Jueves, 6 de octubre de 2005 | Hoy
LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR › LA BANDA QUE NUNCA VAS A ESCUCHAR
Por Javier Aguirre
”Su mito está muy lejos de los de grandes mártires locales como Prodan, Abuelo, Moura o Pappo; para ser exactos, está a cientos de kilómetros, ya que él nunca se movió de su Quebrada de Humahuaca natal, ni conoció Buenos Aires. Sin embargo, su truculento suicidio –tocó el charango hasta lastimarse los dedos y morir desangrado– significó una pérdida colosal para el rock argentino.” La emotiva cita, publicada en el periódico The Economist, de Jujuy, alude a la lamentable muerte de Pearl Llama, el máximo exponente del género grunge en el Norte argentino.
Casi desconocido en el resto del país, Pearl Llama articuló en clave andina el estigma del artista torturado y atormentado por la vida, tan propio del rock de Seattle, al punto de que definirlo como “el Kurt Cobain jujeño” no sería un disparate. Aunque no será este suplemento quien así lo defina.
La visión dramática de la existencia brotaba en cada una de sus frases, como aquella vez que consultado por el famoso Cerro de los Siete Colores, de Purmamarca, él respondió, tan depresivo como expresivo: “¿Siete colores? Yo sólo veo un cerro con siete tonos de gris”. Si bien esa respuesta llevó a suponer que Pearl Llama sufría cierta patología oftalmológica similar al daltonismo, la realidad era que su percepción de la vida era así de sufrida y monocromática. Tal sentimiento es evidente en su álbum Nirvanagloriarse de nada (2002), cuya tapa lo muestra con una camisa a cuadros y con sus aceitosos cabellos rubios brotando bajo un gorro de colla. Allí hay canciones conmovedoras como Huele a sudor adolescente, cuya letra se queja de los sacrificios del músico, y sentencia: “Es muy duro ser artista,/ y tener siempre la obra lista./ Tanto erke, charango y bombo;/ mi vida es un gran quilombo./ No quiero pensar en nada,/ salvo en vino o empanadas./ ¿Me pedís carnavalito?/ Te doy boleadora y pito”.
Su herencia más próspera es el Santuario de Pearl Llama, la peña grunge que funciona en su vieja casa de Tilcara, y que ya es un templo para el público post-nirvanero de Salta, Jujuy y el Sur boliviano.
* Cualquier parecido con la realidad seguramente fue vaticinado hace siglos por Nostradamus; pero, claro, en el periodismo de rock ya nadie escucha a los clarividentes.
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