Jueves, 8 de marzo de 2012 | Hoy
¡CHE GRUFF RHYS... SOLTATE CON WELLAPON SOLTATE!
Cuando empezó a salir de gira con los Super Furry Animals, Rhys tomó la costumbre de guardarse las botellitas de champú, acondicionador y gel de baño que encontraba en las habitaciones de los hoteles donde paraba. Hoy sueña con armar un hotel propio. En fin.
Por Roque Casciero
Ninguno de los que asistió al primer concierto de Gruff Rhys en Buenos Aires puede olvidarlo. El cantante de los Super Furry Animals venía de Brasil, embarcado en una gira en la que tenía tanto interés en hacer shows como en encontrar el rastro de un pariente lejano llamado René Griffiths, una suerte de gaucho pop que cantaba en galés. Durante el trayecto, Gruff se movilizaba a través de la teletransportación, gracias a un casco tipo Power Rangers. Todo esto consta en el documental Separado!, que se vio en la última edición del Bafici, así que debería ser cosa seria... Claro que allí también se ve que el bendito concierto de Rhys en Baires jamás existió, pero que él decidió imaginárselo (y puso imágenes de otro recital en la peli). Donde sí tocó el líder de SFA fue en Esquel y Gaiman, para un atónito público de origen galés, en shows alejadísimos de cualquier ortodoxia rockera: guitarra acústica, instrumentos de juguete y hasta el bendito casco en algunos temas.
“Fue muy interesante haber ido a la Argentina, conocer la historia del país, y también ver Gales desde una perspectiva argentina. No pude hacer un show en Buenos Aires porque aunque traté de contactar a promotores, no pude lograr que sucediera”, recuerda a través del teléfono. Claro que tendrá revancha: mañana tocará en Niceto Club, con El Mató a un Policía Motorizado y Valle de Muñecas (ambos en formato acústico) como teloneros. Y seguramente habrá más público que en la última presentación argentina del cantante: en Separado! se lo ve tocar para... un caballo. “Ese fue uno de mis shows favoritos, pero me parece que el animal no estaba muy impresionado por mi presencia”, asegura el hombre de la sonrisa perenne.
Advertencia: si pensás que lo anterior es demasiada locura junta, andá sabiendo que vas a encontrar más en el resto de esta nota. Pero también deberías saber que la de Rhys es una locura divertidísima y que tiene un talento fuera de toda norma para hacer canciones con melodías hermosas, tanto con los SFA como en sus discos solistas. Un ejemplo, por si no conocés al quinteto galés: Hello Sunshine, del disco Phantom Power, alcanza como para disipar cualquier nubarrón que amenace al espíritu. Pero si sos fan de los Super Furry Animals (cuyo nombre significa “Animales Súper Peludos”) ya estarás acostumbrado a esperar lo inesperado por parte del líder de la banda. “Por lo general toco para un público que está sentado y que escucha más, pero de todos modos soy muy relajado al respecto: si la gente está borracha y hace ruido, pongo muchos discos y el show se convierte en una especie de karaoke”, explica. “Si el público está más silencioso, toco más la guitarra acústica y hago cosas más tranquilas. Cuando toco solo es momento de hacer material de mis discos solistas y tal vez algún lado B muy raro de SFA o algo así. Trato de no cantar los temas importantes de la banda sin los demás, me parece medio injusto: si son temas de SFA, tienen que tocarlos los SFA. Por supuesto, en los shows solistas es más fácil cambiar el rumbo del set y puedo reaccionar ante la respuesta del público, así que hay cosas que suceden en cada show que también son inesperadas para mí.”
–Sí, porque me permite no estar tan acotado. Así puedo intentar otras cosas.
–¡Sí! Es como caminar sobre hielo: si llegás del otro lado del río, te sentís extático; pero siempre está el riesgo de caerte en el agua helada (se ríe).
–Sí, a algunos de ellos me los encontré en Gales después de hacer el documental. Y, de hecho, hice algunos shows con René Griffiths después de la película. Tocamos juntos en Cardiff en octubre, fue fantástico.
–Sí... Es que en toda familia hay historias locas. Cada familia normal tiene historias raras de migraciones, y en la mía hay tres muy raras. Entonces, la idea de la trilogía es verificar si son ciertas o algo de lo que mi familia se convenció a sí misma. Hay una historia sobre Estados Unidos que es bastante delirante, así que voy a hacer una gira por el país buscando la tumba de un pariente que podría haber cambiado la historia norteamericana.
–No, voy a usar medio de transporte nuevo y revolucionario. He desarrollado un aparato tan avanzado que no puedo revelarlo por temor a que la CIA trate de robármelo.
–Quizá sea un cleptómano musical (se ríe). Supongo que es porque me entusiasmo mucho por distintas clases de música y trato de meterlas todas en mis discos. Y como no soy un purista, con un poco de suerte no las habré tocado del modo correcto y se habrán convertido en algo único.
–No, pero fue un momento muy excitante para nosotros. Y creo que sí, nos describió bien (risas).
–Sí, con los SFA salimos de gira con Blur en 1997 y Damon Albarn siempre nos apoyó mucho. Creo que él piensa que ambos podemos escribir melodías... Tratamos de escribir una canción juntos hace unos diez años, pero fue un desastre, la sesión de grabación se salió de control. ¡El casi se muere! Recuerdo que eran las tres de la mañana y Damon Albarn se estaba asfixiando, y al otro día tenía que tocar en un estadio o algo así. Me puse muy contento cuando volvió a llamarme, esta vez para trabajar con Gorillaz. Estaba feliz de intentar una vez más escribir con él. Y además esa vez estuvimos más inteligentes ambos: sólo tomamos té de jengibre y limón.
–La verdad, nunca tuve la ambición de trabajar con nadie. Supongo que como hicimos tantos discos y salimos de gira por todo el mundo con los SFA, entonces conocemos a muchos músicos. Y quizás alguno me llama y me dice si puedo ayudarlo con una canción o algo así. Es algo muy relajado, no algo que haya buscado. Además, cuando alguien me invita al estudio para mí es parte de mi educación, porque generalmente aprendo algo nuevo. Es un intercambio de ideas y siempre es interesante ver cómo trabaja otra gente. Por lo general se trata de músicos que conozco socialmente y que me llaman por teléfono. Los ofrecimientos que rechacé fueron de gente que no conozco o cuando todo es muy formal, porque me asusto.
–Bueno, eso sería diferente, pero no creo que vaya a suceder...
–Sí, eso fue muy extraño. Nunca podría haber imaginado eso, así que fue increíble. El nos mandó masters originales de los Beatles para remixar (en el disco Liverpool Sound Collage).
–Sí, sí. El tocó el bajo en muchos discos y tampoco queríamos que cantara porque no podíamos hacerlo cantar algo malo, así que le pedimos de grabarlo masticando apio. El había masticado zanahorias y otros vegetales para un álbum de los Beach Boys, y nos gustó la idea de revivir ese momento en nuestro disco.
–Sí, es muy sano de ese modo. Este año Cian (Ciaran, tecladista) va a publicar su primer disco solista, el 1º de mayo. Es un disco fantástico, la gente se va a sorprender de lo bueno que es. Huw (Bunford, guitarrista) también terminó un disco. Y Daf (Dafydd Ieuan, baterista) ha estado haciendo un curso universitario sobre bandas sonoras de películas, así que va a retornar con nuevos conocimientos.
–Supongo que va a pasar mucho tiempo. Hemos hecho nueve discos y pasado mucho tiempo de gira. Todos estamos en diferentes estados de nuestras vidas: tenemos familias, hacemos cosas distintas. Entonces pensamos que es mejor que la gente se ponga al día con nuestros discos en lugar de hacer uno nuevo. Pero tocamos algunas canciones el 29 de febrero en Cardiff, antes del amistoso entre Gales y Costa Rica...
–Sí, pero cuando hagamos el décimo álbum vamos a tratar de ir.
Hotel Shampoo, el último disco solista de Rhys, tuvo una concepción de lo más extraña. “Mientras grababa, estaba un poco acomplejado porque sabía que cuando se lanzara ya iba a tener 40 años”, recuerda el cantante. “Pensaba que, ya que iba a tener esa edad, debía grabar música hecha con piano y hacer un disco moderado, de soft rock, para celebrar ese cumpleaños.” Por supuesto que terminó haciendo otra cosa: el álbum se mueve en terrenos de canciones lounge, con menos experimentación que en otros trabajos suyos, ciertos toques beatlescos (Sophie Softly) o tropicalistas (Sensations in the Dark ), un delicioso dúo chico-chica con El Perro del Mar (Space Dust #2), y un pegadizo Christopher Columbus, que es la clase de temas que Beck ya no escribe. “Digamos que es mi mirada de lo que significa un disco moderado...”, zanja la cuestión.
Advertencia II: Más locura genial en las próximas líneas. El nombre del álbum también tiene una historia muy particular: cuando empezó a salir de gira con los SFA, Rhys tomó la costumbre de guardarse las botellitas de champú, acondicionador y gel de baño que encontraba en las habitaciones de los hoteles donde paraba. “Durante el primer año, pensaba que si no volvíamos a salir de gira, mejor guardar estas cosas que me daban gratis, porque no tenía nada de dinero”, memora. “Pero después de un tiempo de juntar botellitas empecé a pensar en la idea de construir mi propio hotel nostálgico con ellas. Me llevó quince años juntarlas antes de tener suficientes, especialmente porque por lo general paro en la casa de algún amigo o en hostels, no tanto en hoteles caros, entonces tardé más.” Como no podía ser de otro modo, Rhys sí construyó el auténtico Hotel Shampoo, que fue exhibido en una muestra de arte en Gales. “Tiene el tamaño de una casa de muñecas, es suficientemente grande como para que adentro duerma una persona. Ahora está en Cardiff, pero si alguien necesita un hotel, se lo puedo mandar por correo a la Argentina”, dice entre risas.
Con su obra lista, el cantante dejó de llevarse las botellitas. “Meterlas en la valija era casi de piloto automático, pero una vez que construí el hotel, fue una sensación muy extraña, como dejar de fumar o algo así. Me ponía muy ansioso”, confiesa. Pero además de perseguir el sueño del hotel propio, la acumulación de champú le sirvió para un par de cosas más. En primer lugar, le funcionó como diario de viaje: “Dejé de llevar un diario cuando empecé a salir de gira, porque tiendo a perder las cosas, entonces escribía durante tres semanas y generalmente perdía los diarios, una cagada. Y era demasiado tarde para empezar de nuevo. Entonces, el champú me ayudó a recordar lugares, es como un diario muy cómodo. Y verlo todo junto fue muy interesante”. Y además, el producto de higiene capilar se coló en el disco en el que estaba trabajando mientras construía el hotel. “Una vez que supe que iba a usar ese título, todo cobró sentido y pude terminar de escribir las letras. Así que algunas de las canciones se convirtieron en bizarros e imaginarios geles para la ducha y botellitas de champú, como Honey All Over, por ejemplo.”
Advertencia III: ¿Qué, vos no te lavarías el pelo con champú “Miel por todas partes”? Así nunca vas a llegar a la teletransportación...
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