UNREAL, BASURERO DE LA TV BASURA
Una ficción atrapante y oscura sobre el serpentario catódico.
› Por Javier Aguirre
¡Garcador, te están garcando! Atrás ha quedado la idea de que el televidente se identifica con los personajes que mira... salvo que el televidente se considere un mentiroso sin vida propia, prejuicioso, mala leche, falso, explotado y a la vez explotador. Al menos es lo que suponen los diez episodios de la atrapante y oscura UnReal (Lifetime, lunes a las 22), una serie que transcurre en el backstage y las oficinas de producción de un reality show para buscar pareja.
Si la TV lleva décadas de coqueteo con aquello que supuestamente no entra en la pantalla (los chistes internos, los camarógrafos-estrella, los entrevistados que se levantan indignados y se van del estudio entre empujones y sollozos), en UnReal lo que no se ve en cámara es lo único que importa. La paradoja de la ficción ambientada en un reality es que el debate entre lo que está armado y lo que es real pierde sentido: todo está armado y, al mismo tiempo, todo termina por resultar muy real.
En ese círculo en el que todos se usan, se desprecian y se traicionan, la joven productora Rachel (Shiri Appleby) es la miserable protagonista de un mundo atractivo por sus miserias: desde la primera jornada de grabación se la verá ojerosa, despeinada, mal dormida, sin comer, con su higiene personal en déficit, durmiendo a quienes la quieren y con una tensa relación de amor-odio, sino de madre-hija, con su veterana productora ejecutiva, la radiante serpiente Quinn (Constance Zimmer).
Y mientras una decena de chicas desesperadas y en bikini buscan seducir al galán subastado, Rachel, con cucaracha en la oreja y planillas en la mano, se mueve como un gran tiburón blanco en enero en Villa Gesell. Aquí no hay ética de género ni de ningún tipo: para la dupla que encabeza el equipo de productoras, las participantes del reality son simplemente un dream-team de forras. Y en pos del ráting hay que lograr que se desnuden en cámara, que lloren, que discriminen, que traicionen a sus seres queridos o –si pasa, pasa– que se suiciden en cámara. ¡La tele que le gusta a la gente!
Pero cuidado: en UnReal el mal y el bien no son lineales. Es un ecosistema de cagadores cuyas victimarias (bueno, hay también algunos victimarios varones) terminan a menudo siendo apuñaladas por la espalda. Pero tanto no duele... A eso vinieron. A eso vinimos.
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