Jue 17.07.2014
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FILHOS NUESTROS, EL SUB-SUPLEMENTO MUNDIALISTA > EL MEJOR MUNDIAL DE LA HISTORIA

Podemos ser héroes

Sin lugar para bidones

› Por Federico Lisica

En este mes y pico, más de uno cumplió años y pidió, al margen de cualquier otro obsequio, esa Copa. Ya sin la estatuilla dorada, queda un regalo. Tal vez no sea el soñado, pero con los días se va a apreciar: la renovación de iconografías mundialeras. Son varios los integrantes de esta Selección que no tienen recuerdos de lo que sucedió en la ¡ahora penúltima! final jugada por Argentina en 1990.

Yo sí. A los doce años cambié de canal cuando Andreas Brehme se preparaba para sentenciar la historia frente a Goycochea. De ATC a Telefe, que emitía El extraño del pelo largo. Así apareció Litto Nebbia en la televisión y desapareció el Estadio Olímpico de Roma lleno de flashes. Dolía, pero era justo por lo que había dado ese equipo. El último domingo, en cambio, hubo poco para reprochar. Al escribir Siamo Fuori, con José Esses nos propusimos analizar el derrotero argento desde aquel Mundial hasta el de Sudáfrica por cumplirse dos décadas íntegras sin campeonatos (que ahora se alarga un toque más... y cómo duele). Tratar, además, de ver qué cosas se podían aprender de cara al Mundial que acaba de terminar.

¿Y qué sucedió en éste para que se pudiera llegar al séptimo partido? Están las razones obvias. La confianza en una idea y su ejecución, el aprendizaje sobre la marcha, la suerte y hacer más goles que los recibidos. La arenga y los momentos míticos, ayer íntimos y hoy televisados de manera global con más de treinta cámaras por partido. Nunca sabremos si fue cierto que Maradona recibió a Bochini en el partido contra Bélgica en México ‘86 con la frase: “Bienvenido maestro, lo estábamos esperando”. Pero todos asistimos a ese instante en que Mascherano le lanzó a Romero: “Hoy te convertís en héroe”.

De Camoranesi a Troglio, de Passarella a Chamot, pasando por Pineda y varios mundialistas más, todos nos dijeron lo mismo: un Mundial se define por detalles. “No dudar a la hora de tener que patear desde los once pasos”, precisó Ayala. “Ser un poco egoísta y guardarse energías en la previa al Mundial”, propuso Cavallero. “Hablar mucho”, indicó Ruggeri. “No te preguntes lo que los demás pueden hacer por vos, preguntate qué podés hacer por los demás”, citó Pachorra Sabella frente a mi grabador, parafraseando a John F. Kennedy. Palabras que ahora toman otra dimensión. “No tener miedo a entrarle de puntín”, ésa no la dijo nadie, pero la pensamos varios cuando Palacio optó por un sombrero frente a Neuer.

Hay una frase, sin embargo, que queda boyando y es la del Vasco Olarticoechea, nómade de tres Copas y con el que cada vez que la Selección jugó un partido por Mundiales, nunca perdió. “Yo quiero que Argentina salga campeón porque estoy podrido de contar siempre lo mismo, me da vergüenza repetir las anécdotas. Que vengan otros y cuenten su experiencia.”

Habrá que seguir contando las mismas anécdotas, Vasco... aunque para una nueva camada aparecieron postales que valen, y mucho, sin bidones de por medio.

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