Jue 15.08.2013
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ONDA VAGA Y LA CONSAGRACIóN DE LO IMPENSADO

Todos los fuegos, el fogón

Dicen no haber proyectado nada, pero detrás del éxito de sus canciones escribieron una historia de aventuras alrededor del mundo, dentro y fuera de los límites del rock. Magma elemental registra su vómito colectivo.

› Por Juan Barberis

Nacho Rodríguez está obsesionado con una escalera, una inerte escalera de madera. En el patio de un bar de Palermo, a escasas cuadras de Plaza Serrano, entre banderines de colores y una barra atragantada con botellas, el autor de Mambeado está divertido y propone para la foto: “¿La escalera sola? ¿O si nos subimos encima? No, ya sé: ¡una cara por cada cuadrado!”. La toma final retrata a los Onda Vaga esforzándose por graficar las peripecias de un ascenso impensado: la historia de un grupo de chicos que desde la orilla de un fogón playero delineó, sin ambición aparente, una de las propuestas con más proyección de la música independiente nacional; un fenómeno que sigue poniendo en tensión los límites autoimpuestos del rock, sus prejuicios y normas, y que se corona ahora con su primer Luna Park. Toda una montaña rusa de imposibles –entre giras por América del Sur, Europa y Asia– que magnifican aquel encuentro en las agrestes playas de Cabo Polonio: la génesis más sabida y bardeada de las bandas argentinas nacidas al calor digital del nuevo milenio.

La peregrinación de Onda Vaga alcanzará su noche más ambiciosa en el Templo del Box el próximo 20 de agosto. Sin embargo, bajo esa dimensión desproporcionada para un grupo digitado a partir del despojo y los escenarios improvisados, acá parece no haber sorpresa. “Se fue dando, todo esto nos parece algo lógico”, dice Marcelo Blanco, con serenidad. “Es parte del laburo de hacerse cargo de lo que venimos haciendo. La banda empezó de una manera muy espontánea, muy natural y sin preocupaciones, pero llega un punto en donde no te podés hacer el boludo. No es que un día te levantaste y te fuiste a Japón de casualidad”, aclara.

Lo cierto es que en los últimos cinco años, desde Fuerte y caliente, su debut de 2008, el quinteto fue contorneando un proyecto maleable y práctico, y transformándose en una fórmula amplia y efectiva. Hoy, sus canciones sirven para cortinear en TV (Mambeado todavía suena en 6, 7, 8), seducir chicas de a montones (su ciclo en el Konex resultó un termómetro inapelable) o abrir puertos impensados en diversos mercados del mundo. Ahí está entonces, le pese a quien le pese, la consagración masiva del fogón, ese espacio casi comunitario en donde todos pueden tocar y cantar. “Es parte del crecimiento natural de un grupo”, agrega Nacho. “El año pasado hicimos todos los fines de semana el ciclo del Konex y lo llenamos siempre. ¿A dónde vamos después? Bueno: al Luna Park. Para nosotros es como un festejo, nos gusta verlo así.”

El último movimiento de la banda, Magma elemental, editado este año de manera independiente, no sobresale de su discografía por las canciones y estructuras musicales sino por cristalizar de manera superadora el vómito desenchufado y colectivo de Onda Vaga, siempre construido sobre armonías vocales y cuerdas de nylon. “Cada disco es un desafío. Hay algo de eso de estar subiendo una montaña”, grafica Rodríguez. “Los temas nuevos son el combustible de la banda, necesitábamos refrescar el repertorio y empezar a cantar nuevas inquietudes”, agrega Blanco. “Pasó con este disco que queríamos quedar satisfechos, era nuestro momento de tomar las riendas.”

Por primera vez, Onda Vaga calculó de manera más completa el arribo al estudio. Junto a Gustavo Iglesias, co-productor, llegaron a orillas de su tercer disco con las canciones maqueteadas y una idea general mucho más definida que en sus trabajos anteriores. “Sobre todo en la elección y el armado de cada uno de los temas”, puntualiza Tomás Gaggero. “Si bien todavía había de ese espíritu fogonero, hay un poco más de producción en los arreglos y voces, del mundo que se genera, no tan crudo.”

Puertas adentro de Tónica Estudio, del barrio porteño de Almagro, el trabajo del quinteto –signado por la multiplicidad de ritmos, sonidos e invitados, desde Adrián Dárgelos hasta Moreno Veloso– cargó con dosis iguales de obsesión y juego. Según Germán Cohen, la clave está en el vuelo creativo del equipo, cada vez más atravesado por la experiencia. “Somos todos muy curiosos y se nos ocurren cosas curiosas”, puntualiza. “El estudio es un lugar de juego para nosotros”, aporta Nacho Rodríguez. “Llevamos un montón de instrumentos, de percusión, de cuerdas, para ver qué pasaba con todo eso. Entonces era: ¿qué onda esto acá?” “Y ahí entrás en el mundo de las selecciones, de la intuición”, completa Gaggero.

Haber empezado a tocar en escenarios más grandes, ¿los condicionó a la hora de hacer este disco?

Tomás: Artísticamente, todavía no tenemos la necesidad de hacer música funcional a nuestro público o a un público masivo. Hacemos música como una búsqueda, somos músicos creativos.

Nacho: Me parece que es al revés, incluso: lo que estamos ganando es libertad. En este disco no hicimos algo buscando repetirnos sino algo nuevo, así que mientras siga pasando todo lo que está pasando, yo creo que es algo que nos libera.

Tomás: También es una forma de educar el gusto de la gente, porque para mí la masa no tiene la posta.

Durante el nacimiento de Magma elemental, la historia de Onda Vaga alcanzó su pico máximo de delirio. Un video en YouTube intenta graficarlo: ahí rebota esta banda de barbudos en el festival Fuji Rock de Japón, en cueros, pantalones cortos y al re palo, tocando sus canciones de fogón en la otra punta del planeta frente a una masa de orientales que deliran. Un insólito affaire que ubicó la edición nipona de Magma elemental en el segundo puesto de ventas de World Music en el país asiático. “Todo forma parte de la aventura”, dice Blanco. “Nosotros, en algún punto, tomamos a la banda como una puerta hacia la locura, un camino que no está trazado.”

A través de los cuatro días que duró el festival, en un inmenso predio que contaba con cerca de 15 escenarios al aire libre, Onda Vaga tocó ocho veces, compartiendo grilla con Radiohead, Stone Roses y Noel Gallagher. “Salíamos al escenario y la gente se encendía, era increíble. Terminábamos de tocar y estábamos como: ¡aagghhrr!”, reseña Nacho Rodríguez. La banda aprovechó el viaje: dio entrevistas para tevé, grabó jingles de radio, hizo firma de autógrafos y hasta probó la demagogia cantando una versión en japonés de un tema de los Monkees, popularizado allá por Mr Fuji Rock, una eminencia de la música de ese país, ya fallecido. “Fue muy emotivo, no esperábamos esa reacción, había gente llorando”, recuerda Germán.

Pero, ¿era Japón el lugar más imposible para que Onda Vaga se transformara en un éxito? “No, el último era Marruecos, y vamos ahora después de Japón”, acota Cohen. En septiembre próximo vuelven para dar shows en Tokio y Osaka, y después se van para Casablanca en medio de un trazado aleatorio que la banda sigue dibujando sobre el mapa.

¿Qué cosas creen que resultan atractivas de Onda Vaga en otros lugares del mundo?

Germán: La forma de trabajo nos define mucho, la propuesta no rockera de nuestra propuesta rockera. Hay varias cosas que por ahora mantenemos, que en realidad tienen que ver con nuestra estética y nuestra política.

Son una banda sin líder aparente, ¿ése también es un gesto político?

Nacho: Sí, tenemos muchos gestos políticos, pasa que la gente no lo entiende. Para mí, la forma en la que hacemos las cosas es súper política. Somos el ejemplo de que una banda así puede funcionar.

Marcelo: No somos un grupo que pone nombres y baja línea de manera directa, es más abstracta nuestra forma de política, más universal.

Fueron bastante resistidos para una parte del rock...

Germán: Sí, pero lo hemos disfrutado.

Tomás: Lo bueno es que no somos parte del rock y a la vez sí, eso amplía mucho nuestro rango de acción. Es bueno poder tirar para cualquier lado y confundir un poco los parámetros del género.

Marcelo: En algún punto, la energía de nuestros shows es muy parecida a la de un show de rock, pero no hay batería y guitarra eléctrica, entonces, ¿qué es el rock? Está todo teñido de algo comercial. La remera de Ramones pasó a ser como la del Che: un icono que está bastardeado, que vende...

Nacho: Si eso es rock, nosotros no somos rock.

* Onda Vaga toca el martes 20 en el Luna Park (Corrientes y Bouchard). A las 21.

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