Jue 26.07.2012
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PEGASVS ¿PIENSA EN VOLVERSE?

“Me parece más rentable ser indie en Buenos Aires”

Luciana Della Villa dejó el país en 2000 y empieza a pensar que tal vez las cosas estén mejor que en Barcelona. “Me parece que la escena argentina es capaz de sobrevivir sin artistas de afuera. Acá eso no pasa”, dice.

› Por Yumber Vera Rojas

Desde Barcelona

El santo oficio de la memoria. Cuando Luciana Della Villa abandonó su Quilmes natal en 2000, para inaugurar una nueva vida en España, dejó atrás todo, salvo la música. De la manera que pudo, hizo espacio en la valija para llevarse a sus héroes del secundario. El Otro Yo, Juana La Loca, Babasónicos, los entonces Victoria Abril, Suárez, Cienfuegos y Peligrosos Gorriones enarbolaron ese imaginario sonoro que la llevó de pronto a querer ser también protagonista de una escena. Así que luego de curtir el indie barcelonés con dos grupos que auguraron que esta chica algo se traía entre manos, Sybil Vane y Anticonceptivas, la artista argentina, junto a su pareja, el asturiano Sergio Pérez García, como generalmente sucede, casi por accidente dieron vida a Pegasvs, la banda de la que no paran de hablar, y los festivales no pueden pasar por alto en este momento en la tribulada nación europea. “Mis 18 años los recuerdo con mucho cariño”, comparte la vocalista y tecladista del tándem. “Sin embargo, de esa camada la única agrupación que realmente escucharía hoy, tranquilamente, es Suárez. Horrible todavía, sigue siendo una de las mejores cosas que escuché en mi vida.”

Curiosamente, el Buenos Aires Hardcore marcó el punto de conexión de la pareja. Amor al primer mosh. “Nos daba muchas gracia, porque, de todo mi bagaje de los noventa, en lo que coincidimos fue en Fun People. Incluso, Sergio se escribía con uno de ellos”, desliza Della Villa. Antes de verse inmerso en Pegasvs (sí, con “v” en vez de “u”), Pérez García se paseó por varios grupos de hardcore, punk y bluegrass, hasta que finalmente los teclados lo deslumbraron. “Yo estudiaba sonido, y me interesaban los sintetizadores, aunque no los digitales”, elucida el músico español que además se jacta de haber disfrutado del filo de No Demuestra Interés. “Con Luciana probamos muchas cosas, siempre con la idea de hacer algo muy rítmico. No queríamos bombo en negras ni nada por el estilo. Lo más parecido a lo que pretendíamos ambos era el krautrock, pues creemos en la repetición. Entonces nos fuimos por ahí.” A lo que la quilmeña adhiere: “No nos apetecía tocar otra vez con guitarra, bajo y batería. Necesitábamos intentar algo nuevo. Y eso influye en cómo trabajás. Lo hacés desde casa, y vas grabando en la medida en que probás cosas. Somos dos, así que no hay procesos democráticos en el medio.”

Pero lo del dúo está más cerca del Stereolab de Emperor Tomato Ketchup que del rigor minimalista de los pioneros alemanes. “Si bien el ritmo se basa en el krautrock, lo encerramos en una estructura pop para que no se nos vaya de las manos”, define Sergio. Lo que sí está por salirse de control es el auge instantáneo de Pegasvs, que en febrero pasado puso a la venta su impecable disco debut, titulado igual que el binomio. “Tiene que ver con Internet”, supone Luciana. “Esto lo empezamos en agosto de 2010, y nuestra primera producción la lanzamos recién. Sin embargo, ya nos preguntan qué vamos a hacer para la siguiente. Anduve un año y medio trabajando en ella, de forma que no sé qué voy a hacer en la próxima. El álbum tiene muchas horas de trabajo, y estamos contentos con el resultado. Nos quedó como queríamos. Aunque reconozco que también tuvimos algo de suerte. Y es que esto es como Twitter: tenés que estar haciendo cosas constantemente porque si no bajás. A pesar de que los festivales que se hacen en España son la chance para que la escena indie se exhiba, existe una exigencia de editar todo el tiempo. Acá, si no lo hacés, no sos nadie.”

Durante este ocaso veraniego en la Ciudad Condal, el colectivo de skaters, guiris (nombre local que se les da a los turistas de rasgos caucásicos, sobre todo a los ingleses), vendedores ambulantes africanos y vecinos de origen paquistaní, dan un color único a la plaza del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Y es que el barrio de El Raval es el lugar idóneo de la urbe mediterránea para pasar inadvertido, para el voyeurismo de colgados, para la licencia sigilosa. Mientras que la tarde agota su luminosidad, Luciana, que capitanea la entrevista con un acento y verborrea que tensan entre su pasado y su presente, le pone subordinadas a sus respuestas para comentarle a Sergio que leía el NO cuando era chica, evocar sus andanzas adolescentes, corregirle cómo se llama tal o cual tema de Babasónicos y recordar sus escasas visitas a la Argentina. “Regresé pocas veces, aunque me gustaría volver más seguido. Estoy mucho acá”, se lamenta. “Más que intentar meterle por las orejas a la gente lo que escuchaba yo, cuando llegué a España me parecía que era una buena oportunidad para saber qué pasaba. Vine con actitud receptiva.”

En tiempos en los que la música moderna se resguardó en bichos en extinción y deidades mitológicas para definirse, de los que hoy relucen Totally Enormous Extinct Dinosaurs, Little Dragon, Daedalus o Hercules and Love Affair, este laboratorio del caballo alado griego fue descubierto en la web en el más absoluto anonimato. “Hicimos el primer tema, ‘La melodía del afilador’, en unas vacaciones, y la colgamos en Soundcloud, sin muchas pretensiones”, rememora Pérez García. “No dejamos pistas acerca de quiénes somos porque hay gente que nos conoce de otras cosas, y luego te hacen esa lista de conexiones. Queríamos saber qué pasaba si alguien escuchaba algo nuestro sin saber que lo era.” No obstante, el concepto artístico de Pegasvs, cuyo disco de estreno fue lanzado a través de Canada, la productora audiovisual española en boga, entra en sintonía con esa movida mundial de canciones aletargadas y oníricas que ha sido señalada como el “sonido de la recesión”. “Supongo que sí, porque lo hacemos en casa, no pagamos el local de ensayo y tenemos estos aparatos antiguos”, ironiza el exponente que participó asimismo, en calidad de ingeniero de audio, en el álbum Alegranza (2008) de El Guincho.

Pese a que Barcelona se alzó en los últimos años con la chapa de “capital mundial del indie”, las bandas locales y, en general, españolas, con excepción de El Guincho, Delorean y actualmente el productor y DJ John Talabot, no han podido disfrutar de las dádivas que infiere el rótulo. “Si se tiran un pedo los de Londres o Nueva York, nos lo comemos”, sentencia Sergio. Al tiempo que Luciana intuye que el reconocimiento en España pasa por triunfar en el exterior, algo que no es necesariamente funcional en Argentina. “En los dos sitios hay una escena local, en el sentido de que si estás con gente de aquí vas a acabar yendo a ver a Los Punsetes o a Joe Crepúsculo. Nos conocemos todos, y al final cuadra de alguna manera. A un concierto indie nacional te van 150 personas, y es mucho. En mi época, cuando Babasónicos tocaba Dopádromo, llenaba Cemento. A la larga, me parece más rentable ser indie en Buenos Aires. Allá hay una industria capaz de autoabastecerse por sí misma. Que un grupo local pueda llenar cuatro River seguidos, eso no ocurre en esta parte. Me parece que la escena argentina es capaz de sobrevivir sin artistas de afuera. Acá eso no pasa.”

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