Jueves, 23 de octubre de 2014 | Hoy
POST CROMAñóN #4:
Por Luis Paz
–Fue un antes y un después. El primer año fue el peor. De un día para otro, los lugares para tocar debían contar con modificaciones que valían cientos de miles, sin subsidios ni tiempo. No hacían diferencia entre un boliche o un centro cultural. Entonces todos cerraron y de a poco los que comenzaron a abrir eran los más grandes, donde los artistas pequeños no teníamos lugar. Tuvimos que inventar espacios, a escondidas, con contraseñas secretas, direcciones de boca en boca para poder tocar a capella con una guitarra criolla. Hasta el día de hoy hay lugares que prohíben que te pares al lado de la mesa y bailes. Se armó un negocio espantoso, desde los coimeros que clausuraban lugares por no poner el nombre completo de la banda en un cartel, hasta los dueños de los lugares que comenzaban a cobrar fortuna para poder tocar en su espacio porque sabían que no había más.
–Sí. Dejó un precedente muy grande. Hay un sentido de responsabilidad enorme tanto en los productores como en los músicos, muy diferente al de antes. Cuando pasa algo así, lo primero que pensás es: “Me pudo pasar a mí”. Y te jurás hacer todo en tu poder para que nunca más suceda.
–La regulación de los lugares fue algo positivo. Pero los que nos movemos dentro sabemos que no funciona del todo bien, que la corrupción genera que la mayoría de los clubes aun así sigan sin ser habilitados, con todo en regla, sólo para que tengan que seguir pagando coimas eternas.
Cantante y guitarrista de Utopians, banda con la que en el post-Cromañón grabó cuatro discos y dio más de 350 conciertos tanto en el circuito under como en grandes festivales.
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