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Antes de que Google tuviera respuestas a todo, la Alejandría de los curiosos eran los kioscos de diarios y revistas: hasta allí peregrinaban multitudes invadidas por inquietudes diversas. De Billiken y Anteojito a Humor y Eroticón, pasando por una amplia oferta musical (La García viviseccionando el rock criollo, Madhouse militando el heavy y el punk) o el Superclásico que cada lunes jugaban El gráfico, en su versión semanal, y Solo fútbol, culto para hinchas del ascenso. Estas y otras revistas emblemáticas convivieron en los puestos hasta 2001, cuando la crisis fulminó a la gran mayoría. Y, después hizo lo propio la posmodernidad líquida y viral, haciendo creer que caminar hasta el kiosco es una eternidad si la info está a un click, y que pagar es derroche si lo mismo está gratis en la nube.

¿Cómo conquistar en 2016 a un público lector con narrativas novedosas y herramientas de la era digital? Eso se propone Juan Ignacio Papaleo, diseñador gráfico clase ‘79 con mucha experiencia en medios que lidera el proyecto Replay: una revista que apunta a la cultura gamer –otro nicho huérfano– y en particular a la de los ‘80 y ‘90. O como dice su slogan, para la “generación de 8 y 16 bits”. El anclaje 2.0 está en su financiamiento: iniciaron una campaña de crowdfunding en Idea.me para costear la edición del primer número, con un aporte mínimo de 40 pesos.

Papaleo está convencido de que el contenido que propone Replay es demandado por un gran público: “La movida por esos juegos creció más allá de sus eras y hoy es exponencialmente grande ya que podés jugar a cualquier jueguito, de la consola que sea, en tu computadora. Eso hace que las cosas no pasen de moda”.

El staff de la revista incluye fanáticos, periodistas, blogueros e incluso un profesor de Letras. Es que la ambición es entender cómo esta cultura expresa la condición humana: “Los videojuegos también son una excelente excusa para contar historias a veces trágicas, también divertidas, de manera que la parte lúdica da forma a un revisionismo único”.