Jueves, 19 de mayo de 2016 | Hoy
AGUAS(RE)FUERTES
Por Juan Ignacio Provéndola
Handala fue el Mafalda del mundo árabe. Contemporáneos, tenían la misma edad pero vivían en lugares diferentes. La creación de Quino era hija de un matrimonio de clase media laburante, iba al primario y frecuentaba una barrita de amigos. El otro no tenía nada, ni una sopa de la que quejarse. Andaba por la vida solo y descalzo. Encima, a diferencia de la verbigracia de Mafalda, no hablaba. Aunque su narrativa era igual de profunda e insidiosa, expresada a través de representaciones visuales potentes. La más recurrida: una piedra en su mano, siempre amenazante. Estrenó públicamente en 1969 en un diario de Kuwait, y al poco tiempo empezó a ser replicado en periódicos de la región. Y no sólo se convirtió en un emblema del sentimiento panarabista emergido en aquella época.
Handala fue ideado por Naji al-Ali a su imagen y semejanza. Nacido cerca de Nazaret, cuando la zona era de dominio británico, fue uno de los tantos palestinos desplazados en 1948, a poco de creado el Estado de Israel. Pasó años entre campamentos de refugiados y cárceles del Líbano. En las paredes de los campos y de los calabozos aprendió a dibujar. Su obra cumbre nació sobre garabatos en el granito.
Así como Mafalda interpelaba a su tiempo mirando a centímetros un globo terráqueo complejo, Handala buscaba respuestas enfocándose en una Palestina propia pero lejana, la forma que al-Ali encontró de atravesar esas murallas a través de un personaje al que nunca se le conoció el rostro porque siempre estaba de espaldas. El autor murió asesinado en Londres, en 1987, pero la obra lo trascendió. Editorial Sudestada acaba de recopilar viñetas y textos en una versión más totalizadora sobre el dibujo y su fenómeno. El libro Los ojos de Handala es la primera publicación de la historieta en Argentina.
El libro fue presentado en la Embajada de Palestina en Argentina, sobre la calle Riobamba. Un entrevero interesante de palestinos en el exilio, descendientes criollos de tercera generación y curiosos sin bandera. Mezcla de edades, referencias y simbologías. De hábitos apropiados y expropiados. Como el de ese tipo que se ofendió porque otro usaba un celular y al instante despertó una ridícula discusión de fronteras generacionales en plena sede diplomática. De fondo, Handala en la pantalla con su pose tradicional: dando la espalda. “Está así, con las manos en la espalda, como señal de rechazo a todas nuestras ataduras negativas”, explicó alguna vez Naji al-Ali.
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