MALA DIFUSIóN, UNA BATALLA EN TODOS LOS FORMATOS
Con su aventura (a veces fanzine, a veces compilado, a veces mera actitud de hacer), Gustavo Tanusi agita y documenta las bases punk hace casi dos décadas. Ya compiló a 420 grupos y sigue intentando sobrepasar los desafíos de la escena.
› Por Juan Ignacio Provéndola
Aunque no lo creas, hace no mucho tiempo aún no existían Whatsapp ni los smarthphones. Entonces Gustavo agarraba la revista Madhouse, leía los avisos de bandas nuevas y se comunicaba a través de ese aparato arqueológico llamado teléfono de línea. “Hola, sí, ¿qué tal? Me llamo Gustavo, me re cabe el punk y quiero ir a verlos a un ensayo.” Ésa era su presentación. De esa manera giró por salas de capital, el conurbano y hasta del interior: cuando estaba por hacer un viajecito tierra adentro, rastreaba bandas de esos lugares y repetía el ritual. Así, fue armando un catálogo de nuevos talentos del punk argentino.
La recopilación comenzó en su cabeza. Luego, en un fanzine de dos hojas que se conseguía en rockerías y shows del palo. “Un proyecto hermoso al que le faltaba lo más importante: la música”, recuerda. La solución fue un compilado en casete. Se comunicó con varios grupos, los invitó, les pidió permiso y eligió los temas. Pensaba hacer 100 copias. Poco más de 15 años después, lleva vendidas casi 10 mil. En las ediciones seminales aparecían Bastardos (Córdoba), Mal de Parkinson (Mar del Plata), Katarro Vandáliko (Tandil), Embajada Boliviana (La Plata), Prisión Preventiva (Río Negro), Contragolpe (Santa Fé) y Bulldog (Rosario).
Los compilados de Mala Difusión (y sus derivados, que en total suman casi 20 ediciones) componen una radiografía geográfica del punk rock criollo, a modo de mapa físico político. Y configuran una de las trincheras desde las cuales la escena under siguió bullendo a lo largo de dos décadas en las que sólo unas pocas agraciadas rompieron la barrera del sonido y alcanzaron la popularidad. Cadena Perpetua, banda con la que Mala Difusión colabora desde el merchandising, es uno de esos ejemplos.
Compilador, descubridor de talentos, productor independiente, apostador de sueños al no-futuro, distribuidor y profeta de alcance nacional. Militante del punk. Gustavo Tanusi es inclasificable. Tal vez sea por eso que durante mucho tiempo anduvo de acá para allá con una máscara de Skeletor, ocultando su identidad. Se presentaba en shows y eventos como “El Gaucho Loco”. Nadie entendía nada. “Siempre tuve mucha energía. Por eso no me sentía cómodo tocando en una banda. Empujaba por demás y me sentía limitado en un rol específico. Quise dar una mano, y como las bandas nunca se interesaban por su organización, empecé a hacer cosas”, explica Tanusi.
Las copias del primer compilado las hizo de manera artesanal, con distintos pasacasetes que le prestaban sus amigos y parientes. La distribución también era pulmonar: mochila al hombro, pateando rockerías metropolitanas. Adonde no llegaba con el bondi o el tren, mandaba por encomienda o correo. Tenía un recurso para ahorrarse el envío: “Era un truco con lavandina, agua y sal. Si dejabas el sobre en agua caliente, se salía el sello y de esa manera podía volver a usar la estampilla. Siempre pedía a la gente que me la mandaran de vuelta”. Así, llegó a muchos lados. A Ucrania, por ejemplo. Un día le sacaron la ficha en el correo. “Se dieron cuenta... y se re coparon. Pegué onda con el encargado de esa oficina, en Almagro. Sabía que yo estaba medio loco y no me decía nada.”
El primer compilado de Mala Difusión salió en 1998. Fue presentado en Duro Pavimento, un sótano por San Telmo. El festipunk alistó a Argies, Sepulcro Punk, Penados por la Ley, Muerte Lenta y Los Mareados. “Era difícil conseguir lugar en ese entonces porque los bolicheros tenían miedo”, remarca Tanusi. “Y así fue: los punks rompieron todo el lugar. Hicieron un desastre. Había gente que estaba muy mal. Me acuerdo de uno que tenía la cabeza rota, llena de vidrios, y me pedía que lo dejara entrar. ‘¡Flaco! ¡Ya estás adentro!’, le decía yo. Increíble.”
Uno de los recursos que Tanusi pensó para bajar la locura fue el logo de Mala Difusión: “Cuando estoy por sacar el compilado, varios me acercaron fotos y diseños para la tapa. ¡Y eran todas imágenes de tipos rompiendo cosas! Entonces dije: ‘Le voy a poner un gato rosa, así se dejan de romper las pelotas’. Al principio algunos me decían de todo, y yo les contestaba que había puesto eso por culpa de ellos, que eran unos terribles gatos. Con el tiempo creo que me gané el respeto de todos”. El gato rosa siguió y perduró –de hecho, Gustavo lo tiene tatuado en la mano–; y los compilados también, incluso con varios nombres, como Señal punk.
Para el Mala Difusión 2015 mandaron demos más de 600 bandas. Y se alistan pesos pesados del género como Cadena Perpetua o Stuka, quien grabó una canción para el compilado y se cebó tanto que terminó haciendo después un disco entero para sí mismo. También aparece Defensa y Justicia, emblema del también compilatorio Invasión ’88 formado por Mariano Martínez y Ciro Pertusi, rearmado para la ocasión con una sorpresa. El lanzamiento es apoyado también por la reaparición de la versión gráfica del viejo fanzine Mala Difusión, devenido ahora en revista (el último número es un especial sobre la llegada de Cadena Perpetua al Luna Park, justamente). Todo vuelve a su estado original. La parábola del no-futuro sigue presente.
La presentación del compilado será el 5/12 en Melonio (Montevideo 175), reducto clave del punk under de estos tiempos por dos motivos invalorables: no hay incidentes y las bandas no son asfixiadas con arreglos canallescos. Lo administra el Turco Ayala, mejor amigo de Tanusi. Por eso, todo funciona armoniosamente. “Ahora hay muchas más bandas que antes. Incluso es normal que un mismo pibe tenga dos o tres. Sólo les falta mover gente. Entiendo que es difícil arrastrar a los amigos, sobre todo si no les gusta el punk, porque vienen una vez y listo, no es como el reggae. Estoy en contra de que los lugares les cobren a las bandas, pero los músicos tienen que activar. ¿A quién le vende las birras de la barra el bolichero, si no? Ese es el nuevo desafío del punk: que los músicos se muevan más allá del escenario, agiten y militen.”
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