Claro que no eran necesarios más elementos para seguir tomándole el perímetro al caudal inabarcable de la obra de Luis Alberto Spinetta, pero acá va de nuevo. Tres años y medio después de su desaparición física, con la que hubo que activar la difícil idea de que finalmente el Flaco había alcanzado un estadio mayor, ahora el disco póstumo Los Amigo —elegido por los votantes de la Encuesta del NO como el mejor disco argentino de 2015— devuelve una posibilidad que parecía improbable: la de redescubrir la magia de un nuevo Spinetta, lúcido e inspirado. Es como un bonus track de su obra que hace sonar esa voz de familiaridad amniótica en tiempo real: termina 2015 y el Flaco todavía nos sigue cantando. Gracias.

Los Amigo fue el resultado de un estado de recreación artística que Luis compartía con el baterista Rodolfo García (Almendra) y el bajista Daniel Ferrón, agrupados bajo el nombre Los Amigo (ese clan es el autor del CD y no el Flaco, pero se respetó la elección de los votantes de mencionarlo como disco del Flaco, casi como homenaje póstumo). Los miércoles a las 19, se juntaban en La Diosa Salvaje, el estudio spinettiano, con amistad musical, mates, vino y largas sesiones de improvisación. En marzo de 2011, junto al ingeniero Mariano López, registraron algunas de esas canciones.

Esas sesiones, que después de la muerte del Flaco reposaron en un disco duro como un tesoro en suspenso, fueron reabiertas este año por la familia Spinetta para ser puestas a punto, en respuesta a una voluntad explícita. “Hace poco escuché una entrevista en donde papá decía que toda la música que había grabado tenía que salir a la luz, así que creo que estaría contento”, dijo Catarina Spinetta, que junto a sus hermanos comandó la post producción del disco, supervisando las sesiones de mezcla y masterización y su arte integral.

Ahora, esa obra que tiene a Spinetta tocando la guitarra en clave jazzera con una sensibilidad conmovedora, y serpenteando las partículas de aire con su voz cargada con la belleza de lo realmente frágil, forma parte de un testamento todavía en expansión. Uno que las nuevas generaciones de músicos, como lo traducen los resultados de esta Encuesta (en la que se impuso con 9 votos), siguen atendiendo con respeto y admiración.

Inmediatamente por debajo de Spinetta, los resultados del sufragio de fin de año también resultaron argumentados y sustanciosos. El segundo puesto de la terna quedó para Los Espíritus por Gratitud (7 votos), el gran segundo disco de la banda liderada por Maxi Prietto. Después de lograr ese extraño fenómeno con el mantra etílico titulado Lo echaron del bar, que resultó un hit para el under bonearense circa 2011, la banda logró extender la poesía desangelada y rea de Prietto hacia un plano de psicodelia chamánica, capaz de pasar del rock y el blues al afrobeat y los aires andinos, de modo místico y magnético.

El tercer puesto quedó para Mi Amigo Invencible, que con su sexto disco se posicionó definitivamente como una de las bandas más efervescentes y sustanciosas de la escena independiente nacional. En La danza de los principiantes (5 votos), el grupo mendocino rubricó una fórmula de canción experimental y expansiva capaz de jugar con las libertades del formato —alimentándose del harcore, el indie, el pop o el grunge— a través de la cabeza de Mariano Di Cesare, un paladín introspectivo y creativo que, al igual que Prietto, hace años que viene moldeando su música de modo libre y personal. Y eso es algo que, sin dudas, Luis Alberto Spinetta celebraría.