¿... Y MúSICA SIN MúSICOS?
› Por Luis Paz
¿Te quedarías una hora parado mirando un tenedor, una rueda de auxilio o una botella de vidrio? ¿No? ¿Entonces quién nos asegura que, si acaban los músicos, la música seguirá existiendo? La música seguiría ocurriendo sin músicos porque existe registro de lo que ya fue creado y porque la creación podría replicarse por medios artificiales, lo que implica que en cualquiera de esos casos, la música estaría creada o sería interpretada por una máquina. ¿Pagarías una entrada para escuchar a una máquina pasar la música que te gusta? ¿No? ¿Entonces por qué seguís yendo a boliches? Ja. La música existirá sin músicos de igual manera que la medicina lo hará sin médicos: como conocimiento, como cultura y como memoria. Pero sin pulso humano, el problema es si esa música valdrá algo.
Las cosas tienen música. Por ejemplo, un tren que anda por las vías lo hace con su habitual traqueteo: hay sonidos en frecuencias distintas que generan ondas diferentes (algún boceto de armonía) que ocurren dentro de determinada secuencia (melodía) y con cierta relación de distancia o de simultaneidad entre sí (ritmo). Pero el tren no tiene conciencia musical.
Uno arma una canción porque, medianamente, ha escuchado otras canciones ajenas antes. Uno sabe que tal acorde después de tal otro queda mal; lo sabe y lo siente. O que determinada textura genera una reacción equis, a la vez que apela al uso común de algunas frases, ya que el músico mismo exploró reacciones, saberes y sentimientos. Sin músicos, la música sería el resultado de un eventual proceso industrial, posiblemente robotizado, y el robot no tiene memoria emotiva. Al menos no este tipo de robots que conocemos. Los pedales de guitarra, metrónomos y compresores son robots y no graban discos solos. ¿Un secuenciador autómata? ¿Una Xbox cargada con el Guitar Hero desarrollando su inteligencia artificial hasta componer un rockito sobre un paseo en coche con el viento en la cara? No, olvídenlo.
OK, hagamos como si los músicos fueran dispensables. Necesitaríamos a los programadores entonces: personas que les enseñen a las tecnologías a crear música. Las máquinas son operadas por programas: series de pasos, habilidades y prohibiciones, de variables. Las personas también. Pero si acaso el programador crease música a través de una máquina, sería él el músico: se trataría de enseñarle a una máquina a crear música, como se le enseñó a armar gráficos o a hacer quichicientas operaciones matemáticas.
Pero las máquinas se mueven en función de una necesidad: si algo está sano, no lo arreglan; si está bien escrito, no lo señalan; si algo no se recalienta, no dan la alarma. La música no se trata sobre la necesidad: existe suficiente compuesta y registrada como para que no sea necesario, en el tiempo de una vida, que aparezca ninguna canción nueva. Es decir: con todas las publicadas bastaría para que cualquiera pase su vida oyendo canciones sin repetir ninguna. Y sin embargo, aún aparece nueva música. Y eso es porque los músicos no son máquinas, tienen permitido el juego y el saltarse las reglas. Fueron Los Beatles quienes crearon Tomorrow Never Knows en una nota y no un aparatejo preparado. ¿Existiría la música sin músicos? A esta altura, claramente. El tema es si emocionaría, si valdría la pena, si sería libre. Y bueno, cómo sería la ley de derechos de autor.
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