TOM QUINTANS MONTA UNA BESTIA BEBé
Jungla de Metal 2 lo confirma como un artista movedizo y autosuficiente, encargado de casi todo: composición, arreglos, logística y gestión.
› Por Juan Barberis
“Nunca sentí que hayamos sido la novedad, ¡ni siquiera salimos en La Viola hablando con el Bebe Contepomi!”, dice Tom Quintans, el cerebro de Bestia Bebé, antes de soltar una de sus carcajadas características, enérgicas y algo burlonas. A pocos meses de haber publicado Jungla de Metal 2, segundo disco de su banda, el ex baterista de Go-Neko! pone en perspectiva su corta historia desde una posición distante: desacredita el efecto que causó la aparición en 2013 de su debut epónimo, que los ubicó como una de las revelaciones del under bonaerense de ese año, y hasta ríe con desconfianza cuando recuerda la vez que Pettinato se le acercó para decirle que la electricidad de Bestia Bebé le hacía acordar a los inicios de Sumo. “Son tonterías, solo me interesa que mis canciones me gusten, poder estar conforme con lo que hago”, agrega. “No está bueno ser la novedad... nunca.”
Después de aquel debut de indudable ADN Laptra, un álbum construido con pequeños hits que mezclan orgullo de barrio y épica futbolera, y que suenan como piezas de sustento para amigos ignotos o héroes caídos en desgracia, Jungla de Metal 2 parece querer avanzar en otra dirección: las canciones ya no brotan tan lineales y sencillas, apuntaladas por rítmicas cambiantes y un complejo trabajo en las guitarras, que esta vez suenan por encima de todo. “El primer disco tenía una cosa más indie, alternativa, pero ahora queríamos separarnos de las demás bandas con las que tocamos. Quería que suene como los discos viejos donde la batería suena chiquita y las guitarras van al frente”, dice Quintans, que durante la composición y la grabación se alimentó de puntas disímiles como Beach House, Johnny Rivers o Buddy Holly. “Por ahí no se nota, pero hay ideas tomadas de ahí. Todos tienen canciones con melodías que están buenísimas. A mí, por sobre todo, siempre me copó la canción.”
El sonido actual de Bestia Bebé, cada vez más eléctrico y potente, es resultado de cinco años ininterrumpidos de shows, una enseñanza que Quintans supo activar por sí solo después de asimilar el oficio autogestivo desde el interior del mundo privado de El mató a un policía motorizado, donde trabajó como plomo, ayudante y hasta ocasional chofer. Ahí está el link directo con la banda de Santiago Barrionuevo, no solo en su música y arte (el cantante de El Mató dibujó la portada de Jungla de Metal 2), sino también en el modo de llevar adelante su proyecto. “El Chango es un chabón mucho más tranquilo que yo, yo soy más calentón y autoritario”, dice Tom. “Pero aprendí todo de él y los demás chicos. Un montón de cosas que estoy viviendo ahora con mi banda ya las viví con ellos. Aprendí a tomar decisiones, a manejar actitudes, a no calentarme por boludeces. Quizás si no fuera por ellos, compraba un arma y cagaba a tiros al primero que venga.”
Con un título que homenajea a Duro de matar –que en España fue traducida como Jungla de cristal, y acá alcanza un híbrido con el tema Tigre de metal), el nuevo disco de Bestia Bebé sigue mostrando a Quintans como un artista movedizo y autosuficiente, encargado de casi todo –composición, arreglos, logística, gestión–, y que parece tener como fuerza de empuje su optimismo, fuera y dentro de sus canciones. “Siempre creo que todo va a salir bien, que va a estar buenísimo. Es como un partido de fútbol, si entrás a la cancha pensando en que vas a perder... vas a perder”, dice. “Igual ser optimista no te asegura nada, pero prefiero eso a pensar que todo es una mierda y que son todos putos.”
* Viernes 15/4 en Niceto Club, Niceto Vega 5510. A las 20.
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