LOQUILLO Y MAREA, DOS NúMEROS DEL ROCK IBéRICO ESTE FIN DE SEMANA EN BA
Marea es una banda, urbana y callejera amiga de La Renga, y Loquillo, un viejo rockabilly mutante. Marea rinde culto a la honestidad, la humildad y el respeto; y Loquillo al ego del rock star. Tienen poco en común, pero son españoles, convocan multitudes y tocan en la Argentina este fin de semana.
› Por Cristian Vitale
“Buenas tardes”, dice Loquillo tras el teléfono y su tono —seco, formal, distante— determina lo que vendrá: una conversa hiperpoblada de aforismos, clichés y autorreferencias. En principio, es mucho lo que llega de él: se dice que es la personificación española del rock star, que es misógino, que se burla de los medios, que sus opiniones son incendiarias, que tiene muchos detractores y que su figura divide a los rockers de Madrid y Barcelona. Pero él ni calla, ni concede. Primero, se presenta como el rocanrolero más importante de su país en los últimos treinta años. Después despeja la cuestión odios/amores con un cortante “todos tenemos gente que nos odia y que nos quiere”, y se hace recontra cargo de ser un rock star. “Es lo que soy, ¿por qué tengo que renegar de ello? Yo soy una estrella de rock: estoy en esto desde los 17 años”.
—Pues lo siento por ellos, a mí sí me gusta. Es mi forma de aprender de la vida. Es mi cultura y asumo lo que soy. Y no hay nada peor que no asumir lo que eres. Si no querés ser una estrella de rock, pues entonces dedicate a otra cosa.
José María Sanz nació el 21 de diciembre de 1960 en el barrio obrero de Clot. Hijo de un ex combatiente republicano, su primera pasión fue el baloncesto. Comenzó a jugar de chico y cuenta que el responsable de su mote fue Epi, otra “estrella”, pero de básquet. “Como era alto, corría mucho y saltaba alto, entonces me pusieron así... Bah, primero me decían Pájaro Loco y después terminé siendo Loquillo”, evoca. Pero la afición por el básquet le duró poco: a los 17 años, deslumbrado por los teddy boys y los blussons noires, Loquillo empezó a edificar su propia leyenda. Canta canciones de los Sirex y los Teen Tops en Tabú —un cabaret de las ramblas—, se anuncia como cantante en los clasificados, forma su primera banda —Teddy Loquillo y sus Amigos— y comienza a inventarse un personaje. Prueba como locutor, como manager, como creador de comics y termina creando la banda clave del rockabilly-punk español de los ‘80: Los Intocables. “Eramos una banda de punk rockers, porque no teníamos idea sobre cómo tocar. Hacíamos punk y nada más que eso”, sostiene él.
—Supongo que fue porque lo vi más claro. No fue una decisión a favor o en contra sino que me vi más cerca de una cosa que de la otra.
—Claro, lo vi en directo en un festival que se hizo en 1980, en Burgos. Yo frecuentaba más a Sergio Makaroff, pero al único que vi tocar de los argentinos fue a Moris. Y me gustó, aunque yo estaba más cerca de The Clash que del rock and roll clásico. Esa era mi escuela, junto al rock español de los ‘60 y al americano de los ‘50. Los Intocables debutan con Los tiempos están cambiando -–un híbrido rockabilly-punk— y cada show termina en una trifulca entre punkies descontrolados, rockeros ortodoxos y policías. La banda se desintegra cuando a Loquillo le toca el servicio militar y renace, mutando integrantes, bajo el nombre de Trogloditas.
La banda hace base en Madrid, debuta con El ritmo del garage, sigue con La mafia del baile, se enfrenta a una “polémica nacional” cuando intenta promocionar un disco bajo el slogan “No te drogues o acabarás así” y motoriza una de las primeras muestras de “rock latino” en el mundo con el hit La mataré. Un devenir que pendula entre el rockabilly originario, el pop radiable y algunos lindes stones, determinan a Trogloditas como una de las bandas más eclécticas del rock español. Pero Loquillo no acuerda del todo: “Mi propuesta es siempre la misma, tú cumples años y tu vida te lleva hacia otros sitios, pero la música expresa siempre una esencia. Aunque es cierto que no hay nada más patético que ser un músico de 45 años y pretender tener 20. Tu música es el reflejo de tu vida”.
—A mí.
Una de tres: o se lo comió el personaje, o leyó mucho a Nietzsche, o el tipo la tiene clara.
* Loquillo toca hoy en Niceto, Niceto Vega y Humboldt. A las 21.
Cosas de la civilización. Una vez, Kutxi Romero —vasco de Navarra, 32 años, 105 kilos, fundador de Marea— salió a cantar completamente borracho. Durante un show en Lleidas, desbordado y eufórico, se trepó a la torre de iluminación, se arrojó ¡de cabeza! al público y se destruyó un brazo. El accidente obligó al grupo a detener la gira que por entonces —noviembre de 2003— servía para presentar el cuarto disco: 28 mil puñaladas. “Fui a parar al hospital y dejé sin trabajo a un montón de personas. A partir de ahí, me empecé a plantear tomarme las cosas con un poco más de tranquilidad... Ojo, tampoco quiere decir que me haya vuelto una monja de clausura. Tengo días en que el hijo e’puta que tengo dentro eclipsa al niño”, se ríe el frontman, tres horas después de haber aterrizado en Ezeiza, y algunas antes de ir a recorrer Mataderos con sus amigos de La Renga. Marea —diez años de vida, cinco discos, diez mil personas por show— llega por primera vez a la Argentina para presentar las canciones del flamante Las aceras están llenas de piojos. Aguardan dos fechas en La Trastienda (domingo y martes) y otra que esperan con el cuchillo entre los dientes: la del sábado en el autódromo junto a La Renga.
“En España, el rock no es como aquí. No tiene circuito, respeto, ni auge. Allí es vilipendiado y nunca se le tuvo ningún tipo de respeto mediático. Estamos muy asustados ante la cantidad de gente que nos verá el sábado. En nuestro país, siendo una de las bandas más populares, nunca metemos más de 12 mil personas”, admite Kutxi en la previa. El lazo con el trío de Mataderos comenzó por Jaime, manager ducho en viajes por estas pampas. Se cuenta que en uno de ellos se cruzó con el gordo Gaby, el de La Renga, y entre ambos cocinaron una cruzada. Primero viajarían Tete, Chizzo y Tanque, y luego vendrían ellos. “‘Tenéis que conoceros vosotros y La Renga, tenéis que conoceros porque sois iguales’, nos hinchaba Jaime. Y efectivamente fue así”, cuenta Kutxi, en castellano perfecto.
El resultado fue tres shows compartidos en España (Madrid, Barcelona y San Sebastián) y una conexión tal que determinó la devolución de gentilezas por parte de los argentinos. “Nosotros hemos hecho giras con un montón de grupos, pero jamás tuvimos una conexión tan humana como tuvimos con La Renga. Fue algo mágico... fue vernos el primer día, cenar juntos y terminar todos abrazados. Tenemos muchos puntos en común y el más importante es la forma que ambas bandas tenemos de funcionar al margen de la industria.”
—Te lo resuelvo en tres palabras: honestidad, humildad y respeto por el rock and roll. No es poco, porque la honestidad es lo primero que pierde cualquier grupo cuando se cree algo; y la humildad, cuando empieza a hacer dinero. Nosotros mantuvimos las mismas banderas y los chicos de La Renga, a mi parecer, son exactamente iguales.
Pero hay más. Marea es, tal vez junto a Extremoduro, Barricada y Rosendo, una de las bandas que mejor expresa el rock urbano español, una especie de correlato del rock “barrial” argento, con sus propias normas refractarias a los cambios, a la mercadotecnia del rock y a la entrega de principios. ¿Les suena a La Renga? “Nuestra música es la de las calles, la de la gente sin medios, la de los obreros”, ratifica el cantante y agrega: “El rock tiene que ser una sola cosa: primitivo, cuatro acordes, mala hostia y a cara de perro. Nosotros somos unos talibanes del rock; una vez escuché a Pappo decir que si tenía trompeta o saxo no era rock; eso somos nosotros: rock and roll en estado puro. Yo me llevaría muy bien con Pappo”.
—Yo también tomé demasiado (risas). Tete me prometió que me iba a regalar algunos discos de él, y voy a pedirle especialmente esa canción... ya la apunté.
* Marea toca el sábado en el Autódromo con La Renga. A las 17. Y domingo y martes en La Trastienda (Balcarce 460). A las 21.
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