EL RETORNO DE UNA FIESTA EMBLEMATICA
› Por Julia González
“Ay, Miguelito, ¿no lo llamás más tarde, por favor?”, dice al teléfono Natacha, la esposa de Sergio Aisenstein, el creador de Nave Jungla y del mítico Café Einstein en los ‘80, que escucha la conversación de su esposa y aclara en voz baja “es un enano”. Hacía instantes había contestado al NO que sí era amigo de los enanos y cuenta de dónde nace toda la obsesión por los freaks que supo incorporar a sus fiestas. Está en sus genes: “Todo esto de los enanos me viene desde muy chico. Yo era redactor de El Expreso Imaginario y ya escribía sobre esto (muestra un ejemplar de aquel entonces, de su autoría, que se titula ‘La rebelión de los monstruos del circo’). No sabía ni por qué me estaba ocupando de todo esto, porque tenía 18 años. Desde el Einstein era como una debilidad que yo tenía con todo lo relacionado con lo freak. Después me enteré de que en realidad mi familia era asiática; mis bisabuelos, judíos; y eran los que manejaban todos los circos de Asia, y los llevaban a Europa... ¡mirá qué locura! Yo metía fenómenos en el Einstein”.
De esta forma se descubre el porqué de la fascinación de Aisenstein por las cosas raras. ¿Por qué entonces llevarlos a una fiesta y no a otro lugar? Porque para el creador de Nave Jungla, una fiesta tiene todo: música, imágenes, teatro y todas las posibilidades mágicas que uno quiera experimentar. “El cine, el teatro y la TV tienen un límite, en cambio una fiesta, no. La Nave tiene mucho que ver con un trabajo colectivo de grupo de música, es el espectáculo más completo que existe en estos momentos”, se entusiasma Aisenstein. Nave Jungla, como un soporte de expansión de la mente, permaneció entre 1988 y 1998 en una casona de Palermo, que tuvo que cerrar por denuncias de los vecinos por ruidos molestos, cruces con la policía, y en donde la locura era tal que terminó por desbordar a los mismos dueños. Las fiestas fueron cada vez más espaciadas hasta que desaparecieron.
Después de casi diez años, Aisenstein sintió que había un vacío, que debía retornar aquella idea de experimentación cercana a la lisergia y se lanzó con la primera fiesta en agosto pasado, donde quedaron 2 mil personas afuera. Todos querían vivir ese shock de tren fantasma cuando chicos. “Se fue alimentando un mito, era una especie de museo, había gente muy especial”, recuerda el creador de La Nave. Esta segunda fiesta promete todo lo que tiene que ver con el juego, lo onírico y lo raro que supo presidir aquella primera etapa en los ‘90. Un adelanto: Alfredo Casero, se rumorea, está preparando un casting de Robin; DJ Willy Manicomio, Sebas Zuker y Hugo Lobo estarán en las bandejas; y los famosos enanos y el gran masturbador se mezclarán entre el humo de lo irreal.
* Toca Alfredo Casero, DJ Hugo Lobo, DJ Sebas Zuker el sábado en Niceto, Niceto Vega 5510. Desde la medianoche.
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