› Por Mariano Blejman
Por donde se la mire, la larga cola siempre tiene una cabeza. Hace unos años, un artículo publicado por Chris Anderson, el editor-jefe de la revista Wired, provocó un sismo en la economía de Internet: Anderson demostraba –en un extenso artículo que se convirtió en libro– que gracias a la inteligencia artificial de plataformas como Amazon o iTunes, y al sistema de recomendaciones de los soportes digitales, el mercado ya no estaría dominado solamente por la ley de Pareto (esa que propone que un 20 por ciento de las ventas domina el 80 por ciento del mercado) sino por una larga cola (“long tail”) de ventas del mercado, casi tan grande en ventas como los números del mercado original. Es decir: las recomendaciones automáticas, los comentarios en la blogósfera y el sistema distribuido que propone Internet habían cambiado las reglas de la economía de la industria discográfica. Y una larga cola de ventas menores dominarían las ganancias.
Hasta ahora los números le daban la razón: según IFPI, en el año 2000, Sony representaba un 27,4 por ciento de las ganancias de la torta discográfica, Universal el 21,1, EMI el 14,1, Warner el 13,4, BMG el 11,4 y las indies (como Matador, Rough Trade, 4AD, Warp, Domino Records, XL) sumaban un 12,6 por ciento. En 2004, antes de la explosión de iTunes y Amazon, las cuatro majors representaban algo más de un 82 por ciento del mercado. Mientras que en 2007, ante el advenimiento de las redes sociales, las majors perdieron (Universal de 29 a 25 por ciento, Sony de 28 a 21 y Warner de 14 a 11) un porcentaje del mercado, mientras que EMI apenas subió un par de puntos y las indies explotaron de 17 al 28,4 por ciento.
Sin embargo, los números entregados por IFPI en el informe 2010 confirman que las majors, curiosamente, han copado otra vez la parada del negocio de la música digital. Ahora, las cuatro grandes controlan el 74,6 por ciento del mercado y las indies han disminuido un par de puntos porcentuales. Esto podría deberse a varias cosas: por un lado, la estandarización del negocio de la música digital en iTunes y Amazon (que ya representa en Estados Unidos el 70 por ciento de la venta de “discos”) y la compra de algunas discográficas indies por parte de las majors. Lo que IFPI no ha tomado en cuenta en el informe es el arrastre que provoca en la difusión de los shows en vivo y en la venta de discos la descarga no permitida por el artista. Eso habría que preguntárselo –quien sabe– a P2PU, la Universidad del Peer-to-Peer, que existe y tiene abiertas las inscripciones por Twitter.
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