéndote es New York I Love you but you’re Bringing me Down. ¿Qué es lo que más extrañás de la vieja Nueva York?
—No se trata de eso. Adoro Nueva York precisamente porque está cambiando todo el tiempo. Obviamente que extraño algunas cosas y que me gustaría que fuera más barato vivir ahí, pero así y todo es mi lugar favorito en todo el mundo.
—Eso queda claro cuando decís que todavía es la pileta en la que te gustaría ahogarte. Pero también decís que la ciudad te está deprimiendo...
—Es cierto, pero es una canción de amor, así que se supone que tiene que ser triste.
—¿Todas las canciones de amor tienen que ser tristes?
—Sí, porque, si no, son simplemente aburridas (risas). Tienen que tener un poco de tragedia. Si no, fijate en Perfect Day, de Lou Reed.
—El título Us and them suena político en estos tiempos, pero la canción no parece hablar de eso.
—La canción habla sobre una polarización pobrísima que me resultó graciosa: “Nosotros somos los tipos cool y ellos son esto y aquello”. Se me ocurrió por lo que se escribe en Internet acerca de los DJs, pero tiene que ver con el modo en que somos los seres humanos. A veces eso me hace reír y otras me enoja, depende de qué haya comido (risas).
—El año pasado hiciste el track 45:33 a pedido de Nike, con la excusa de que era para acompañar una rutina de jogging. ¿Por qué aceptaste esa comisión?
—Está bueno tener reglas para trabajar. Por ejemplo, cuando hacés un disco, sabés que puede durar determinada cantidad de tiempo porque, si no, no entra. Y entonces podés enfocarte en lo que hacés en ese tiempo. Con esto fue similar: tenía 45 minutos en total, un comienzo de 7 minutos y otros 7 para el final. Y prefiero saber eso antes que estar completamente en blanco. Además me gustaba la idea de que fuera a pedido, porque es menos pretencioso. Es trabajo, igual que cuando Andy Warhol hacía publicidad.
—¿Estás trabajando en producción?
—No, estoy de gira y de gira y de gira. ¡Necesito ir a casa!
—Bueno, pero, ¿qué tiene que tener una banda para que la produzcas?
—Bueno, en principio yo tengo que tener tiempo. Y con respecto a la banda, no sé, tienen que ser buenos tipos y hacer algo a lo que yo pueda aportar, ayudarlos a mejorarlo.
—En una entrevista dijiste que casi todas las bandas a las que produjiste se separaban porque vos les pasabas muchos discos y se sentían minúsculos en comparación.
—Es verdad: durante diez años hice que se separaran todas las bandas con las que trabajé. Incluso, que The Rapture trabajara conmigo casi los destruye. Por eso decidí que era mejor que me dedicara a hacer mis propias cosas.
Curiosamente, Stephen Dewaele, icono belga y creador del mashup, se sube al “axioma Pappo”, aquel que pone a los DJs un escalón más abajo que los músicos “reales”. A ver...
Bélgica no es el primer país en el que uno piensa si se habla de una banda que le movió el piso al rock y al dance, invitándolos a reconocer sus cromosomas en común y, de paso, crear el ADN de lo que se baila hoy en todo el mundo. Pero sí: desde la ciudad belga de Ghent fue que salieron los hermanos Stephen y David Dewaele, dos inquietos músicos a los que se reconoce como pioneros del mashup (saltaron a la fama internética cuando fusionaron el teenpop de Sugarbabes con la fiereza de los Stooges). Los Dewaele formaron Soulwax, banda con la que ya tocaron en Buenos Aires, y más tarde 2ManyDJs, el combo que seguramente hará explotar el Alternative Beats de Creamfields, como hace dos años, cuando su poderoso set ofrecía mezclas entre Franz Ferdinand y ABBA, por ejemplo. Stephen, como buen hermano mayor, es el vocero habitual de la dupla, y en ese rol se autodefinió como “un rockero que usa electrónica”. “Eso nos da un enfoque diferente al de la mayoría de los DJs”, le dice ahora al NO a través del teléfono. “Nosotros empezamos a armar bandas antes de ser DJs y creo que aplicamos la misma actitud rockera a cualquier cosa que hagamos. Empezamos como DJs durante las giras de nuestras bandas, porque cuando tocás, después de los shows no tenés nada para hacer. Recuerdo que salíamos y en casi todos lados la música que ponían era realmente mala, entonces empezamos a llevar algunos discos con nosotros... y el resto es historia.”
Toda la ironía del nombre de una dupla de DJs llamada “demasiados DJs” se cuela a cada rato en el discurso de Stephen. Por ejemplo, cuando se le recuerda que dijo que ser DJ era muy fácil y que no tenía punto de comparación con tocar en vivo: “Hay muchos DJs que no nos quieren porque decimos eso... Pero, seamos honestos, cuando estás en una banda tenés que cargar los equipos, hacer la prueba de sonido, hay miles de cosas que pueden salir mal; como DJ, lo único que tenés que llevar es una caja con discos o una carpeta con CDs... de música hecha por otros. No puede compararse. Y cualquiera que diga que es lo mismo está loco o habla boludeces. No es que menosprecio a los DJs, me encanta serlo, pero no puede compararse con tocar en una banda. Toda esa cultura de los DJs superestrellas me parece equivocada, es hora de que ellos mismos empiecen a asumirlo”.
Lo que tienen bien asumido los Dewaele es que ser hermanos les facilita la relación tras las bandejas. “Ambos sabemos cómo lidiar con el otro”, explica Stephen. “Además, porque por más que nos peleemos o lo que sea, al final del día David va a seguir siendo mi hermano. Para trabajar no tenemos un sistema. Si alguno tiene una idea, trata de llevarla adelante.” El músico y DJ hace una pausa y enseguida se excusa: “Perdón, ya sé que estoy dándote una respuesta aburrida, pero es la verdad. Bah, debería contestar que llevamos unos dados y el que saca cuatro y seis gana (risas). En realidad, ahora que lo pienso, tal vez deberíamos intentar eso”. Cuesta creer que las mezclas en vivo de 2ManyDJs surjan espontáneamente, pero Stephen asegura que nunca ensayaron un set. “Creo que es bueno no practicar porque, aunque a veces salga espantosamente, en otras es maravilloso. Por suerte somos muy buenos para esconder lo que nos sale horrible.”
Aunque los múltiples nombres artísticos de los Dewaele hayan quedado asociados a la fiebre de los mashups de hace cinco años, Stephen afirma que hace mucho tiempo que no se sienta con su hermano a mezclar dos canciones de otros y que prefiere que se lo recuerde como alguien que fusionó rock con dance: “Hoy en día eso se nota, porque bandas como Justice o Klaxons nos citan como influencia. Son dos muy buenas bandas que tocan con actitud rockera una música que la gente puede bailar, que es lo que nosotros hicimos antes. Y está bueno descubrir que lo que hiciste tuvo un impacto en la gente. Creo que lo único importante de cuando nosotros y otra gente empezamos a hacer eso fue que nos gustaba la idea de intentar cosas diferentes. Pero en el mismo instante en el que se convirtió en algo grande, cuando MTV armó una Hora Mashup y cosas así, para mí ya no tuvo sentido. Además, la palabra mashup en sí es horrible: cuando empezaron a llamarlos así, de inmediato quise ir a la próxima idea, porque ya no quedaba nada nuevo por hacer en ese terreno. Es bueno haber sobrevivido a toda esa moda”.
Para el mayor de los Dewaele, la escena dance está más viva en lugares como América del Sur que en Europa, “donde todo está medio saturado”. “Creo que será interesante ver qué sale de América del Sur, como lo que ahora está sucediendo en Brasil con Cansei de Ser Sexy y Blonde Du Role: da la sensación de que algo está pasando con los chicos jóvenes y por eso es un momento muy excitante.” Ojo, no es que él le preste especial atención al dance: “Como a nuestros amigos de LCD Soundsystem, con los que también compartimos un background rockero, sólo nos interesa parte de la música bailable. Es más: diría que al 90 por ciento ni siquiera la registro”, afirma. Por lo pronto, entre los planes a corto plazo de los Dewaele está publicar en vinilo y en su propio sello el primer álbum de su banda de krautrock Die Verboten, además de editar el documental sobre la última gira de Soulwax/2ManyDJs. Y eso sin dejar de viajar por el mundo para ponerse detrás de las bandejas o de los sintetizadores, o incluso las dos cosas en la misma noche. ¿Cómo encuentran tiempo para tantos proyectos? “No sé”, se sincera Stephen. “Siempre me preguntan lo mismo y no encuentro la respuesta. Supongo que somos adictos al trabajo... ¡y unos locos de mierda!”
El artista siempre top ten de The DJ List propone un mix esquizoide de progressive, house y trance tribal, en uno de los sets más intensos del punchi actual.
Todos los años y de manera religiosa, diferentes publicaciones especializadas en música electrónica como Muzik, Mixmag, Deejay Magazine o The DJ List se apuran en actualizar el Top Ten de DJs. Un ranking arbitrario y cambiante que cada invierno boreal coloca a un nuevo pinchadiscos como “el número uno del mundo”. Al menos por doce meses.
Aunque las caras vayan mutando y el mercado encuentre un resquicio para recientes figuras, existe un batallón de viejos guerreros del beat que se resiste a abandonar esa frívola Pole Position.
De todos ellos —Sasha, Carl Cox, Paul Van Dyk, Craig Richards, Deep Dish y siguen las firmas—, John Digweed se destaca por su mix esquizoide de progressive, house y trance tribal, que hacen de su set uno de los más intensos de la escena punchi actual. “Cuando miro atrás no suelo tomar conciencia del camino que construí, porque las cosas en la vida se van sucediendo sin que uno se lo espere. Lo importante no es ser el mejor de todos, ni competir por estar primero o segundo en los podios que hacen las revistas. Lo importante es la música, más que la fama y la estética personal”, aclara este señorito inglés que el próximo enero cumplirá 41.
Digweed nació en Hastings, una localidad de 80 mil habitantes que bordea la costa sur de Inglaterra, donde las calles son un pequeño muestrario de elegantes edificios victorianos, algunos con más de un siglo de historia. Allí, con tan sólo trece tiernos abriles, comenzó a mover las bandejas en bodas y a jugar con chiches sonoros, hasta que un amigo apasionado del soul lo convenció de sacar a pasear su promisorio talento por las discos de Londres. La insistencia pudo más que su timidez, y así John consiguió empleo como DJ en el Club Renaissance de la gran capital, gracias a la aprobación del mismísimo Sasha, con quien tuvo el honor de ser los primeros británicos en obtener una residencia en Estados Unidos.
De ahí en adelante, la dupla no sólo compartió protagonismo escénico y relevancia mundial sino también una serie de trabajos significativos para el género, como Northern Exposure a Communicate y Renaissance. “Colaborar con él es un placer y un desafío al mismo tiempo, porque por un lado estás tocando con uno de los personajes más importantes de la electrónica de la última década, y por otro lo hacés con un amigo. Además es un tipo muy divertido”, comenta John, reavivando la polémica sobre el verdadero rol del pinchadiscos que instaló el Carpo en la mesa de Nico.
Si el éxito no hubiera golpeado a su puerta, Digweed podría caminar tranquilamente por la calle —al menos en Europa— sin que nadie note su presencia, camuflado detrás de su look de copado profesor de Historia. Un rasgo que comparten muchos colegas y que se contrapone a la parafernalia y al circo efectista de una banda de rock de estadios. Volvamos al Carpo. ¿Un DJ es un rock star? Dice Digweed: “Si considerás que yo toco para miles de chicos y que Fatboy Slim reúne multitudes, un DJ es un rock star. Hay músicos electrónicos que tienen miles de fanáticos, son reconocidos en todos lados y venden millones. Pero nunca me consideré un showman, ni una estrella de rock, ni un DJ Superstar. De hecho prefiero una puesta más oscura y que mi figura pase desapercibida. Solamente soy el tipo que pone la banda de sonido de la noche y no alguien que entretiene. En un show mío quiero que el público no tenga la necesidad de mirar al escenario sino que se divierta a su manera, olvidándose que estoy ahí. Por eso me vas a ver siempre mirando al piso”.
Incansable trotamundos, John abrió en 1998 su propio club en la balnearia Brighton, montó su propio programa de radio (Transitions está por concluir su séptima temporada en Gran Bretaña y recorre el planeta a través de transmisiones virtuales, incluyendo el aire de Metrodance todos los viernes a las 23) y bajo el nombre Bedrock lleva adelante junto a Nick Muir una compañía de promoción y un estudio de producción. La experiencia acumulada, que se suma a su condición de productor intermitente, lo acercó a la industria más de lo que pensaba y le enseñó algunos trucos para sobrevivir en un ambiente que reproduce DJs anónimos y a distancia. “Que cualquiera tenga una computadora personal o un software de grabación en su casa genera que todos puedan grabar lo que quieran, lo que los convierte en lo más parecido a un chef. Es decir: tienen la libertad de mezclar ingredientes de manera casera para lograr un plato definido, pero eso no necesariamente te hace un profesional. Se da con el tiempo, con los shows y con el talento que uno tenga para ingresar al circuito y sostenerse con su propio material. Y ahí se verá si lo tuyo termina en el sótano de tu casa o arriba de un escenario.”
Para Digweed, la globalización musical aún no está en condiciones de atentar contra la industria discográfica, y mucho menos de enfrentarla, sino que abre un debate sobre las condiciones que deben afrontar los músicos —y no los DJs— en su largo camino al Hall of Fame, contraponiendo la independencia artística a la manipulación comercial.
“No creo que las compañías se hallen en peligro de extinción en los años venideros. Que puedas hacer un disco por vos mismo no significa que ese disco sea bueno. Es una situación delicada. Si vas por afuera del negocio, el control va a ser tuyo y no de una compañía. Y si estás en un sello, podés expandir tu obra y acceder a ciertos adelantos tecnológicos más rápidamente. Me parece que lo fundamental es saber cómo tu música le llega a la gente. Porque si el público te elige, por algo será.”
Cuando este sábado ese monstruo estroboscópico de luces y sonido llamado Creamfields se levante nuevamente en Buenos Aires, el chamán de Hastings volverá a hipnotizar a las multitudes con sus beats histéricos y su look de copado profesor de Historia. Celebración que a John sí le quita el sueño: “Poder tocar ante el público argentino es uno de los momentos que más espero en todo el año, porque ustedes son una de las mejores audiencias que existen y hacen sentir al músico como si estuviera en su casa. Así que no pienso perderme esa fiesta por nada del mundo”.
* John Digweed, LCD Soundsystem y 2 Many DJ’s se presentarán junto a Chemical Brothers, Dubfire, Carl Cox, Hernán Cattaneo y Craig Richards, entre otros, el sábado 10 de noviembre en Creamfields, Autódromo de Buenos Aires. Desde las 15.
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