Jueves, 4 de agosto de 2011 | Hoy
SMOD, LA SENSACIóN AFRICANA QUE PRODUJO MANU CHAO
Parido de las entrañas del fantástico dúo Amadou & Mariam, su hijo Sam Bagayoko armó el proyecto de hip hop africano Smod. Su mixturada sonora no para de asombrar. Smod proviene de Mali, en un contexto enmarcado por la poligamia, los casamientos arreglados, las ablaciones, los resabios del colonialismo francés y un innegable talento por la música. ¡Chapeau!
Por Santiago Rial Ungaro
El amor es ciego, dice el refrán y, en el caso de los padres de Sam Bagayoko esa frase es rigurosamente cierta: Amadou Bagayoko y Mariam Documbia, sus padres biológicos de son ambos ciegos, pero no sordos, claro: los dos geniales músicos nacidos en Mali (autores del recordado Dimake en Balaki, y también de la grabación de Celebrate the day, el himno oficial de la Copa Mundial de Fútbol de 2006) tienen en el bueno de Sam un digno heredero musical. Alguien que, junto a su banda Smod expanden con su sonido hip folk la gracia, el ritmo y la mística natural y elegante de una música que de algún modo sintetiza lo mejor de esta Aldea Global que, como tantas otras profecías de Marshall McLuhan, el gurú canadiense de la globalización (que en estos días está en boca de todos por haberse cumplido 100 años de su nacimiento), que profetizó en los ‘60 una “africanización” del mundo.
En realidad, de este proceso uno puede dudar, pero es innegable que la música de Smod es un excelente emergente entre varios dentro del precioso mundo musical africano, que tiene en Mali un foco artístico que aparece como una mina de oro musical. Hace unos días, los Smod la rompieron en el Festival de Montreaux y confirmaron algo básico: que si desde hace una década los Talking Heads son la banda más influyente dentro del mundo de la música pop global, en gran medida eso ya es un síntoma de que el mundo musical ya está listo para la música tribal y a la vez con sabor local de Smod, cuyo nombre poco imaginativo se lo debe a las iniciales de Sam, Mouzy, Ousco y Donsky. Un grupo al que la única crítica que se le podría hacer es que merecería un mejor nombre: de hecho, Mouzy ya no es parte del trío, que el año pasado editó un excelente disco homónimo producido por Manu Chao.
Desde Mali, los integrantes del trío pidieron recibir las preguntas traducidas del inglés al francés, lo que no le impidió por cierto entregarse a reflexionar con lucidez y humildad sobre su identidad multicultural y sobre el rol que tiene la música en Mali, uno de los países más pobres del planeta: “¿Está la gente lista para la música de Smod? Esperemos que no... ¿Vos estabas listo la primera vez que escuchaste música ‘nueva’? Generalmente, experimentar música probablemente nunca sea mejor como cuando no estás ‘listo’ para ella. Si pensás que la música de Smod es fantástica te lo agradecemos. Nosotros sólo estamos tratando de ser auténticos, así que lo que vos escuches en los discos es lo que realmente somos nosotros. Y es verdad que, hoy en día en Mali, vos vas a encontrar viejas tradiciones pre-islámicas, valores y formas de vida islámicas así como también algunos rasgos de cultura francesa. Todo eso junto está presente en nuestra música y en nuestra identidad”.
Siendo Smod un grupo francoparlante (o más bien francocantante) no es casual, entonces, que Manu Chao está detrás de este fenómeno: “Como productor, la verdad es que tuve poco que hacer: tienen mucha calidad”, dijo el año pasado ese inquieto políglota trashumante sobre su experiencia como productor de un disco que fascinara a los seguidores de Manu Chao y también a los que quieran darse una oportunidad con esta música, tan cercana y a la vez tan lejana.
Además de ser el séptimo país más extenso de Africa, la República de Mali está considerada como una de las naciones más pobres del mundo, con casi la mitad de la población viviendo por debajo del umbral de la pobreza. Claro que este país (en el que se habla como idioma oficial el francés pero también más de 40 lenguas africanas) es un ejemplo interesante de que no todo el mundo musulmán es homofóbico y terrorista: aunque el noventa por ciento de la nación es musulmán, el islam sunnita que se practica es tolerante con las otras creencias. A su vez, las mujeres participan en las actividades sociales, políticas y económicas del país: basta chequear el tierno y evocador video de Les Jeunes Filles du Maliba, homenaje de Smod a las mujeres de su país y compararlo con cualquier video hip hopero basta para entender que la dicotomía civilización-barbarie puede resultar hoy en día bastante relativa, aunque en Mali la poligamia, los casamientos arreglados y las ablaciones aún sean realidades cotidianas.
Como sea, al igual que pasó en su momento con Jamaica, Mali tiene en la música uno de sus recursos humanos más valiosos: y ahí están las músicas de Ali Farka Touré (conocido como “el John Lee Hooker africano”), el albino Salif Keïta o Issa Bagayogo o los ya mencionados Amadou y Mariam o la de Smod para confirmarlo. “En Mali, la música siempre ha estado estrechamente asociada con todos los aspectos de la vida, está siempre ahí en cada momento.” La música es una parte de la vida u otro lado de ella. Por eso vos no te podés imaginar ninguna parte de tu vida sin música. Es una manera espiritual de vivir que siempre acompaña la vida material, y por eso mismo se termina volviendo aún más importante cuando la vida se pone dura y cuando vos vivís en la pobreza, lo que lamentablemente es el caso de la mayoría de la gente hoy en día en Mali”.
Para Ousco, lo familiar y la tradición terminan siendo la esencia no sólo de Smod sino de toda actividad: “En Mali, la tradición y la familia son las raíces de cada logro. Nosotros hemos tenido la bendición de ser parte de una familia musical muy hermosa; y vamos a hacer lo que podamos para tratar de perpetuar el legado de Amadou & Mariam. En lo que concierne a Sam, sus padres están realmente orgullosos de verlo extendiendo la música de Mali a nuevos géneros y nuevos territorios”.
Y es que si un gran porcentaje de la música que escuchamos termina resultando demasiado fría, absurdamente violenta o simplemente impersonal, estas músicas suenan cálidas, humanas, aptas para el consumo global pero con un sabor local que de algún modo nos invita a reflexionar. ¿Cómo es posible que Mali produzca una música tan cosmopolita? La música, alegre y a la vez sensible, solar y telúrica, simple y sofisticada de Smod puede mejorar nuestra calidad de vida. Apagame la MTV, por favor. Por su parte, Donsky cree que “La cultura de Mali no puede ser resumida en una sola frase, pero digamos que la belleza de la cultura de Mali es la idea de que la gente está junta en vez de estar necesariamente enfrentándose entre sí. Para hacértela corta, la peor parte de la influencia occidental es la misma que en el resto de los lugares de mundo: la idea de que el lado material de la vida es más ‘valioso’ que el espiritual y que todos debería dedicarse a acumular bienes materiales”.
Basta chequear algunos de los videos que hay en Internet en los que interpretan sus canciones solamente acompañados por la guitarra del Dj Sam con el apoyo rítmico de unas palmas para entender que si Smod tiene identidad es porque sus canciones tienen esencia. Y en estos tiempos es posible que, sin tener nada editado en el país uno igual pueda investigar desde la web la música de Smod o de cualquier banda o artista africano o de cualquier lado del mundo que ande subiendo sus músicas a la red.
Sam: “Es verdad que Internet hace que la música africana, o cualquier otra música, sea más accesible y además tiene en cuenta que para ‘entender’ algo uno probablemente necesite primero ‘acceder’ a eso. Pero... ¿hay algo que entender en música? Uno de los más profundos problemas en el mundo a través de la historia ha sido y aún sigue siendo el etno-centrismo. Esperemos que la gente pueda comunicarse y mostrar más y más interés por los demás. Cualquier cosa que ayude a la gente en el proceso es bienvenida. Y, definitivamente, Internet puede ser parte de este proceso”.
En 1994, el musicólogo vienés Gerhard Kubik editó en su libro Theory of African Music una síntesis de casi media década de estudios etnológicos que abarcan la música, la danza y las tradiciones orales de 15 países africanos. De esa experiencia, en la que recopilo la mayor colección de música africana tradicional del mundo (con más de veinticinco mil grabaciones), Kubik encontró que el blues que nació en Estados Unidos está íntimamente conectado con la música islámica Tamashek, algo que en la música de Ali Farka Toure hace totalmente evidente. Y teniendo en cuenta que el blues influyó tanto a la música moderna de todo el mundo, los Afro-Blues de Amadou y Mariam y los contagiosos ritmos de Smod resultan a la vez exóticos y familiares. Si el sonido del grupo en su último disco (titulado justamente Smod y editado el año pasado), alcanza su máxima expresión y sorprende por su simpleza: Dj Sam se encarga de las guitarras y de las voces y de los textos, y Ousco y Donsky de voces y textos.
La guitarra heredada por Sam de papá Amadou (que también tocó en el disco) le da ese tono cálido y entrañable. Es esa especie de hip hop-raggamuffin en el que el estilo musical del oeste africano apenas se ve condimentado por alguna línea de bajo que no desentonarían en algún disco de reggae. O tal vez, con los aportes de Manu Sauvage disparando algunos efectos de sonido que parecen salidos de un video game. Estos son condimentos que no impiden que las canciones y el ritmo de los Smod (que en rigor tendrían que llamarse Sod, ya que Mouzky dejó la banda hace un par de años) estén en primer plano.
Algo que nos remite, una vez más, al estilo de Manu Chao, siempre cancionero y a la vez fértil en ritmos tan simpáticos como irresistibles. “Sí, nosotros conocimos a Manu Chao en el 2003, de la época que estaba produciendo Dimanche a Bamako a mis papás. Y la verdad es que es una persona muy humilde y con la cabeza muy abierta. Nunca hubo ningún conflicto entre nosotros, quizá porque tenemos muchas cosas en común: creo que la simplicidad en la música es un objetivo en común que compartimos. Las mezclas de diferentes clases de músicas se dio naturalmente y es la misma raíz de toda la música: no existe algo así como la ‘pureza’ cuando se trata de música. Hay mucho talento allá afuera, y nosotros los amamos a todos: desde Wu (por Wu Tang Clan, claro) hasta Bob Marley”, reflexiona Sam, a la vez que acepta que “el afro rap o hip folk es el encuentro entre el hip hop y la música folklórica de Mali, con el estilo de guitarra que aprendí de Amadou. Pero más allá de los estilos y de los sellos, nuestro objetivo en la música es mantenernos espontáneos y seguir siendo una voz para la gente”.
Así, mientras día a día vemos que cualquiera se puede dejar unas rastras y despotricar contra “Babiló”, lo que distingue a la música de Sam, Ousco y Donsky en su tercer disco (antes editaron Dania Kuntala del 2002 y Ta I Tola, del 2004) es su inteligencia y naturalidad para sintetizar lo mejor que encuentren de cada cultura, sin enrosques ni prejuicios y con una simpatía que se nutre del hip hop, del folklore y la vida cotidiana de Mali y de la gracia del idioma francés con desparpajo y un ritmo irresistible que en canciones como la comprometidas Les Dirigents Africans o Ca Chante (de un E.P editado en el 2009), en la dulzura melódica de Simbala o el toque funk de Ambola, así como en la ya mencionada Les Jeunes Filles du Maliba seducen y dejan con ganas de más. Desde Mali, con amor, Sam piensa que la contaminación y pobreza de su país (que sufre por problemas de desertificación, la deforestación, la erosión del suelo y el agua contaminada, consecuencias en gran medida de su contacto con el mundo “civilizado”) son problemas que se pueden solucionar.
Mali recién consiguió su independencia en 1959 y apenas desde 1991 se estableció como una nación democrática. Sam: “Uno no puede rechazar la democracia y el progreso y creer que son simplemente mitos, aunque es cierto que la sociedad occidental no puede ser el único modelo para todo el mundo, y que no debería ser impuesto a nadie. No hay que olvidarse de que en Occidente la gente sólo son personas, hechos con la misma arcilla que cualquier humano en la tierra”.
“La sociedad del consumismo, el individualismo y el ocio atraen a gente de todo el mundo. Así que supongo que la cuestión creo que sería más bien entender que es lo que tiene de atractivo para tanta gente, ¿no? Yo no creo que la democracia sea la responsable de la contaminación que hay en el planeta”, reflexiona el hijo de Amadou y Mariam, a la vez que comenta sobre el lado “electrónico” de Smod, quienes hace apenas unos días hicieron bailar a todos el Franco Folies de Montreal con sus beat up tempo y sus joviales melodías: “Mouzy dejó la banda hace tiempo para poder continuar con sus brillantes estudios musicales. Nosotros tratamos de hacer de nuestros shows momentos musicales realmente especiales con la audiencia que haya cada noche, y para nosotros, esta es la verdadera esencia del show en vivo, ya sea que estés usando una máquina de ritmos o una orquesta sinfónica. A propósito: ¿Tenés algo en contra de las máquinas de ritmo? No es el equipamiento sino la mente o el cuerpo musical que está detrás el que hace la diferencia: en escena Smod está apoyado por Manu Sauvage en teclados, y máquina de ritmo”, aclara como para que quede claro cuál es la actitud de estos jóvenes músicos de Mali que confiesan que lo único que saben de Argentina es... sobre sus fantásticos jugadores de fútbol. “Smod nunca ha estado tocando en Sudamérica, pero esperamos sinceramente poder ir y compartir algunos momentos maravillosos en Argentina.” Los esperamos. De una.
Aunque todo parece indicar que los Smod son la punta del iceberg de un fenómeno musical vastísimo e inabarcable, sería un disparate hablar sobre el rock africano y no mencionar a Fela Anikulapo Kuti (1938-1997), multinstrumentista y cantautor nigeriano, activista de los derechos humanos y referente del “afro beat”. Fela, que editó 77 discos y nunca repetía una canción, se mudó en 1958 a Londres, donde estudió música y empezó a desarrollar su mezcla de jazz y música africana. Diez años después, luego de entrar en contacto en Estados Unidos con el Black Power y Black Panther Party su música y su visión política se radicalizaron completamente, al punto de que, por su activismo, la oficina de inmigración de Estados Unidos comenzó los trámites para deportarlo, por lo que él y su banda, Africa ‘70, fueron expulsados y retornaron a Nigeria. “Fela fue un músico inmenso y también un líder africano. El era un gran compositor así como también un gran improvisador. El escribió cientos de temas usando más o menos la misma escala y su creatividad parecía no tener límites. Desde que su música terminó alcanzando hoy en día reconocimiento global, un montón de bandas están influenciadas por él. Pero es más bien su lado ‘groovy’ el que es copiado por esas bandas. Pero su música tuvo muchos lados: era también sensible y hasta en algún punto suave. Y Fela también le dio la bienvenida a artistas extranjeros que contribuyeron a la originalidad de su música, chequea sino No Agreement con Lester Bowie de el Art Ensemble of Chicago. Es gracioso observar que el artista africano más popular es probablemente el que estaba más influenciado por la música Norteamericana. Y una cosa más acerca de Fela: él es también conocido por ser el inventor del afro-beat, pero ningún músico nunca ha creado un estilo por sí mismo. Parece ser una tendencia humana sino una verdadera necesidad de reducir, simplificar y finalmente falsificar la realidad.”
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