ERICA GARCIA, POSITIVA PESE A TODO
“No me puedo quejar”
Su show del sábado será el último antes de una gira promocional por España y Alemania. Buen momento para pensar cómo fue su experiencia artística con Gustavo Santaolalla, el futuro y las enseñanzas de don Luis Alberto. No busquen declaraciones sobre Natalia Oreiro.
Por Javier Aguirre
No está bien hacerse el sota con la belleza. Los afiches callejeros que promocionan el concierto de este sábado de Erica García en La Trastienda impactan: muestran a la dama positiva tocando la guitarra en cueros; o, para ser más exactos, en tetas. Por si fuera poco, la campaña de los pezones al viento tiene también sus flyers, con otra toma de la misma sesión, más de perfil. Que esas imágenes hayan sido las elegidas para promocionar este show invalida en este caso la polémica feminista/machista sobre la mujer-objeto. Pero también esconde un dato: el concierto es especialmente importante para Erica. Después de meses sin tocar en Capital, será una parada fuerte justo antes de viajar a España y Alemania, donde se editó Amorama, aquel anunciado, esperado, impecablemente producido, promocionado y sólido tercer disco que apareció justo cuando la Argentina se prendía fuego. A pesar de su –aparente– inoportunismo cósmico, “Positiva” fue un mini-hit (en todo caso, circuló por radios y por la TV de aire). Poco más sonó durante este año, hasta la reciente aparición del clip de la buena balada pop “Es difícil, amor”. Sin embargo, ella no es negativa, y lo fundamenta: “Mi realidad es bárbara; el disco anduvo bien, aun en esta mala época del país. No fue un suceso nacional, pero estuvo bien. Vendió más que mis discos anteriores, y está dando frutos que no esperaba, como la posibilidad de ir a trabajar a Europa. Antes se había editado en Chile, así que es como el TEG, pero sin timba. Dista mucho de ir a ver qué onda, yo voy porque me llaman. No me voy a probar suerte, tengo cosas concretas, voy a girar y a promocionar”.
España ya es un destino habitual de los artistas argentinos en etapa exportadora, pero la experiencia alemana intriga. Erica piensa en cuando vaya a dar reportajes en Alemania, y apunta: “Una entrevista es como si un mono estuviera mirando a un dragón”.
–Y... ¿quién sería el mono?
–El músico, por supuesto (risas).
Mientras el redactor del No repliega sus alas recubiertas de escamas violetas, pregunta:
–¿Tuviste mala suerte con
el momento en que salió el disco?
–Es cierto que habría sido mejor si hubiese salido dos años antes. Sé que no fue el mejor momento posible para sacar el disco sino el peor... (risas). Pero en la Argentina estoy creciendo, y no llegué ni a palos a mi límite; tengo todo por hacer. Está difícil para todos, no sólo para mí. No me voy a lamentar, aunque mi disco haya salido en el momento de peor malaria en la historia del país. Salió cuando pudo, y ya es bastante. Tengo que darle gracias; yo vivo de lo que hago, no me puedo quejar. Cualquier músico que vive de la música está en un lugar de privilegio.
–Si las cosas funcionan bien
en Europa, ¿pensás quedarte allá?
–No. Seguramente lo que pase en Europa va a ser bueno, pero no voy para quedarme. Pensar que todo va a cambiar porque te vayas a vivir a otro país es engañoso. Es una utopía vieja, y que no sirve. Mucha gente se va desahuciada, triste. Yo sé cómo viven los músicos afuera.
–¿Qué balance hacés de tu
experiencia con Surco
y con Gustavo Santaolalla?
–Estamos ahí... Surco apoya las ediciones europeas del disco, que las hace Muxxic. Y la relación con Santaolalla es como la que se tiene con un padre, con todo lo que eso implica. Nos comunicamos cuando es necesario. El está lejos, en Estados Unidos. Yo armé una productora y empecé a managerearme sola, y eso a él mucho no le gustó. El piensa que los músicos tienen que tener un manager. Pero yo estoy conforme porque lo que está saliendo ahora lo conseguí yo, si bien con ayuda de Surco y Universal. O sea... estamos ahí, básicamente sosteniendo un disco que salió en un mal momento, y al que hay que acompañarlo.
–¿Santaolalla será el productor
de tu próximo disco?
–No podría hablar del próximo disco, estoy preparándome para la gira por Europa, nada menos, así que todavía no pienso en eso.
–¿Te imaginás un futuro
lejos del rock?
–No... Para nada. ¿Por qué no hacer rock? Es mi forma de comunicarme. Igual, el rock es cada vez más amplio. Hay muchas cosas que no son rock, pero que igualmente se las considera rock. No hay necesidad de cambiar la forma que uno tiene de comunicarse. Estoy aprendiendo mucho de Spinetta; no sólo del Spinetta primitivo sino del actual, que es abuelo y que decidió poner sus discos en el exterior, y tocar en otros países. Si él lo hace significa que es sano, y que deberíamos hacerlo todos. Hay que tratar de aprender de los maestros.