BANDEJA SIRIA: OMAR SOULEYMAN
› Por Yumber Vera Rojas
HA pesar de que en Occidente lo llaman el “rey sirio del techno”, Omar Souleyman discrepa de la chapa. “Si bien a menudo existen ‘malentendidos’ entre mi cultura y la suya, no creo que en Occidente exista un único concepto sobre mi música”, aclara el cantante desde Turquía, donde se mudó a causa del conflicto armado que estremece a Siria. “Pero probablemente signifique algo nuevo, único y emocionante.” Aunque parezca un cuento de Las mil y una noches, el artista de 48 años, originario de Ras al Ayn (al nordeste de su país), visitará por primera vez Buenos Aires de la mano de su último disco, Wenu Wenu, en el que se puso a las órdenes de Four Tet (alias del productor y DJ inglés Kieran Hebden), quien también actuará próximamente en la capital argentina, pero en el Music Wins Festival. “Wenu Wenu lo grabamos en Brooklyn. Es mi primer álbum de estudio, en el que perfeccioné mi propuesta, y representa una nueva era para mí. A Kieran le gusta mucho lo que hago, y eso se nota en la forma que produjo el disco. Estoy muy orgulloso de lo que conseguimos.”
Aunque la popularidad de Souleyman se disparó después de que Björk le encargó tres remixes de Biophilia, en 2011, el sello yanqui Sublime Frequencies lo introdujo en la órbita internacional al editar varios compilados que recrean su obra (el primero, Highway to Hassake, es de 2006). “Tengo más de 500 grabaciones”, ajusta el ídolo que actuó en la entrega del Nobel de la Paz de 2013. “La mayoría son de casamientos en los que me presenté, y que luego fueron pirateadas.”
Además de arengar bodas, el artífice de mostacho grueso, lentes oscuros, túnica y kufiyya, que asegura que Maradona es su héroe, al tiempo que prefiere no referirse al imaginario de Occidente sobre la cosmogonía árabe tras el 11-S, pintó casas y labró la tierra hasta que en 2004 apostó por una carrera musical profesional en la que modernizó el shaabi (el reguetón de Oriente Medio) y mundializó el dabke (baile folklórico colectivo). “La tecnología también llegó a Siria, y eso se refleja en mi música. Si bien no soy un artista de electrónica, el beat es esencial en mi sonido. Muchos me tildan de exótico, pero yo trabajo por la unidad cultural. Por eso le canto al amor.”
Miércoles 19 en Red Bull Music Academy, Niceto Club, Niceto Vega 5510. A las 21.
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