Jueves, 27 de noviembre de 2014 | Hoy
UNDERGROUND VS MAINSTREAM, DEBATE MODELO ’14
Algunas de las bandas más pujantes del circuito proponen sus miradas en torno de una discusión eterna: venderse o no, aparecer en los medios o no, ser de culto o popular, ocupar el gueto o los estadios. ¿Vale replicar una discusión añeja para buscar complacientes y/o progresivos?
Por Lola Sasturain
uEs recurrente en los grupetes en los que todavía se habla de música: ante la afirmación tan común de que “hace mucho que no pasa nada interesante en la música argentina”, las aguas aparecen claramente divididas. Por un lado, aquellos que disienten y claman por la bandera independiente, considerando al actual un momento de ebullición e intensa producción musical interesantísima. Por otro, aquellos que adhieren a esa afirmación, quienes consideran parámetro de análisis aquello que suena, que los medios difunden, las canciones que se van convirtiendo en “una que sepamos todos”.
Sacando la cuestión puramente subjetiva de qué es una banda interesante –detractores y defensores de Tan Biónica y Dread Mar I, ¡ni en un millón de años se van a poner de acuerdo!–, los ejes de análisis de ambas posturas parten de diversas concepciones: unos depositan su esperanza en la vuelta a los márgenes, y otros consideran que la cultura debería aspirar a las masas para cumplir una función relevante, que la cultura popular lo es en tanto masiva. Algunos ven como un problema que ninguna banda concebida como independiente haya llegado a River en la última década; otros lo viven como un triunfo, la confirmación de un nuevo modelo. Al fin y al cabo, el trasfondo es una discusión más vieja (y absurda) que el hambre: venderse o no, o mejor dicho “cambiar el sistema desde adentro” versus crear un nuevo sistema, con reglas y enunciados propios. Es complicado definir si alguna de las dos posturas es más elitista o más popular. Si hay falta de ambición o un nuevo paradigma.
La mayoría de las bandas más aclamadas de los movimientos indies actuales, pecando de un simplismo excesivo, parecen seguir el linaje de aquellas bandas insignia que saltaron del underground a las grandes ligas y se aseguraron la consagración dentro y fuera del gueto. La escuela más DIY, fanzinera, de poética más futbolera y barrial, viene de los ‘80 punks, pasa por Massacre y acaba de cristalizarse en El Mató a un Policía Motorizado. La vertiente más pop, melodramática y glamorosa se nutre tanto de Virus como de Sandro, tienen en Babasónicos a sus santos patronos y a Banda de Turistas como sus abanderados en los dosmiles. Pero estas categorías funcionan más como definiciones de ethos que como modelos estéticos. No hay una sola manera de ser independiente: hay que buscar esa alquimia exacta de estética, ética y política que logran las bandas consagradas.
Claro que hay muchísimas bandas que no se inscriben dentro de ninguna de las dos categorías, pero que sin embargo lo hacen dentro de la categoría indie. La palabra es tirana porque es una sola, y engloba innumerables géneros y variantes que muchas veces tienen poco que ver entre sí. Es difícil definir si existe “lo comercial” dentro del indie, ya que, depende de la óptica, estas palabras pueden ser un oxímoron irrenconciliable o puras etiquetas vacías. Es difícil determinar qué significa “venderse”, también, o a quién es que uno se vende, cuando la música sólo en contadas ocasiones es pagada. Lo independiente puede ser un estado inevitable de las cosas, con suerte un trampolín o un modo de vida.
Conceptos peronistas, audiencias reducidas, ¿qué está sucediendo actualmente que se repudia el modelo de estadio a la vez que se remite una y otra vez a sus temáticas? La utilización de la palabra “indie” y no “independiente” tiene una razón: las bandas del palo rolinga, hijas de La Renga, Los Redondos, Viejas Locas –aquellas provenientes de la escuela del blues y con un público rockero en el sentido más clásico– son otro tema. Porque hay varias que sí llegaron al mainstream en la última década, porque conocen bien las fórmulas del éxito masivo nacional y no temen usarlas en su favor. Porque, casi sin excepción, aspiran al estadio, porque no para de haber ejemplos que les demuestran que es posible.
Entonces esta cuestión parece ser, literalmente, de género. Con cierta nostalgia por los ‘90 –esa típica mirada distorsionada que tiende a enaltecer el pasado–, la última ola pre Internet (con su Buenos Aires Hardcore, la movida sónica y demases joyas ya clásicas), el indie es tema de conversación, se mira a sí mismo y se fractura innumerables veces en la búsqueda por definirse. Si es cuestión de sonido, de gestión o de ideología, es interesante que sus protagonistas lo definan. Aunque más interesante aún es que no puedan hacerlo.
“La música independiente engloba proyectos en distintas etapas de maduración. Hay grupos que no tienen estructura alguna y otros que, muy por el contrario, tienen estructuras de trabajo muy organizadas e incluso coordinadas con managers, bookers, agentes de prensa y sellos. En ese sentido, según el artista la independencia puede ser una situación, una maldición o una elección. No creo que ningún grupo que toca en público tenga la intención de ser un secreto para pocos, ya que en definitiva eso va de la mano con no tener las herramientas financieras para desarrollar lo que hacés en tiempo y forma. Lo que sí me parece es que en Argentina hay más artistas buenos que lugares, industria y programaciones que produzcan audiencia. Hay proyectos que están doblando la apuesta y creyendo que pueden. También hay proyectos estancados en un loop de cuatro lugares. Es una situación muy variada. Pero hay una situación que para mí es paradigmática de lo que ocurre en la escena: no hay un festival propio.”
“Somos de pensar que ‘indie o no indie’ chupa un huevo, en el mejor sentido de la palabra. De eso se encargan los periodistas, los que conceptualizan al respecto. No nos interesa el indie, así y como no nos interesa el rock. Empezamos como banda indie (para todo el mundo) y después grabamos en Panda (el mejor estudio de la Argentina), masterizamos en Nueva York y grabamos con Litto Nebbia. No hay nada de indie en eso. Hay mucha música dando vueltas que cambió esa idea de que o sos superstar o sos ignoto, ahora hay más matices. Una banda como El Mató es un buen ejemplo: llevan mucha gente y no salen en la radio ni tele. Internet cambió todo también, es difícil saber cuánta gente te escucha. Vamos al interior y un montón de gente conoce la banda, y tocás en Capital y llevás 100 personas. Creo que cualquier banda quiere llegar a la mayor cantidad de gente posible, es raro que te digan lo contrario. Sin embargo, justamente, no sé si un River. La idea de estrella de rock ya pasó de moda. En el caso de los Reyes a todos además nos gusta hacer muchas cosas, la música es una parte de un todo. Quizás también tiene que ver con la situación de país que vivimos.”
“Creo que ‘mainstream’ y ‘underground’ son categorías usadas por los medios que ya no reflejan la situación actual de la música. Antes la división entre una y otra era por que las bandas mainstream (firmadas por grandes discográficas) conseguían grabar discos de calidad notoriamente superior, tenían una exposición en los medios que las otras carecían y vendían muchas más entradas. Hay bandas consideradas ‘mainstream’ que apenas logran llenar una Trastienda y tocan máximo una o dos veces en Capital, y existen bandas consideradas ‘emergentes’ que tocan casi todos los fines de semana llenando salas de 300 personas sin mucho esfuerzo. Entonces si la convocatoria era un divisor de aguas entre main y under, ya no es algo tan claro. Lo mismo pensando en la calidad de producción discográfica. El gran público no es algo a lo que un artista pueda aspirar por sí, no hay una fórmula, más allá de tener una canción que traspase todas las categorías. Al consumo cultural de masas se accede por acciones de mercadotecnia apoyándose en los grandes medios, que son las ‘góndolas’ de estos productos. La fragmentación de los consumos culturales y la reducción de los tiempos de exposición en estos, beneficia a los nuevos artistas por un lado, pero los hace más efímeros por otros. En otros países es valorado más el artista nuevo, el llamado hype, tanto por los medios como por el público. La prensa argentina es más conservadora con respecto a esto.”
“Elegimos la autogestión porque es la forma de trabajo que mejor se amolda a lo que queremos para desarrollar nuestras actividades. Hacemos canciones, editamos discos y tocamos en vivo. No lo hacemos para intentar llegar a alguien o a un objetivo, lo hacemos porque nos gusta y es a lo que dedicamos nuestra vida. Tampoco nos ponemos a analizar estas cosas: no me parece más valiosa ninguna de las dos posturas, creo que una banda pueda estar buena de las dos formas y eso es lo que importa.”
“La forma en la que funcionamos como banda es básicamente la única que encontramos. Recién este año editamos un simple adelanto de nuestro segundo disco a través de un sello, pero seguimos siendo una banda emergente. No es algo en lo que pensemos demasiado. Nos juntamos a hacer canciones, a tocar y grabar, eso es lo que nos preocupa. Después nos encargamos de buscar las maneras de dar a conocer las canciones, y cuando nos invitan a tocar vamos. No armamos fechas propias porque somos pésimos organizadores. Nos interesa hacer música, no manejar una pyme, por eso no vemos mal el apoyo de un sello en nuestro caso, aunque eso no te soluciona todos los problemas. Lo de venderse o no siempre nos pareció algo absurdo, un reclamo de cierto público que es mas papista que Pappo. Para autogestionarte tenés que ser un poco productor, un poco manager, un poco prensa y otro poco músico. A nosotros sólo nos interesa lo último.”
“Lo que hoy está como ‘masividad’ es algo más relacionado al sonido, con lo cual las personas de sellos discográficos que abusan de los artistas prefieren firmar. Hoy en día no hay manera de ser mainstream, vivimos en Argentina, lo único que puedo relacionar con venderse es que tu banda quiera un sonido especial y no lo hagas porque el que pega y vende es otro. Pero hoy en día, dentro del indie sería una ironía usar la palabra “venderse”. No estamos en un país que uno elige, sino en uno en el que desde hace años uno tiene que armar su propio mercado. Con Reno y los castores cósmicos, como con Ayrton Senna, somos independientes por la manera de sacar un disco, de buscar un sonido, no usamos ‘el sonido que usó tal banda’, elegimos el nuestro. Pero me han pasado en la radio y es algo hermoso. En el ‘99 era una elección, tal vez, pero yo trabajo (con el sello Laptra, del que soy fundador) con bandas del ambiente desde hace 10 años y no lo veo mal ni mucho menos. No creo para nada que sea necesario que exista una ‘conciencia de clase’ indie.”
“Lejos de ser un universo cerrado, lo que se suele llamar la escena indie es una forma de circulación rockera abierta y dinámica. Los lugares para tocar existen y todos los fines de semanas hay un montón de shows para ver. Desde nuestro punto de vista, la escena funciona así como respuesta a la ‘industria musical’ o ‘mainstream’ que es anticuada, con escaso recambio de bandas y mercantilista porque no incentiva nuevas propuestas y sigue apuntando a los ‘productos’ que son rentables. No hay que confundir mainstream con popularidad, porque todos los que hacemos canciones queremos que nos escuchen y tener éxito. El problema es cuando alguien deja de hacer la música que quiere o sacrifica ciertas cosas para acceder a mas difusión. Es jodido ver bandas haciendo música pensada para entrar en el circuito lucrativo de la música, pero al mismo tiempo es hermoso ver artistas auténticos poder ganarse la vida tocando y ver que se puede crecer creyendo en tu sonido. La música para ser importante no tiene que provocar un cambio, tiene que ser amada. Digno no es ser under, sino tocar porque te hace feliz.”
“Hoy en día, cuando se habla de indie en Argentina, usualmente se hace referencia a un género amplio y difuso donde se amontonan muchas bandas que están bien vistas porque aún no sonaron en la radio de moda entre Shakira y Maroon 5. Veo poco y nada del espíritu punk y contestatario que encarnaba este término a fines de los ‘80 y principios de los ‘90. Delta Venus no está interesado en dar un mensaje con el manejo de su música, porque el mensaje es la música. Lo que hacemos va dirigido a un otro, y si tenemos la posibilidad de sonar en Morón, Chubut, Perú, Armenia o Tailandia, bienvenido sea. Nuestro LP fue grabado de forma totalmente independiente, pero eso no quita que el día de mañana podamos ponernos de acuerdo con un sello y usar sus medios. Como banda tenemos muy claro el rumbo y que lo vital es mantenernos auténticos y no transar nuestra identidad. Indie vs. Mainstream es sólo otro dualismo frívolo, simplista y falaz.”
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