Jueves, 19 de febrero de 2009 | Hoy
HABLA RONALD LIPPOK, DE TARWATER Y TO ROCOCO ROT
El cantante, baterista y programador alemán forma parte de dos de los grupos más renombradas de la vanguardia del pop electrónico, de las que habla en esta entrevista. “A pesar de que musicalmente son bandas diferentes, tienen en común la disposición a experimentar y el desarrollo de un gran trabajo de sonido”, dice.
Por Yumber Vera Rojas
Antes de confirmarse su regreso a Buenos Aires para abrir a Radiohead en el venidero Quilmes Rock, Kraftwerk sufrió en 2008 dos bajas lamentables. La más reciente involucra a uno de sus fundadores, Florian Schneider, quien decidió abandonar el laboratorio electrónico alemán para dedicarse a sus proyectos personales. La otra sucedió en marzo pasado y quizá no causó tanto eco, aunque se trata de una pérdida irreparable para la música popular contemporánea: el fallecimiento de Klaus Dinger, efímero miembro del conjunto de Düsseldorf. ¿Y por qué tanta importancia? Porque su legado a la vanguardia del pop lo cultivó poco después de su partida de la agrupación en 1971, no sólo con la fundación del dúo NEU! sino con la creación del motorik: el consistente ritmo repetitivo que a partir de los ‘90 recuperaron grupos como los ingleses Stereolab y Fujiya & Miyagi, y los argentinos Banda de Turistas y Victoria Mil. Pese a que también forma parte de esa camada reivindicativa, el binomio teutón Tarwater evidencia una lectura distinta del kraut-rock. “Muchos grupos de rock entendieron la imaginería de Kraftwerk y NEU!, e incorporaron la electrónica en su sonido”, explica el baterista, vocalista y programador Ronald Lippok, integrante de la banda que completa Bernd Jestram (guitarrista, bajista y programador). “Nosotros también absorbimos esa influencia, pero desde de la propia electrónica.”
Tentado por la vasta extensión del rupturismo, Tarwater empujó el bit hacia escenarios insospechados que luego se enmarañaron con la cultura pop. “Nuestros temas representan imágenes y emociones”, describe Lippok. “A veces la gente se acerca para decirnos que con tal canción se enamoró o que otra le generó un determinado estado de ánimo. Tenemos una forma muy particular de explorar la composición, y lo hemos hecho de esta manera durante toda la carrera del grupo”. Por eso, desde su creación en Berlín en 1995, la dupla, junto a proyectos afines y contemporáneos de la categoría de Mouse on Mars, Oval, Lali Puna o Pluramon, se alzó como uno de los máximos renovadores de la vanguardia musical alemana. “A Tarwater lo han calificado de varias maneras: post rock, indietrónica, trip hop... La verdad es que llegamos hasta este camino a través del pop y la música dance. Aunque no somos puristas de la electrónica, es lo que causa mayor inspiración en la propuesta de la banda. Cuando pasamos mucho tiempo en el estudio, para despejarnos vamos a los boliches a ver DJs y en ocasiones nos sorprendemos con actos bien zarpados que nos motivan a renovar las ideas. Soy un convencido de que somos una banda pop, porque a nuestro sonido puede acceder cualquiera”, afirma el guitarrista.
Ese flirteo entre pop y electrónica abrazó el esplendor en el segundo álbum del dúo, Silur (1998), un trabajo magistral que ayudó a redefinir la relación entre estas tendencias y se mantuvo en la ruta exploratoria que abordó su debut: 11/6 12/10 (1996). Con vocación futurista y pulso preciso, Tarwater supo combinar instrumentos acústicos con herramientas digitales para instalar a la canción –una de traza moderna y electrónica–- dentro de la música de avanzada. “Silur fue muy especial, pues ya teníamos clara la forma de trabajarlo”, recuerda Ronald. “Usamos elementos propios de la vanguardia actual, como el sample, para hacer canciones. Es cierto que nuestra manera de componer es distinta a la de los iconos de la música pop, pero la finalidad es la misma: contagiar de energía a la gente.” El dúo logró nuevamente ese efecto en 2005, con el disco The Needle was Travelling. Spider Smile (2007) cerró hasta la fecha su acervo discográfico, aunque Lippok adelanta que todavía están definiendo lo que será su siguiente entrega: “Tenemos material para un próximo disco, estamos trabajando en eso. Creo que será un álbum que no se atará a una fórmula en particular. Siempre es más fácil repetir, por eso no sabemos si será más pop, más electrónico o incluso más rockero. Seguramente probaremos cosas nuevas.”
Además de formar parte de Tarwater, Ronald Lippok es miembro de To Rococo Rot, otro de los nombres indispensables para comprender la música de avanzada germana de las últimas dos décadas. El multiinstrumentista, que instauró el trío en 1995 junto a su hermano Robert Lippok y Stefan Schneider, revela algunos rasgos de ambos proyectos. “Creo que lo mejor de estar en un grupo es poder construir su personalidad artística. A pesar de que musicalmente estas bandas son diferentes, tienen en común la disposición a experimentar y el desarrollo de un gran trabajo de sonido”, explica. Cuando se le consulta sobre cuál es la nueva gran cosa que ha dado esta corriente, Lippok no duda en mencionar a Four Tet, el productor inglés que brindó un show de lujo en el último Personal Fest. Los que nunca vinieron fueron Tarwater y To Rococo Rot –que prepara su nuevo álbum para el segundo semestre de 2009–, aunque sí visitaron varios países de Sudamérica en una gira conjunta. “Fue una pena no poder estar en Buenos Aires, es una deuda que tenemos pendiente”, se lamenta Ronald. “Sé que es una ciudad increíble, y nos interesa muchísimo conocerla porque, entre otras cosas, para nosotros es muy importante la relación entre música y arquitectura. Eso influye notablemente en nuestra manera de componer.”
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