Jue 13.02.2014
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BRADFORD COX EN DALLAS BUYERS CLUB

Paso de gigante

El cantante de Deerhunter, que llegaría a Buenos Aires en meses, debuta en cine con Jared Leto y Matthew McConaughey.

› Por Yumber Vera Rojas

Bradford Cox puede parecer por momentos un niño grande, lacónico, arrogante y caprichoso, pero en la fabulosa película Dallas Buyers Club (2013), del director canadiense Jean-Marc Vallée (el mismo de Mis gloriosos hermanos) se comporta de manera contraria: contenedor, compinche y tierno. Lo que no le resta, al final de cuentas, su condición de púber. En su debut en cine, a pesar de que sus apariciones son escasas y un tanto invisibles, el extraño paladín del nuevo pop independiente estadounidense representa a Sunny, el amante de Rayon, papel por el que Jared Leto se consagró al encarnar de una forma realmente emotiva a un transgénero infectado con el virus del VIH, lo que le valió a Leto una nominación al venidero Oscar en la categoría de mejor actor de reparto. Si bien la dinámica en la relación entre Cox –líder del grupo Deerhunter, aplanadora del terrorismo sónico– y Leto –el frontman de 30 Seconds to Mars– se basa en diálogos silenciosos, misteriosos, que se limitan a la órbita de la especulación, aunque siempre en un marco de complicidad, la trastienda es que el indie acaba de revelar al gran público una de sus armas secretas. Luego del anuncio en 2012 de que el prolífico Cox, cantautor de 31 años originario de la ciudad de Athens, Georgia (semillero de la cultura pop del que brotaron The B-52’s, R.E.M. y Of Montreal), formaría parte del reparto del largometraje, a estrenarse en Buenos Aires este 27 de febrero, y que cuenta la historia de Ron Woodroof –vaquero encarnado por Matthew McConaughey, quien, al ser diagnosticado con sida, decide contrabandear medicamentos alternativos–, la elección era perfecta. Y es que la función de Sunny sería la de ayudar a humanizar el papel de Leto, lo que a Cox no le sería muy difícil de llevar adelante debido a que tanto su contextura física como su manera de entender la sexualidad se ajustaban idóneamente al trabajo para el que se postuló. Sucede que, aparte de declararse abiertamente asexuado, el igualmente artífice del proyecto unipersonal de pop onírico Atlas Sound sufre del Síndrome de Marfan: una extraña enfermedad genética que provocó que sea extremadamente delgado, y que tenga unos brazos desproporcionados, lo que le da apariencia clínica.

Después de la aparición en 2008 del tercer álbum de Deerhunter, Microcastle, considerado el mejor disco de pop independiente de ese año, Bradford Cox, quien está muy cerca de confirmar su visita a Buenos Aires con su grupo para el segundo semestre de 2014, para presentar su más reciente producción, Monomania (2013), rápidamente captó la atención tanto de la prensa como del público. Y es que hizo de su aspecto enfermizo su identikit, lo que quedó representado no sólo en su repertorio o en sus shows en vivo, en los que cualquier cosa puede suceder, sino en su estilo tan punk de encarar la vida. “Mucha gente se casa o se endeuda con un departamento a los 25 años. Debido a que a mí no me interesa eso, entonces tengo que buscar la manera de no sentirme pobre e inútil”, ha dicho. Así que este pequeño paso en el cine (lo que lo convierte en la más reciente estrella del indie en incursionar en la gran pantalla, tras experiencias de los White Stripes en Coffe and Cigarettes o de James Murphy en The Comedy) se transformó en un gran salto para su delgada y frágil humanidad.

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