WOLFMOTHER
› Por Yumber Vera Rojas
Cada vez que el indie padeció en esta década que está por expirar del desgaste y la monotonía, el brío del rock, en adhesión con el ímpetu guerrillero de la generación independiente, siempre sorprendió cuando necesitó sacar un as de la manga en pos de la frescura y la renovación. Wolfmother, así como también sucedió con los fantásticos The Mars Volta, los laureados The White Stripes, los insólitos Battles o los sorpresivos The Week That Was, se convirtió en un arquetipo de la contracorriente. Mientras el resto de los grupos se empeñaba en redimir a los emblemas del noise y del post punk, el conjunto australiano de hard rock se atrevió a editar en 2005 un extraordinario disco debut —titulado igual que la banda— que ofrecía una representación moderna de la densidad de Black Sabbath y la sofisticación de Led Zeppelin. Cuatro años más tarde, luego de repartir varias cachetadas e incluso de experimentar un conato de desaparición, el ahora cuarteto marsupial publicó en la Argentina (en consonancia con la visita de AC/DC y la demoledora resurrección de Pescado Rabioso) su segundo álbum: el agudo Cosmic Egg.
De la formación original de Wolfmother, el cantante y guitarrista Andrew Stockdale es el único superviviente. No obstante, al otro lado del teléfono, desde Michigan, en el medio de un tour por los Estados Unidos, se encuentra el bajista y teclista Ian Peres. Pese a cuestionarle el hecho de que sea él quien atienda esta llamada y no el líder de la agrupación, el flamante integrante asegura bancársela. “Nunca me sentí tan vivo hasta que entré en Wolfmother, si eso sirve para convencerte”, desliza al NO. “Antes de formar parte del grupo tocaba en una banda de folk y en otra de covers. El baterista de esta agrupación conocía a Andrew, quien tenía la idea de rearmar el conjunto en formato de cuarteto. Me recomendaron, en enero me llamaron y al final quedé.” Acerca de la salida de Myles Heskett y Chris Ross, coequipers de Stockdale hasta el año pasado, Peres revela: “No sé muy bien qué pasó. Aparentemente, Chris y Myles tenían ideas diferentes sobre el objetivo musical de Wolfmother y decidieron crear su propio proyecto (denominado Palace of Fire). Sé que en este momento están trabajando en él, pero todavía no escuché nada”.
Si bien la segunda realización de la banda fundada en Sydney en 2000 sostiene la actitud atropelladora de su ópera prima, en esta ocasión predominó el arrebato sonoro (además reinciden los pasajes progresivos y el espesor stoner) por sobre la mesura de su disco de estreno (en el que hubo cabida asimismo para exquisitas baladas como Where Eagles Have Been). “En Comsic Egg —grabado entre abril y mayo de 2009 en Los Angeles— podés encontrar influencias de Black Sabbath y Led Zeppelin, pero también de Pink Floyd, David Bowie y Jimi Hendrix”, reseña Ian. “La exploración de sonidos fue amplia, y eso se nota en las canciones. En comparación con el álbum anterior, me parece que acá existe una mayor cohesión musical.” Lo que se mantuvo intacto es el carácter místico que definió a Wolfmother desde sus comienzos. “Mucha gente pensó que había una interpretación cósmica en el arte de tapa (se trata de un huevo flotando encima de un lago), al igual que en el título. Lo que pasa es que Andrew en una clase de yoga se sintió identificado con una posición llamada ‘cosmic egg’, pues para él simboliza el optimismo que hay en el disco.”
Secundado a figuras de la talla de Daft Punk, Slash (otrora Guns N’ Roses y actual Velvet Revolver) acaba de sumarse al listado de admiradores de Wolfmother, a tal punto que convidó a Stockdale a grabar en su inminente elepé. “La canción es impresionante, muy rockera”, describe el bajista y teclista del cuarteto. “Lo que salió de esa reunión no se parece a nada.” Notorio por la volatilidad de su performance, el conjunto oceánico saldrá de gira en febrero con sus compatriotas AC/DC. “Haber sumado a un segundo violero nos convirtió en una banda más potente en vivo”, afirma Ian. “Aparte de ser fan suyo, AC/DC es el grupo de rock más importante de mi país. Por eso me emociona.” Debido a que Australia posee una gran escena de la música popular contemporánea de esta época, es imposible no preguntarle cómo la ve parada con respecto a otras movidas. “Hay buenas propuestas, pero el público es conservador. Hace poco tocamos en Alemania y la gente enloqueció, mientras que en Texas gritaban tan fuerte que no nos oíamos. Me dijeron que en Argentina son muy fanáticos, ¿es cierto?.”
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