Jueves, 29 de diciembre de 2011 | Hoy
MARIHUANA
Por Luis Paz
Desde que los jóvenes somos relevantes para la historia y la ficción, fenómeno que comenzó con los héroes griegos, la marihuana estuvo cerca nuestro. Hace 28 siglos, Homero narró en el canto IV de La Odisea un banquete en honor a Ulises que mejoraba cuando Helena, hija de Zeus, mandaba a servir destilado de hachís. Herodoto habló en Historia de las Guerras Médicas sobre plantas altas y raras que, al fuego, expelían un humo embriagador. Y aunque la juventud es un concepto occidental, ubicado entre valores y estructuras temporales clásicas, en Oriente apareció arte cannábico anterior al registro escrito del uso ritual, recreativo y medicinal del porro, partícula elemental de la botánica joven y expresión de la perfección de la naturaleza que reúne en sí todos los elementos –crece en la tierra, arde con fuego y oxígeno y tiene en sus cuatro partículas de hidrógeno por cada una de canabinol (de allí el tetrahidrocanabinol o THC) a su singular firma–, como los jóvenes reunimos todas las posibilidades de acción a futuro.
Marihuana y jóvenes estamos relacionados con la torpeza y la sorpresa, con las ganas de aventura o de pedir pizza y quedarse viendo Lost. Nos dirimimos entre la distracción y el interés curioso, la pasión y la dulzura de la vida celebrada en una ronda (carioca), en el salto al elástico (del tiempo) y en un pan & queso contra la muerte (de hambre). La marihuana devuelve a una conexión primal con el Universo: quien la usa puede ponerse torpe, balbucear y babearse por la comida (embeberse, ser bebé nuevamente), querer tocar una teta por horas o crear las más brillantes obras musicales, plásticas y audiovisuales en la historia humana.
Porque el porro, como los humanos y el sol, vio generarse cultura (cannábica) y religión (rastafarismo) alrededor suyo, incluso movimientos (usuarios de marihuana terapéutica) y políticas (la ley de despenalización). Pero además dio nacimiento a por lo menos dos músicas jóvenes: el reggae y el stoner rock. En la antesala de 2012, la marihuana aparece como la gran perilla del control remoto del Universo: ésa que permite ajustar el contraste y el volumen de todo lo que ocurre... o quizá sólo sea una tontería en la que los jóvenes ponemos demasiado. No importa tanto: mientras los humanos se reproduzcan y el sol fecunde a la Tierra, florecerán en cogollos nuevas juventudes. Y aquellas que pervivan al Fin del Mundo tendrán cerca suyo al porro, la gran cucaracha vegetal superviviente.
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