AUTOSTOP #5: HEZARFEN CELEBI
En el siglo XVII, a sus 23 y desde la Torre de Gálata, el intrépido turco cumplió el sueño global de volar por cuenta propia.
› Por Juan Ignacio Provéndola
Leonardo Da Vinci pintaba fantástico y esculpía mejor, pero su cabeza volaba más allá y así murió: queriendo inventar un mecanismo que le permitiera planear por los aires. Tal vez la Humanidad no estaba dispuesta a tanta genialidad de una misma persona. Pero el rechazo a las creaciones más desafiantes de Leonardo atrajeron a Hezarfen Celebi, un joven turco que vivió un siglo más tarde y se hizo traer hasta Constantinopla todo tipo de material sobre el legado maldito de la Bestia Pop del Renacimiento.
Creyendo –como muchos– que el mejor homenaje es superar al tributado, se propuso lo que Leonardo quiso y no pudo: volar. Armó un traje al que le amarró con arneses un par de alas de águila impermeabilizadas con cera y practicó nueve veces desde una de las colinas de Constantinopla, siempre con éxito. Aunque fue la décima el que lo terminó convirtiendo en leyenda popular de la Turquía contemporánea.
Sucedió en 1633, cuando Celebi tenía 23 años y se tiró desde la Torre de Gálata, sobre la orilla europea de la ciudad repartida entre dos continentes por el Estrecho de Bósforo, y tras aletear con exigencia agarró una brisa sudeste que le permitió aterrizar en la parte asiática de la actual Estambul sin un rasguño. Fue el primer vuelo hecho por el hombre. O al menos el más viejo registrado.
Las grandes historias tienen mucha info o casi nada, y lo poco que se sabe de ésta es gracias a los únicos tres párrafos que otro célebre Celebi, Evliya, le dedicó en sus difundidos diez libros de crónicas triperas otomanas: el sultán turco, enterado de la hazaña, primero lo recompensó y luego lo desterró a Argelia. Nada más se supo hasta su muerte, ocho años después, probablemente de tristeza y soledad. Injusto fin para la efímera vida del audaz Celebi.
Hoy, la leyenda del precoz volador turco es recordada en uno de los tres aeropuertos de Estambul que lleva su nombre y en una placa sobre la cima de la Torre de Gálata. Mientras que innumerables memes recrean en internet la realización de ese deseo con el que todo humano sigue soñando cinco siglos después: volar por propia cuenta.
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